Por la mañana despertamos temprano, ya que nuestro objetivo era desplazarnos hasta otro de los pueblos con más encanto de Italia llamado Civita di Bagnoregio.

Tardamos en llegar aproximadamente una hora, ya que distaba de Pitigliano unos 45 kilómetros. Al llegar lo primero que hicimos fue buscar aparcamiento lo más cerca posible al centro histórico o pueblo antiguo.

Encontramos que todos los párkings se encontraban en “Bagnoregio” y el lugar que queríamos visitar era “civita di Bagnoregio” donde pronto descubriríamos que solo se podía acceder a pie.

Hay numerosos parkings a lo largo del centro de Bagnoregio, pero si quieres ahorrarte un kilómetro a pie, aparca en el más alejado de su entrada ya que es el más cercano a Civita di Bagnoregio.

Desde el parking hasta el histórico pueblo hay unos 900 metros, aproximadamente unos 10-15 minutos andando.

Nosotros tras dejar el coche aparcado empezamos a caminar y tras diez minutos de recorrido llegamos hasta la entrada del puente que te lleva hasta el interno de Civita di Bagnoregio. Allí un hombre nos indicó que para poder acceder a él, necesitábamos adquirir dos entradas a un módico precio de 5€ por persona.

Cómo ya estábamos allí, pagamos la entrada correspondiente y anduvimos por la vía Santa María del Cassero, un puente que separa el precioso pueblo situado sobre la colina, del resto del mundo conocido…

Al interno del pueblo antiguo, el recorrido es fácil, ameno y corto, ya que se centra todo en una calle principal y dos colindantes, donde se concentran todos los restaurantes y hoteles del lugar.

Estudiamos las opciones para comer en el poblado y vimos distintas y muy suculentas posibilidades a muy buen precio, pero por desgracia no se permitía pagar con tarjeta, por lo que tuvimos que dejar la comida en Civita di Bagnoregio para otra ocasión…

Después de este descubrimiento, volvimos a Bagnoregio, donde aprovechamos para recorrer también su centro histórico.

Luego reanudamos la marcha y pusimos rumbo hacia uno de los pueblos cercanos ubicados a orillas del lago Bolsena, en concreto, Bolsena (sí, tiene el mismo nombre que el lago).

Es un pueblo de alrededor de unos 4000 habitantes y cuyo centro histórico se concentra en numerosas callejuelas empedradas con edificios rústicos y una plaza central.

Estuvimos buscando un lugar para poder degustar comida local y así satisfacer también las necesidades de nuestros estómagos, pero el hecho de no llevar efectivo nos truncó, también aquí, esta necesidad.

A pesar de haber numerosos restaurantes y bares, en todos y cada uno de ellos que preguntábamos antes de entrar si era posible pagar con tarjeta, las respuestas fueron “NO”.

Así que algo hambrientos terminamos de recorrer su centro y volvimos a reanudar nuestra marcha de camino a Pitigliano donde teníamos casa.

Debíamos que preparar las maletas para el día siguiente, comer algo y despedirnos de la Toscana, ya que un barco nos esperaba en menos de 48 horas para llevarnos de nuevo de vuelta a España, tras una aventura de 2 meses en Italia y 4 por Grecia, saboreando y descubriendo la magia, historia y peculiaridades de estos preciosos países vecinos…