-Extrañas tu hogar. Lo entiendo.
– ¡No! No entiendes. Ninguno de ustedes entiende. ¡Ustedes son enanos! Están acostumbrados a esta vida. ¡A vivir viajando y nunca asentarse ni pertenecer a ningún lugar!”- El hobbit

Esa mañana, despertamos en el parking del restaurante donde la noche anterior habíamos parado para dormir, ya que no encontramos otro lugar que pudiera protegernos del frío.

Por la noche me desperté con ganas de ir al baño, desvelé a Sergio pidiéndole que me acompañara (estaba todo oscuro y llovía), así que dándole en la mano el chubasquero e indicándole con una mirada la puerta, me acompañó sin rechistar.

Yo me puse en la parte trasera de la furgoneta y él en la lateral, y en el mismo momento que en silencio hacíamos nuestras cosas, empecé a oírle diciéndome si me faltaba mucho, se le notaba alterado y algo nervioso.

Cuando de nuevo nos metimos en el furgón me explicó que vio algo que hizo que se agitara y pusiera su alarma de protección en marcha.

En mitad de la oscuridad y bajo la lluvia, había visto una sombra de un hombre alto corriendo hacia la carretera, no sabía si esa “cosa” era una persona o un personaje sacado de alguna leyenda local.

Era alto y corría muy deprisa, entre la oscuridad y hacia la carretera, algo que no tenía sentido alguno, ya que no había nada a los alrededores donde pudiera ir a cobijarse del aguacero.

Nos quedamos con la mosca tras la oreja, preguntándonos qué había a esas horas en ese parking y cuáles eran los motivos de que estuviera allí y en ese mismo momento, en la oscuridad y bajo el chaparrón.

A mí no me quitó el sueño, y enseguida caí rendida de nuevo dejándome llevar por el cansancio acumulado y sin dar importancia a lo sucedido.

Creo que Sergio no tuvo la misma suerte que yo, y se quedó desvelado pensando en qué sería aquello que sus ojos vieron con tanta claridad, y preguntándose si estábamos seguros en aquel lugar donde ahora no estábamos solos.

Por la mañana, fuimos directos a por un cappuccino, necesitábamos hacer desaparecer aquel cansancio ya que ese día teníamos que llegar al Lago Ness, en busca de nuevas leyendas y seres con que quizás, podríamos tener la suerte de toparnos.

Sligachan, increíble lugar…Tocaba despedirse de él…

Con unas servilletas y un boli, empezamos a trazar nuestra nueva ruta, el objetivo estaba decidido, pero necesitábamos diseñar un plan para los días que nos quedaban en este increíble y mitológico país.

Prosiguiendo la marcha, y tras indicar en el GPS cuál era nuestro nuevo destino, de camino antes de abandonar la isla de Skye decidimos parar en un lugar donde habitaban los míticos bueyes con flequillo para realizar algunas fotos y llevarnos como recuerdo aquella imagen, una isla plagada de lagos, montañas, verde por doquier y frondosos bosques.

buey con flequillo

Era una pena abandonar aquel lugar, quizás si hubiéramos tenido más tiempo, podríamos haber dedicado un día más en visitar diferentes zonas que ofrece la isla como las “Fairy pools”. Pero debo decir, que nos quedamos con una lista de sitios para visitar en una próxima vuelta a Escocia.

De nuevo nos montamos en la furgoneta poniendo rumbo al Lago Ness, en concreto a Fort Augusts, siguiendo la ruta A887, donde paramos en la cafetería Cluanie Inn a tomar un café cuando quedaba a mitad de camino.

Despidiendo skye, tocaba volver a la carretera en busca de más lugares fascinantes…

Es necesario ir parando de vez en cuando a tomar café, cocacola o alguna cosa que nos despeje y nos haga seguir el recorrido con seguridad, si decidís elegir como nosotros el coche como medio de transporte para recorrer Escocia, os aconsejamos que paréis a descansar.

Siguiendo por la ruta hacia Fort August, cuando estábamos llegando al lago Ness, tomamos la A82 que nos hacía bordear toda la laguna. La carretera que rodea a la leyenda mitológica Nessy, es un recorrido circular en el que puedes recorrer entero el camino que cerca el lago sin perderte.

Llegando al Lago Ness

Mientras circundábamos la zona, nos íbamos fijando en las diferentes oportunidades que nos ofrecía ese paraje donde poder pasar la noche con nuestra casa móvil.

Dos carteles con la enseña de Fort August nos daban la bienvenida, cuyo lago estaba corrompido por una leyenda de un monstruo llamado Nessy.

Aparcamos la furgoneta y nos pusimos a caminar hacia el centro de la ciudad, buscando ver que nos ofrecía, si había restaurantes o lugares donde pasear y poder así admirar aquel pantano y la espesura que lo rodeaba.

Pasarelas en los canales que daban al lago…

Estuvimos observando los precios en diferentes locales, y ninguno nos convenció, así que decidimos acercarnos al supermercado del centro y hacer algunas compras, entre ellas un buen vino, esta vez no nos equivocaríamos.

Dentro del mercado tenían una sección de comida caliente, y fue allí donde adquirimos algún tentempié local para hacer desaparecer nuestra gula. Saciados ya, nos dirigimos hacia el castillo de Urquhart, un lugar marcado por la historia y que domina el espectacular paisaje del Great Glen “El gran valle”.

Esta fortaleza data de inicios del siglo XIII, desde ese momento y hasta su abandono final en el siglo XVII su historia ha estado marcada por los conflictos librados entre escoceses e ingleses. En el año 1692 fue destruido por los ingleses con el objetivo de evitar que los jacobitas se hicieran con él. A día de hoy quedan unas ruinas sublimes que evidencian lo que un día fue.

No quisimos pagar la entrada a la fortaleza (9libras), conformándonos con contemplar su divinidad desde el exterior y en las alturas, desde un punto estratégico donde podíamos apreciar el conjunto del lago Ness junto a su castillo.

Tras hacer algunas fotos, y sentarnos a contemplar la fortaleza, nos dirigimos hacia Drummadrochit en busca de algún lugar donde darnos una ducha.

En esa zona solo encontramos pastos llenos de bueyes y vacas, así que investigamos en internet si existía la posibilidad de encontrar algún camping en las inmediaciones, donde poder acercarnos y pagar por los servicios.

Localizamos el Borlum Farm Caravan & Camping Park, donde por 5 libras pudimos darnos una ducha y asearnos para proseguir la marcha en busca de algún lugar donde poder dormir a orillas del lago.

Decidimos que la mejor opción era dirigirnos hacia Fort August, pasear y así visitar algunos de los rincones que escondía esa aldea donde da comienzo el lago Ness.

La carretera que bordeaba el lago

Paseamos durante una hora, realizamos unas compras y nos dirigimos con la furgoneta a un punto donde pudiéramos contemplar el ocaso en aquel paraje tan misterioso.

Lugar donde decidimos pasar la noche en el Lago Ness

Mientras brindábamos y tomábamos el vino, podíamos observar en el agua misteriosos movimientos, cosas flotando y hasta indescifrables ruidos que procedían de la marisma.

Esa noche, Sergio despertó en varias ocasiones, iluminando cada vez el lago con nuestras linternas en busca de algún movimiento o avistamiento en esa área de agua con tantos misterios que teníamos frente a nosotros.

Si te ha gustado el post, tal vez pueda interesarte conocer de primera mano nuestro viaje por este fantástico país de leyenda pinchando aquí ESCOCIA: Low Cost para tus sentidos.