Después de la experiencia en los Sudarbans, de irnos sin ver al increíble tigre de Bengala en libertad y solo habiendo visto cocodrilos acechándonos en el barco y algún que otro animal, volvimos al pueblo de Gosaba para hacer el viaje de vuelta hasta Calcuta.

Bajo nuestros cálculos, llegaríamos pronto y nos daría tiempo para encontrar algún hotel decente donde pasar la noche. Sergio ya había estado allí, así que fuimos desde la estación directos a la famosa calle de mochileros llamada “Sudder Street”.

La búsqueda fue un infierno, si pasamos más de 3 horas dando vueltas me quedo corta, así que al final cedimos eligiendo un hotel que a pesar de que la habitación era algo pequeña estaba en condiciones de higiene (algo difícil de encontrar). Decidimos que era la mejor opción, no teníamos alternativa y necesitábamos descansar, ya dejaríamos para el día siguiente la búsqueda de un lugar mejor donde pasar el resto de días que nos quedaban.

Por la mañana con la ayuda de la wifi del hotel y tirando de booking, conseguimos un hotel decente no muy lejos de donde nos encontrábamos. Nos acercamos en taxi y efectivamente tenían habitación, a buen precio y decente, algo que en la India es un poco complicado.

El hotel se encontraba en el centro de Calcuta y las calles de su alrededor te dejaban sin palabras. Gente por todos los lados, colores, olores y alguna que otra cosa que llamaba la atención de cualquiera que no fuera del lugar.

shadu

Sin ir más lejos, delante del hotel había una “carnicería” y lo pongo entre comillas porque lo que en España conocemos como tal, nada tiene que ver aquí en la India. Digamos que aquí te encuentras una cabra atada a una mesa donde se encuentra un cuchillo de carnicero tan grande como para poder cortarle la cabeza de cuajo. Resulta que aquí la carne va sobre demanda, y pasa lo mismo con los pollos. Tienen el animal allí esperando a que venga un comprador y diga, “ ¡Eh, yo quiero ese!” y el carnicero sin comerlo ni beberlo, cuchillo en mano decide cortarle la cabeza y preparar la carne a gusto del consumidor.

Algo bastante duro para ojos “europeos”, pero supongo que los que somos de pueblo y hemos vivido con nuestros abuelos, lo hemos visto en repetidas ocasiones. Un ejemplo claro lo tenemos en Mallorca, donde muchas amigas mías ver sacrificar al animal en época de matanzas para después comérselo.

Después de observar con detenimiento como la pobre cabra estaba esperando la llamada de la muerte, nos dirigimos a hacer un reconocimiento por el centro y a pasear esta vez de día por la famosa calle de mochileros. Allí me llevo Sergio a desayunar a un restaurante donde los camareros indios hablan el Español y donde en la carta puedes encontrar desde gazpacho, pan con tomate y aceite y hasta tortilla de patatas con cebolla (algo que agradecimos, yo por lo menos después de tanto tiempo sin comida Española y echando tanto de menos la comida de mi madre).

Nos dimos un buen festín, ya que desde que habíamos aterrizado en la India, no habíamos podido comer nada parecido a nuestra dieta mediterránea y ya tocaba. En ocasiones se echa mucho en falta la comida de casa (mamá! Echo mucho de menos tus comidas!!),sobre todo las ensaladas, frutas y verduras.

Con la barriga llena de comida Española y felices, nos fuimos hacia el famoso mercado que se encontraba en el centro de Calcuta y no podía dejar de sorprenderme todo lo que mis ojos iban viendo a medida que caminábamos.

Niño vendedor de Chais

Niño vendedor de Chais

Me sorprendió ver tanta gente viviendo en la calle, a cada metro alguien dormía en el suelo, se duchaba con las fuentes de agua o intentaban ganarse la vida vendiendo cosas al lado de su cama en la misma acera.

Chaval refrescándose

Chaval refrescándose

A pesar de haber tanta pobreza sigo en mis trece, la India es el lugar más seguro que conozco, jamás he conocido un lugar con gente tan buena. No tienen nada y te lo dan todo, es increíble pero así de cierto, siempre que alguien nos veía perdidos o buscando algo, se paraban para ayudarnos, a indicarnos donde podíamos ir o a buscar a alguien que pudiera llevarnos. Todo esto sin pedir absolutamente nada a cambio, y de esto deberíamos tomar ejemplo, dar sin esperar recibir nada a cambio.

Después de dar un garbeo por el centro, comer y descansar, por la tarde decidimos experimentar una tarde de cine Bollywood. Habíamos oído en la tele anunciar una película que parecía ser la número uno en taquilla, la famosa Raees.

Vendedores de palomitas ambulantes

Vendedores de palomitas ambulantes

Nos acercamos a un cine y compramos las entradas, nos acompañaron a nuestros asientos y esperamos a que empezara la peli observando todo lo que nos rodeaba. Antes de que salieran los anuncios, apareció en la pantalla la bandera de la India y el himno empezó a sonar, la gente se levantó de sus asientos y puso su mano derecha en su corazón. Para no ser menos y así no llamar mucho la atención, como dos locales más, hicimos lo mismo.

Empezaron los anuncios y después de unos 5 minutos el título de la película aparecía en la pantalla y las luces se apagaban. Nuestra sorpresa fue cuando empezaron a gritar a nuestro alrededor, ¡como si de un concierto se tratara!.

Durante todo el tiempo que duró la película, la gente no paraba de gritar, sobre todo cuando aparecía el protagonista de la película, un tal “khan” (es el típico chico duro al estilo Vasco, traficante de alcohol y guaperas que se cree no poder enamorarse nunca, y al final cae en las redes de una chica muy mona)

La chica mona lamentándose

La chica mona lamentándose

Nosotros no podíamos parar de reírnos, ya que para nosotros era algo muy llamativo y nada normal, en el cine normalmente la gente está en silencio, pero como siempre la India no deja de sorprenderte, aquí todo es diferente.

Intentamos entender algo ya que era en hindi, el idioma oficial, no era ni subtitulada en inglés ni mucho menos doblada.  De hecho, al finalizar la película un local se acercó a nosotros y nos preguntó si habíamos entendido algo…. ¡Qué gracioso!

Del cine nos fuimos al hotel que ya tocaba descansar, al día siguiente sería nuestro último día en la India ya que en nada nos tocaba despedirnos de este increíble país para dar la bienvenida a Tailandia.

Al día siguiente, ninguno de los dos pronosticó lo que podría ocurrir, iba a ser un día perfecto, primero cena típica India y luego de birras al famoso Bar Paris, pero ocurrió lo siguiente….

Por la mañana cuando despertamos después de desayunar y asearnos nos dirigimos al corazón de la ciudad, sacamos fotos, visitamos mercados y comimos una paella (Sí, paella española que nos sirvió un cocinero español).

Por la tarde decidimos adentrarnos en callejuelas solitarias e increíbles para perdernos en ellas hasta encontrar salida algún lugar que ninguno de los dos sabíamos (Vamos, que nos perdimos pero fue increíble todo lo que pudimos ver). Cuando nos cansamos de caminar tanto, decidimos sacar el maps y dirigirnos al famoso bar Paris.

Es un lugar donde los hombres con dinero acuden, toman una copa y observan como chicas vestidas, cantan y se “contonean” (no se mueven ni para Dios) a cambio de billetes. Fuimos porque es un lugar que llama mucho la atención, saber que aquí tienen un tabú con el “enseñar” un brazo o una pierna y cómo puede llegar a alterarles ver una tripa al aire o a una chica moverse y cantar al mismo tiempo.

Pude observar como muchos de ellos, desde su asiento lanzaban billetes y billetes a cambio de una sonrisa o de un movimiento de brazo. Era absurdo ver cuánta gente fuera de ese local pasaba hambre o dormía en la calle y ver a estos personajes tirar el dinero de esa manera… (Pero para gustos los colores).

Después de esa experiencia decidimos ir a cenar al restaurante de al lado, nos queríamos dar un festín siendo nuestro último día en aquel país de sabores tan peculiares, pero no acertamos del todo…

Era un lugar donde la carta era escasa, y a cada cosa que pedíamos el camarero nos respondía que no (algo que no entendíamos porque los locales de nuestro alrededor tenían en sus mesas los platos que queríamos). Empezó a parecernos un lugar algo “racista” (para mi gusto) hacia los blancos, nos trataron fatal desde el principio sin que nosotros diéramos paso a ello.

Después de decirnos (aquel rancio camarero) a todo que no, se dirigió a la cocina y a  los dos segundos apareció con lo que se suponía que tenía que ser un “paneer butter masala” y pan, y debo decir que a ninguno de los dos nos dio buena espina lo que íbamos a comer, pero como teníamos hambre hicimos de tripas corazón y nos lo zampamos (¡Maldita la hora, nunca más!).

Ese fue el único error que cometimos en la india, en nuestro último día, comer algo que sabíamos no pintaba nada bien y fiarnos.

Que deciros o explicaros, la noche la pasamos fatal, yo la primera en caer, vomitando pero esperando que pasase y estar mejor al día siguiente. ¡ingenua de mí!, aquello solo acababa de empezar….

Al día siguiente nos tocaba pillar un vuelo hacia Bangkok,  y no puedo decir que nos levantáramos en condiciones para volar. Estábamos los dos con sudores, escalofríos, dolor de barriga y como no, turnándonos para el baño.

Yo no paraba de tener náuseas, así que intenté calmarlas con mucha agua y respirando hondo, algo que duró poco. Nada más entrar en el avión y este despegar, tuve que ausentarme durante un tiempo de mi asiento. Menos mal que fui precavida y me quedé con todas las bolsas que se regalan en caso de mareos, porque esto empeoraba (¡Que mal lo pasamos!)

Llegamos a Bangkok y el tiempo que duró pasar los  controles de inmigración para sellar el pasaporte, fue un infierno. El tiempo que duró el camino hacia el hotel en tuk-tuk no fue menos, mareada a cada segundo y dando rienda suelta al exorcismo natural…. Así que no os voy a contar más, pero los dos hemos pasado unos días muy jodidos y hemos tenido que estar a base de suero (Para la dieta ha ido que te “cagas” 😛 )

barco llegando a Bangkok

El buen humor no puede faltar en todo esto, así que recordaremos siempre que aquella cena estaba que te “cagas”!

Muy a nuestro pesar, después de 4 días, seguimos “cagándonos” (literalmente) en la dichosa cena de Calcuta, pero eso no nos impedirá seguir nuestra aventura. Ahora toca visitar un poco el centro de Bangkok y prepararnos para movernos, pues Ayutthaya nos espera.