La noche anterior cuando llegamos a la organización, nos dieron un papel en el que nos explicaban los horarios de desayuno, comida y cena. A la mañana siguiente debíamos estar en la cantina sobre las 9:00, así que nos levantamos pronto y nos pusimos en marcha.
La fundación estaba muy bien organizada, cada día después del desayuno y la comida, con jeeps nos esperaban para realizar visitas a los diferentes proyectos en los que gracias a la Fundación de Vicente Ferrer hoy están ayudando a miles de personas. Todas las personas que trabajan allí son locales de la misma región de Anantapur, y todos hablan el Español. Algunos incluso nos hablaron en catalán, y nos contaban que una profesora Mallorquina les había enseñado durante más de 6 meses nuestra lengua.
Es una pasada, ver que con la diferencia tan grande que hay entre las dos lenguas, hayan aprendido tan rápido. Yo sería incapaz de aprender su idioma con tanta facilidad y rapidez como ellos. Era gracioso y para mi impensable que en la India encontrara locales con los que pudiera comunicarme sin problema en mi lengua materna.
A las 09:30 un grupo de españoles había partido hacia Bathalapalli, un pueblo donde están situados los hospitales que construyó Vicente Ferrer con la ayuda de las aportaciones. Que es uno de los muchos proyectos que hacen que miles de personas no mueran y tengan una oportunidad.
Nosotros como la noche anterior habíamos llegado tarde, dormimos un poco más de la cuenta y cuando quisimos llegar a los jeeps, ya se habían ido, así que nos montaron en uno a los dos y nos llevaron junto al otro grupo. La gente de aquí siempre busca una solución para todo, y no ven nada imposible, todo lo contrario, dicen que todo es posible.
Así que nos trasladaron a unos 25 km para reunirnos con el otro grupo y así hacer la visita conjunta. Cuando llegamos y salimos del coche, nos recibió una de las traductoras para guiarnos por el hospital, conocer al equipo médico y explicarnos un poco como estaba distribuido todo.
Primero pasamos por el hospital general, que funciona como las urgencias en España, la gente va, dice que le pasa y dependiendo del nivel que vean de gravedad les hacen pasar antes a unos y otros les toca esperar.
Luego nos fuimos a la parte de paritorios e incubadoras, también pudimos ver la zona de NICU, donde están los bebés que han nacido antes de tiempo y necesitan una vigilancia constante.
Para terminar la visita, pasamos por la parte de traumatología, allí pudimos ver desde gente haciendo rehabilitación hasta la zona donde hacían las prótesis para los que las necesitaban.
En esa misma zona donde se encuentran los hospitales es donde está la tumba de Vicente Ferrer. Él quiso que lo enterraran en aquella región donde tanto ayudó y tanta vida le dio. Eligió un parque cerca de donde los niños jugaban y sonreían todo el tiempo, quería estar en algún lugar donde la felicidad no desapareciera.
Después de terminar la visita, volvimos a la fundación para comer, debíamos reponer fuerzas ya que nos quedaba por la tarde otra visita muy importante, el de la inserción laboral de las mujeres con discapacidad.
Después de comer preguntamos a uno de los responsables si habría la posibilidad de visitar a un niño apadrinado, en concreto el de mi compañera Marina. Enseguida nos dijeron que sí y empezaron a investigar sobre el nombre del poblado donde vivía y a contactar con la familia para saber si estarían esos días para poder ir a visitarlos. Así que al parecer no habría problema y podríamos conocerle a él, a toda su familia y llevarle algunos regalos de parte de su madrina Española que en esta ocasión no había podido ir.
Por la tarde nos llevaron a un centro donde las mujeres con discapacidad están trabajando. Se trata de un proyecto muy interesante y el cual ayuda a que este sector deje de estar discriminado y tenga una oportunidad en la vida.
La historia de ellas hace que se te pongan los pelos de punta y tengas ganas de llorar, también de darte cuenta de lo afortunada que eres y de que cuando te quejas, deberías pensar en la clase de vida que tienen en otros lugares.
Nos contaron que en la India cuando nace una mujer con alguna discapacidad tanto física como psíquica no tienen ningún tipo de oportunidad. Es decir, su propia familia la esconde de la sociedad, no la llevan a cumpleaños, bodas ni festividades. Tampoco tiene derecho a trabajar y no la muestran en público, porque para ellos es una deshonra.
Estas pobres mujeres viven en la sombra, y son discriminadas por la sociedad y por su propia familia. La asociación Vicente Ferrer ha hecho posible que muchas de estas mujeres a día de hoy tengan un trabajo y aporten ayuda económica a sus casas. Esto implica que sean aceptadas socialmente, que su familia se sienta orgullosa de ellas y que incluso tengan la oportunidad de casarse.
Nos explicaron también cosas tan fuertes como que si en una familia había dos hermanas, una con discapacidad y la otra sin, y por desgracia la que se había casado no podía tener hijos, utilizaban a la hermana con discapacidad para que les diera hijos. Las utilizan para lo que quieren, las marginan del mundo y las tratan como miseria.
Ahora esto está cambiando mucho, gracias a la ayuda de la asociación estas mujeres tienen un trabajo, una salida a ese infierno en el que vivían y una oportunidad para sonreír y ser felices.
Lo que más me impactó de la visita y de poder conocerlas fue que su sonrisa era permanente en sus rostros, no había nada que hiciera que tuvieran cara de enfado o de tristeza. Mucha gente dice que ellos deben de aprender mucho de nosotros (y en parte es cierto), como por ejemplo la higiene y la mentalidad (la libertad), pero creo que los que deberíamos aprender de ellos somos nosotros.
En nuestra sociedad siempre hay excusas para enfadarse, entristecerse o quejarse, nos cuesta regalar una sonrisa o ser equitativos con la gente de nuestro alrededor. Ellos sin apenas conocerte te trasmiten todo el cariño del mundo, te ofrecen lo poco que tienen y comparten contigo todas las sonrisas del mundo.
Después de esta experiencia increíble, volvimos a la fundación para cenar e irnos a dormir, ya que al día siguiente nos esperaba otra visita a otro de los muchos proyectos importantes que tienen aquí, esta vez a uno ecológico.
Al día siguiente como cada día después de desayunar nos subíamos en un jeep y nos dirigíamos alguna zona donde estaban trabajando o poniendo en marcha algún proyecto.
En esta ocasión nos explicaron que visitaríamos los diferentes proyectos ecológicos que tienen en funcionamiento. Nuestra primera parada sería a una presa de agua a unos 30 km de la fundación. Gracias a ella, miles de campesinos pueden cultivar sin problema, ya que la sequía es un gran problema en la India.
El guía que nos acompañaba nos explicaba la importancia del agua en las tierras, muchas de las familias de la india sobreviven gracias a lo que cultivan. Así que de nuevo la organización Vicente Ferrer estaba ayudando a que el pueblo mejorara su calidad de vida y tuviera una segunda oportunidad. Nos sorprendió que el mismo gobierno no ayudara a su pueblo a mejorar en muchos aspectos o que ni si quiera ayudara a que la gente no se muera de hambre.
Después de esa explicación sobre las presas de agua, nos dirigimos a una plantación de mangos en medio de la montaña. Allí nos enseñaron como gracias a las placas de sol podían tener el regadío automático y así evitar que los campesinos murieran por picaduras de serpientes o escorpiones durante la noche.
Y para terminar nos llevaron a una granja donde vive una familia para enseñarnos como gracias al estiércol de los búfalos conseguían junto a un sistema instalado, gas metano. Para poder cocinar o ducharse con agua caliente todos los días toda la familia. Se habían instalado varios en toda la región de Anantapur y otra vez gracias a la ayuda de la asociación.
Después volvimos para comer y nos avisaron que a las 14:30 nos preparáramos que saldríamos hacia el poblado de Apecherla, donde conoceríamos a Ramudú , el niño apadrinado de mi compañera Marina.