Como dice la canción con que me martillea estos días Vicky, “Des pa ci to” desde Ngwe Sang Beach llegamos a Bagan, la perla turística de este país.

Con despacito me refiero a hacer 300 km en minivan desde Pathein hasta Pyay (punto intermedio en nuestro recorrido) en algo más de 7 horas (unos 40 km/hora de media) para después coger un tren nocturno y terminar los restantes 340 km hasta Bagan en nada menos que 12 horazas…una media de menos de ¡30 km por hora!

Aunque no conozca Birmania en detalle, poco más de dos semanas en este país (ahora llamado Myanmar) me han hecho entender que tal vez sea el lugar más salvaje que nunca he visitado, la infraestructura del lugar, me ayuda a confirmar esta creencia…

Aquello que aquí entienden por carreteras no son otra cosa que caminos de cabras medio asfaltados que impiden que se pueda circular a velocidades normales (superiores a la velocidad de un carro de mulas) y, no se si agradecer la dejadez del gobierno de este país pero siento que de este modo, aunque en comparación con Europa aquí aún parezcan vivir en el siglo pasado, disfrutando de muchísimas de las cosas que en nuestra cultura el frenesí y los avances tecnológicos nos están haciendo perder. En Myanmar lo rural gana a lo civilizado, el tractor sustituye al descapotable, jugar con cualquier cosa en la calle es preferido a cerrarse en casa con la play y el trabajo en “el campo” gana la batalla a esas nuevas fábricas llamadas oficinas en las que en Europa perdemos gran porcentaje de nuestras vidas. Disfrutar de esto es volver a un pasado en que seguramente compaginan facebook con las cartas por correo para realizar cualquier tipo de práctica de cortejo.

Callejeando o mejor dicho cabañeando (ya que por aquí todo son cabañas), me doy cuenta que aquí saben vivir la vida bastante mejor a como la hacemos en España con tantos avances e inútiles comodidades.

Pensando en comodidades es también jodido aceptar algunas cosas, el mejor ejemplo de lo que quiero decir: los tiempos perdidos desplazándote por sus carreteras.

Casi 20 horas para hacer poco más de 500 km te hace entender que en este lugar algunas cosas cuestan más del doble de lo que entendemos por normal.

Aún aceptando que Birmania es lo más parecido a India que he visto en mi vida, y sabiendo que no hay país más complicado que la India, puedo asegurar que moverse en Birmania es mucho más lento y jodido que lo que pueda ser en el país de Gandhi.

El mejor ejemplo para explicar el estado de la infraestrcutura en Birmania es el ferrocarril. Nuestro tren recorrería poco más de 300 km en más de 12 horas…una media inferior a 30 km por hora que te hacía observar literalmente como en algunos momentos un ciclista o un carro tirado por burros, decidía adelantarte.

parecía un tren normal...

parecía un tren normal…

Creíamos sería una noche tranquila...

Creíamos sería una noche tranquila…

Tras el primer trayecto en minivan, aún bastante cansados, decidimos coger un tren hacia nuestro destino final, el único salía a las 23 de la noche y tenía una duración de algo más de 12 horas.El camino hasta Bagan sería: Ngwe Saung – Pathein en autobus de la zona, Pathein – Pyay en una minivan de algo más de 6 horas y Pyay – Bagan con salida a las 23 de la noche y llegada a las 11 de la mañana del día siguiente. En la estación nos explicaron que no había posibilidad de vagón sleeper como en la india así que nuestra cama la formaría un único sofá de poco más de 1 metro de largo. Lo que aún no sabía es que extraños y desconocidos mareos irrumpirían en mi vida esa misma tarde, poco antes de coger el tren, realizando el movimiento de levantarme de un modo algo rápido pero normal hasta entonces, noté que estaba por caerme al suelo, no le dí importancia hasta que al día siguiente algunos síntomas volvieron para quedarse…

Entrando en el tren, observamos el espectáculo de pasar la noche en un lugar del estilo. Personas de todas las edades se contorsionaban para adoptar aquella postura que les posibilitase el sueño, poco más tarde lo mismo haríamos nosotros.

Nos sentamos siendo conscientes que afrotunadamente, el sofá de enfrente estaba también vacio. De este modo en vez de ocupar un sofá entre los dos, ocupabamos uno cada uno, las medidas, un metro y pocos centímetros de largo por unos 30-40 cm de ancho…

Restos humanos por el suelo presagiaban como sería el resto del viaje...

Restos humanos por el suelo presagiaban como sería el resto del viaje…

Vicky llevaba días leyendo un libro que la tenía “drogada”, hasta el punto que, al contrario que a mi, le importaba poco dormir, así que mientras ella leía yo intenté descubrir si existía una posición en el que fuera posible echar una cabezadita…

Me tumbé hacia un lado pero me faltaba espacio. Cambié de lado y esta vez me sobraba el culo…

En momentos intermitentes de entre cinco y diez minutos iba cambiando mi posición siempre sin éxito. Ninguna postura me permitía dormir así que intenté ayudarme del espacio alrededor mío…

Da bastante miedo la cara del señor pero...¡está vivo!

Da bastante miedo la cara del señor pero…¡está vivo!

Apoyando los pies en el sofá de enfrente (el de Vicky), mi culo en una de las esquinas del mio y la cabeza en la otra de mis esquinas, conseguí reposar durante un rato. No fue durante mucho tiempo ya que al despertar observé que Vicky seguía leyendo con la misma energía que como la había dejado …

Entre postura y postura decidí observar lo que ocurría a mis alrededores en busca de nuevas ideas dándome cuenta que una de nuestras vecinas de tren, una chica francesa que se encontraba en el sofá de al lado, había decidido tumbarse directamente en el suelo ante lo que imagine fue la impotencia (al igual que la mía) de sus diferentes posturas.

Parece una masacre pero solo es gente intentando dormir...

Parece una masacre pero solo es gente intentando dormir…

Yo seguí intentándolo y entre ritmos de sueño de poco más de media hora observé al resto del tren viendo como la “capulla” de Vicky había conseguido encontrar postura y roncaba plácidamente. Acepté que como contorsionsita ella me ganaba de calle y tozudo de mí, seguí intentándolo sin conseguirlo…

Aceptando que era el único en aquel vagón que no conseguía dormir, empecé a estudiar las posiciones de las personas…

Algunas sabía que no podía adoptarlas así que las descartaba directamente, otras las fuí probando poco a poco hasta que decidí usar una que inicialmente la descarté por incómoda, dormir medio sentado. Esta sería la postura que me salvaría la noche.

Así conseguíría dormir unas cuantas horas, las suficientes para descansar y aceptar que quedaba poco antes de llegar a nuestro preciado destino.

Sobre las 9 de la mañana, una de las mil quinientas veces en que desperté aquella noche, acepté dejar de dormir y disfrutar del paisaje, mi compañera dormía plácidamente, reconocí que (aunque seguramente no tan escándaloso) yo también tuve una edad en que me era fácil transformarme en oso.

Poco más tarde de las 11 llegamos a destino, 12 horas en el tren más incómodo y lento que jamás haya viajado, por fin habíamos llegado y, como siempre en Birmania, tocaba regatear para no sentirse un completo gilipollas…

No teníamos hotel reservado ya que habíamos decidido (llegando pronto por la mañana y teniendo tiempo y energías para buscar) buscarlo sobre la marcha (a la aventura). Únicamente sabíamos cuál era la zona en que debíamos buscar: New Bagan.

Como en Sukhothai, Bagan estaba dividida entre Old y New Bagan, la zona nueva era la zona de hoteles y la vieja la de historia. Desconocíamos que había otro lugar llamado Nyaung (el pueblo más grande y cercano) que seguramente tenía más y mejor oferta (económicamente hablando), (nota importante) ¡apuntarlo para la próxima!.

Llegabamos a Bagan

Llegabamos a Bagan

Entrábamos en la jungla de estupas...

Entrábamos en la jungla de estupas…

De camino al nuevo Bagan pasamos una especie de control de turistas que desconociamos totalmente en el que se nos pedía una tasa de 25 dólares para pasear y disfrutar de Bagan durante 5 días, como no había modo de seguir sin pagar tuvimos que hacerlo, más tarde veríamos que esta tasa gubernamental era obligatoria para todo el mundo. Espero hacer una entrada resumiento cada uno de los países del viaje en la que Birmanía ganará el puesto de salvaje pero también la de gobierno del timo en el que constantemente te imponen comisiones absurdas para que seguramente algún capullo “de los de arriba” disfrute derrochándo un dinero que podría ayudar a muchos…

Llegamos a la zona y poco más de una hora nos sirvió para asegurar que en cuanto a calidad-precio Birmania deja mucho que desear (otra característica con que resumir este país). Finalmente conseguimos un bungalow muy bonito a un precio bastante alto aunque normal en este país, 35 dólares.

Como estábamos bastante cansados del eterno viaje a destino, decidimos comer y descansar durante ese día para reponer fuerzas e investigar interesantes posibilidades para el día siguiente. Esa misma noche certifiqué que aquel vahído del día anterior no había sido un hecho aislado, al realizar diferentes tipos de movimientos seguía sintiendo como la cabeza “se me iba”, una especie de mareos que al investigar por google me decía seguramente se tratase de vértigo posicional, con esta idea y sin dar demasiadas vueltas a un fenómeno nuevo y extraño en mi vida, intentaría disfrutar sin darle mayor importancia.

A la mañana siguiente, acompañado de aquellos extraños vértigos y muchas más fuerzas que el día anterior, madrugamos para desayunar y después muy animados ante aquello que estabamos por descubrir, alquilar las míticas “ebikes” para patearnos buena parte de Bagan.

Habiendo disfrutado pocos días antes de una moto de marchas en condiciones, ir subido a uno de estos trastos llamados “ebikes” me hacía sentir impotente…Si una moto normal dispone de caballos, este tipo de motos llamados ebikes debe disponer de gatos ya que ni corren ni suenan, algo parecido a ir subido en un auto de choque de las barracas con el bloqueo para niños de 4 años…

Aceptando que aquel trasto únicamente serviría para desplazarnos más cómodamente por la jungla de estupas que nos rodeaba y ayudándome de ese gps innato que tengo que hace imposible perderse, fuímos creando un mapa del lugar en movimiento.

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Era bonito perderse entre aquella jungla. Nos ayudábamos de un mapa del lugar para (cuando era necesario) entender nuestra situación y así, al observar la cumbre de alguna que otra estupa, íbamos adentrándonos en el bosque mientras descubríamos nuevos lugares. Investigando la historia del lugar comprendimos que en Bagan existían más de 4000 estupas, un número que vale para entender la de veces que nos perderíamos por aquellos bosques durante esos 3 días, mientras saltábamos de estupa a estupa como si se tratase del juego de la oca.

una jungla de estupas...

una jungla de estupas…

El templo Thatbyinnyu, nuestro punto de referencia

El templo Thatbyinnyu, nuestro punto de referencia

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Atardecer desde Haza Medih

Atardecer desde Haza Medih

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Vistas del atardecer desde Buledi

Vistas del atardecer desde Buledi

Vicky en ebike

Vicky en ebike

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En el interior de cada templo (estupa) se encontraban diferentes esculturas de buda. Los había grandes y pequeños, al igual que las estupas, y en los templos podías recorrer diferentes pasadizos hasta descubrir parte de su misterio.

Al atardecer de aquel primer día de exploración investigamos una de las visitas turísticas obligadas en esta ciudad, descubrir el mejor lugar desde el que apreciar sus famosos atardeceres, y digo famosos porqué es fácil comprender como han definido a Bagan como uno de los mejores lugares en el mundo desde el que apreciar la puesta de sol..

Google siempre ayuda así que ese mediodía tras horas de paseos entre los bosques de estupas volvimos al hotel a reposar un rato aprovechando para investigar cuales eran “esos lugares” a los que debíamos dirigirnos cerveza en mano.

En diferentes blogs indicaban que el templo predilecto por los turistas desde el que apreciar el ocaso se llamaba Shwe Sandaw paya y, como indicaba el templo, “paya” nos dirigmos.

Vistas desde Shwe Sandaw paya

Vistas desde Shwe Sandaw paya

Llegar a ese lugar fue algo bastante sencillo ya que se encontraba pegado a la carretera principal y justo enfrente de uno de los lugares más importantes y fáciles de reconocer, el templo Thatbyinnyu, uno de los lugares que nos servirían de referencia (al observar su cumbre desde la distancia) para perdernos entre el inmenso bosque de estupas que era Bagan.

Sobre las 17 llegabamos a Shwe Sandaw paya, lo haciamos en una ebike como el resto de turistas que nos acompañaban. Mientras corríamos en fila vacilé a Vicky con correr hasta llegar el primero de todos y así lo hice. Tanta afluencia aún una hora antes del atardecer nos hacía comprender que seguramente a nuestro modo de ver no era el mejor lugar desde el que apreciar la caida del sol.

Subimos, reconocimos que podíamos disfrutar de unas buenas vistas pero, entre lo lleno del lugar, lo empinado del mismo y entender que continuaba sufriendo aquellos síntomas desestabilizantes, consideramos realizar un plan B que bien habíamos estudiado.

La otra estupa desde la cuál (en varias web comentaban) apreciar el atardecer se llamaba Buledi y no distaba mucho del templo en que nos encontrábamos y nos dirigímos hacía allí.

Vistas desde el templo Buledi

Vistas desde el templo Buledi

Ayudándonos de la aplicación mapsMe que había instalado en mi móvil (ayuda mucho por estos lugares al poder descargarte todo el mapa offline) llegamos hasta el lugar y apreciamos como esta vez menos (aunque aún bastantes) turistas ascendían (mejor dicho escalaban) hasta la cima del templo. No teníamos mucho tiempo así que decidimos escalar hasta allí.

Con más dificultades de las normales debido a esos mareos que aún padezco (varios días después) intenté escalar lo mejor que pude, seguramente quien me viese hubiese podido compararme con alguna especie de reptil o algún abuelo centenario pero con este incordio no podía hacerlo mucho mejor.

Poco antes de aquel largo y tortuoso viaje a Bagan había empezado a padecer mareos al realizar algún que otro tipo de movimientos con el cuello, posiblemente a causa de deber realizar extraños contorsionismos para poder dormir durante estos viajes de aventuras o tal vez debido a la buena “idea” de Vicky de utilizar bastones para las orejas de que disponíamos en nuestra cabaña en la playa (es un poco lianta la tia), podeis imaginar como puedes sentirte con estos vaídos ascendiendo a lugares como las estupas de bagan con escaleras tan empinadas que parecen angulos rectos…

Una vez llegados a esta cima intentamos disfrutar (y aprovechar para sacar unas cuantas fotos) de un atardecer como pocos en una de las ciudades más misteriosas que jamás habiamos visitado.

Al día siguiente, bastante más confiados y con fuerzas decidimos descubrir gran parte de las restantes miles de estupas. Utilizando algunos puntos de referencia como el templo de Thatbyinnyu del que antes hablábamos y ayudándonos de mi GPS (orientándonos con el de Vicky hubieramos aparecido en Almería) le dije a mi mallorquina que fuese ella quien eligiese los lugares (o cúpulas de estupas) por los que perdernos y así, entre templos con budas y preciosos poblados repletos de niños y cabañas pasamos el día.

Al atardecer le comenté a Vicky porqué no nos aventurábamos a descurbir algún lugar nuevo desde el que apreciar el atardecer y como no, ella pensaba lo mismo.

El día anterior habíamos subido a un templo cercano a nuestro templo de referencia del cuál podíamos apreciar buenas vistas y hacia allí (con tiempo de sobra) nos dirigimos hasta sin querer dar de bruces con el que sería nuestro lugar preferido desde el que apreciar el ocaso, el templo que mapsMe indicaba como “Maha Zedi”.

Atardecer desde Maha Zedi

Atardecer desde Maha Zedi

una jungla de estupas...

una jungla de estupas…

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Y llegó el ocaso

Y llegó el ocaso

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¡que vistas!

¡que vistas!

Desde el Maha Zedi las vistas eran impresionantes, a nuestro parecer mucho mejores que desde los archiconocidos templos antes mencionados, para disfrutar de este espectáculo de la naturaleza. Desde este lugar se apreciaba un mayor número de siluetas de estupas que desde los puntos anteriores y,aparte de esto una gran cantidad de plantas, flores y palmeras completaban el lienzo, en pocas palabras: espectacular. Si no era suficiente con esto, descubrir que podíamos disfrutar del lugar casi en solitario nos hizo entender con sólo mirarnos a los ojos que este sería nusetro lugar preferido del que también disfrutaríamos en el ocaso del día siguiente.

Pocos días me bastaron para comprender que Bagan ha sido uno de los lugares preferidos en lo que va de viaje. Una inmensa jungla de estupas en la que poder aventurarse hacia lo desconocido sin miedo a perderse, la vida en un pequeño poblado al estilo del lejano oeste, disfrutar de fantásticos atardeceres o descubrir el espectacular y envidiable estilo de vida rural de todo el país mientras nos perdíamos entre cabañas y algún que otro Mingalabar (hola en Birmano), me ayudaban a reconocer que seguramente en el mundo existírían pocos lugares tan peculiares como este.

¡de vértigo!

¡de vértigo!

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Vicky en el maha Zedi

Vicky en el maha Zedi

El útlimo día lo disfrutamos de la misma manera, nos maravillamos otro día más y la anécdota graciosa del día sería el pequeño accidente de ebike (a la increíblemente alta velocidad de una persona paseando) que sufrimos aventurándonos en uno de los centenares de caminos de cabras por los que nos perdíamos…

Esa noche ya teníamos reservados los billetes (esta vez en bus) hacía otro lugar que nos dejaría de nuevo con la boca abierta, el Lago Inle o mejor dicho, La Venecia de la jungla.

Comprensible que lugares como este hayan traido el vértigo a mi vida aunque algo más jodido observar que días después, también en el lago, esta jodida sensación seguiría acompañándome…

 

Si te ha gustado el post, tal vez pueda interesarte conocer de primera mano el viaje que reflejé en mis diarios en Aventuras en el Sudeste Asiático y la India.