La escarpada forma de los acantilados, su tamaño y el descubrir que se trataba de la zona volcánica con la caldera más enorme del planeta, hizo crecer mi interés en conocer más detalles sobre este enigmático conjunto de islas que era Santorini.

Impresionantes y escarpados acantilados nos daban la bienvenida a Santorini

Así la noche anterior en el hotel aprovechamos para investigar y visualizar algún que otro documental desde el teléfono móvil, comprendiendo muchos de las particulares de la isla…

En un pequeño vídeo se mostraba con datos, la formación de la isla y su completa historia, un magnífico ejemplo con el que descubrir el lugar en el que estábamos…

El nombre antiguo de la isla es Thera, pero según los autores griegos antiguos, su primer nombre fue Kallisté, que podríamos traducir como ‘la más hermosa’ o ‘la más bonita. El actual nombre de Santorini es de origen italiano, debido a que los mercaderes venecianos de la Edad Media la rebautizaron en honor a Santa Irene. Después, tras la unificación del archipiélago a Grecia en 1840, vuelve a retomar el nombre de Thera para los griegos.

Pero más que el nombre, lo que llama la atención de este archipiélago es su forma y lo que debajo esconde…

Vistas desde lo alto de los acantilados

Según la historia, hace miles de años la isla era una sola y tenía una forma redonda, observando el semicírculo en su isla principal y probando a unirlo con otra de las islas más grandes llamada Thirassia, fácilmente se observa esa forma, y la altura de sus acantilados hace entender que su centro es una especie de inmenso cráter por el que discurre el mar, que viene llamado caldera…

Esta inmensa caldera inundada, tiene 12km de largo por7 de ancho, y hace fácilmente comprender que no es otra cosa que el cráter de uno de los supervolcanes más grandes del mundo.

Su formación dice que alrededor del año 30000 antes de nuestra era, diferentes terremotos y erupciones hicieron colapsar buena parte del centro de la isla, conservando aún su forma circular hasta que, alrededor del año 1600 A.C., la erupción más grande de la historia de la humanidad haría colapsar buena parte de la isla llevándose con ella a la cultura más avanzada de la época, la civilización Minoica…

Los Minoicos se distribuían entre Creta y Santorini, tenían una de sus ciudades más importantes en la zona de Akrotiri, que sería uno de los lugares que descubriríamos la mañana siguiente, allí aún hoy podían observarse casas de hasta 5 pisos con columnas preparadas para terremotos, baños en casas, tuberías para la gestión de las aguas y hasta sistema de alcantarillado, estando en el año 1600 A.C. es fácil entender que disponían de realidades miles de años avanzadas a la época.

La súper erupción que azotó la isla vino provocada desde el centro de la misma, en el islote y lugar en que se encuentra ahora el volcán Nea Kameni (uno de los volcanes activos de la isla), y fue tan fuerte, que no solo sepultó con diversos metros de detritos a toda la civilización minoica de la isla sino que dio forma a sus acantilados, creó tsunamis de cientos de metros que arrasaron la costa de Creta y el resto de esta cultura e incluso se cree sepultó el reino de la Atlántida del que años más tarde hablaría Platón. También se piensa que las plagas de la Biblia de las que hablaba Moisés, tienen mucho que ver con este cataclismo ya que oscureció el cielo durante meses, creando un cambio climático que sumió en el más frío invierno a buena parte de esta región, lanzando a la estratosfera tal cantidad de rocas, que se estima es mayor el peso que el de todos los edificios juntos del país de Japón. Difícil escapar de aquella realidad y fácil comprender cuál sería el sufrimiento de los habitantes de la zona.

Descubrir estas realidades ayudaba a disfrutar en mayor medida de los muchos misterios que aún quedaban por descubrir, ayudando a hacernos estremecer echar la vista desde el borde del acantilado y comprender la terrible tragedia que allí se vivió hace años. Una tragedia que un día volverá a repetirse y volverá a sepultar poblados tan preciosos como Akrotiri, Inmerovigli u Oia, que pronto conoceríamos…

De camino al cráter del volcán Nea Kameni

A la mañana siguiente llegó la hora de descubrir parte de la historia del lugar, paseando entre los rincones del poblado que aún hoy guarda su mayor descubrimiento, Akrotiri.

Un descubrimiento llevaría a otro y así, el descubrimiento del palacio de Cnosos en Creta, ayudó a los arqueólogos a conocer y poner nombre a la que llamaron la civilización Minoica, y el descubrimiento de cómo sería destruido, llevaría a reconocer unos tsunamis que años atrás vendrían provocados por un supervolcán que descubrieron en Santorini. Una cosa llevó a otra y nuevas excavaciones descubrirían allí entre decenas de metros de escombros fruto de la erupción de 1600 A.C. una ciudad minoica que dataron en el 4000 A.C. con avances tan sorprendentes que situaban allí uno de sus principales establecimientos.

Aquel cataclismo eliminaría esa civilización de la noche a la mañana, pero por fortuna, ese y otros descubrimientos aún hoy pueden observarse desde este precioso rincón llamado Akrotiri.

Para empezar nuestra excursión, nos dirigimos al pueblo de Akrotiri, a pocos kilómetros de su yacimiento arqueológico. Este pueblo de casas blancas se sitúa en la parte sur de la isla, y lo forman un pequeño conjunto de casas blancas distribuidas sobre su ladera.

Ruinas del castillo veneciano de Akrotiri

Aparcamos en la parte baja y, cámara en mano, comenzamos a ascender las callejuelas del poblado, descubriendo a los pocos metros un antiguo castillo veneciano semiderruido, que hacía entender que también las distintas pequeñas erupciones y terremotos que han asolado la isla (3 erupciones en lo que va de siglo) han causado algún que otro daño…

Sacamos unas cuantas fotos y aprovechamos para apreciar la caldera desde este lugar, y aunque puedo decir que llegar al faro merece y mucho la pena, el poblado de Akrotiri no me impresionó tanto como el resto de rincones de la isla, tal vez por ello a los pocos minutos decidimos seguir nuestro camino y dirigirnos al yacimiento arqueológico.

Al llegar, una inmensa cola nos hacía presagiar que no éramos los únicos a saber de este lugar, pensábamos que así sería porqué descubrimos esta realidad la noche anterior… y esta circunstancia unida a los 12 euros por persona que costaba la entrada, nos hizo desistir en nuestro empeño y dejar esta visita para más tarde.

Ese día teníamos previsto conocer la zona central de la isla de Thera, en especial tres de los lugares más reconocidos Fira, Firostefani e Inmerovigli, tres pequeños poblados de preciosas casas blancas ubicados en lo alto de los acantilados de la caldera, pero antes de ello teníamos previsto conocer también Akrotiri, la Red Beach o playa roja y un bonito conjunto de pequeñas iglesias llamado ExoGonia.

Vicky se encargó de posicionar todos los puntos sobre el mapa y crear el orden que crearía nuestro recorrido y así, después de aceptar que dejaríamos para más adelante las ruinas de Akrotiri (finalmente las veríamos gracias a otro documental), nos acercamos a otra majestuosa y fantástica playa, la Red Beach o playa roja.

La maravillosa playa roja de Santorini

Informándonos más tarde se sabe que el mito de la Atlántida tiene muchas probabilidades de haberse producido aquí no solo porque realmente fue sepultada y tragada por la tierra una entera civilización, la Minoica, miles de años avanzada a su época, como Platón relataba en sus escritos sino también porque, entre muchas otras evidencias, también el filósofo griego comentaba que en ese reino de la Atlántida, se comerciaba con minerales de tres colores negro, rojo y blanco, los mismos que daban nombre a sus diferentes playas por el color de su arena y el ambiente que les rodeaba…

Así tras aparcar, llegamos a la Red Beach para descubrir una pequeña y preciosa cala situada bajo enormes acantilados rojos de cientos de metros de alto. Si en la playa de Vlichada el color de los acantilados era blanco y sus arenas negras, aquí todo cuanto le rodeaba era rojo, dando un carisma especial también a esta pequeña playa que parecía sacada de otro planeta.

Eran varios los turistas que disfrutaban de sus aguas, pero nosotros, tras saborear y fotografiar aquella maravilla, seguimos nuestra ruta ya que aún nos quedaba mucho por descubrir antes de comenzar a descansar, nuestra siguiente parada sería un precioso poblado con diferentes y preciosas iglesias llamado ExoGonia.

Orientados por el GPS nos dirigimos hacia el lugar, discurriendo y superando un pequeño puerto muy cercano al bonito Pyrgos, cuyas principales iglesias en lo alto de la colina llamaron mucho mi atención, y justo en la parte baja de este puerto parecía encontrarse el pueblo al que nos dirigíamos…

Vistas desde lo alto de la iglesia de Episkopi Gonias

Digo parecía porque nos habíamos equivocado de lugar y aquellas iglesias que tanto habían llamado mi atención indicaban el rincón al que debíamos dirigirnos, aunque esta pequeña pérdida nos ayudó a conocer un misterioso sitio llamado Episkopi Gonias, un poblado 100% griego tan solitario y silencioso, que parecía fantasma…

Una enorme bodega daba paso a este enigmático poblado en el que no solo parecía no haber un alma, sino que, las muchas casas derruidas que allí se encontraban, parecían hacer entender que al igual que aquella civilización minoica, también sus habitantes habían sido sepultados de alguna manera.

En su centro, rodeada de casas destrozadas por causas que aún hoy para mí son un misterio, una preciosa iglesia se alzaba creando un agradable ambiente que parecían divisar los pocos turistas que allí nos encontrábamos.

El misterio de las casas derruidas de Episkopi Gonias

Le comenté a Vicky que antes de irnos sería buena idea descubrir el porqué en esta isla existía tal cantidad de casas derruidas y porqué aquel pequeño poblado parecía llevarse la palma. Otra realidad que también llamaría mucho mi atención serían los distintos coches que, al igual que aquellas casas, se encontraban abandonados en diferentes caminos, haciendo entender con todo ello que, en algún momento de su reciente historia también parecía haberse detenido el tiempo para sus habitantes…

Tras descubrir y disfrutar aquel error de ubicación, volvimos a indicar al GPS la búsqueda de las Gonias pero esta vez pondríamos la palabra Exo en sus inicios para volver a subir el empinado aunque breve puerto que de allí nos separaba y disfrutar fotografiando sus bellas iglesias.

Fabulosas vistas desde la iglesia de ExoGonia

Aparte de dos preciosas iglesias, en especial una con cúpula azul que contenía un cementerio, el lugar no parecía dar mucho de sí, con lo que seguimos nuestro recorrido hasta una de las perlas de la isla de Thera, Inmerovigli…

Algo cansados y hambrientos decidimos parar en algún lugar intermedio, y así intentando disfrutar también de alguna bonita característica de estos lugares, elegimos como parada el pueblo de Mesaria a pocos kilómetros de Fira.

Decidimos descubrir las bellezas del lugar tras llenar nuestros estómagos y de este modo empezamos por buscar un restaurante bueno, bonito y barato en la zona central del lugar, una especie de plaza con distintos bares y mercados.

Así encontraríamos el Mike Grill House, un lugar 100% griego con buenísimos precios y un jefe, Mike, muy atento y servicial.

Diez euros, dos giros y dos cervezas después y un genial yogurt griego obsequiado por el jefe del lugar después, nos dirigimos ya más contentos, a descubrir ligeramente lo que este pueblo podía ofrecernos, descubriendo cerca del lugar donde habíamos comido, otro precioso y tranquilo poblado con una de las más enormes iglesias de la isla. Quedaba aún mucho por descubrir y también queríamos disfrutar de relax con lo que decidimos no investigarlo en detalle y acercarnos a una de sus principales maravillas…

Esta maravilla tendría un nombre que parecía anunciarlo, Inmerovigli, un fantástico conjunto de casas en lo más alto del más alto de los acantilados del islote, con unas vistas a la caldera tan impresionantes que, los enormes ferrys que allí se distribuían, parecían de juguete. Observar aquel espectáculo de la naturaleza desde el lugar y descubrir pequeños y fabulosos apartamentos incrustados en ese enorme peñasco, como si de cabras se tratara, formaban una escena tan maravillosa como única, algo que ninguno de nosotros se esperaba encontrar, simplemente alucinante…

Vista Acantilados desde INmerovigli

Roca de Inmerovigli

Disfrutar de Santorini desde lo más alto de su ladera, te hacía comprender lo insignificante y a la vez único del ser humano… por un lado la naturaleza era y podía ser tan bestial de reducir cualquier forma humana a cenizas, y descubrir aquella inmensa caldera natural que un antiguo cataclismo había formado, te ayudaba no solo a comprenderlo sino también a darle forma ya que podías observar literalmente y a escala natural aquella olla; pero a su vez, descubrir aquellos preciosos apartamentos distribuidos de una manera tan genial en las alturas, con pequeñas piscinas o jacuzzis, restaurantes, tiendas e incluso iglesias adornando aquel paisaje, te hacía observar que, por mucho que la naturaleza pudiera ser tan potente, también el ser humano lo era y seguiría siendo en su empeño, siendo capaz de dominar a la belleza, aún a sabiendas que todo tenía una fecha de caducidad, y es que, tanto Inmerovigli como su vecina Firostefani y la más grande Fira, Oia y Akrotiri o también Pyrgos e incluso muchas de las islas cercanas a Santorini, volvería un día en que serían destruidas con una nueva sacudida o erupción, y ese día podía incluso estar más cerca de lo imaginado.

Todas estas ideas se sucedían en mi mente sin tener idea de ello, y eran tan grandes y distintas las sensaciones que era fácil sentir perder el equilibrio; esto unido a mi vértigo natural y al imaginar como el mar pudo tragarse aquella civilización, hacían de aquellos instantes momentos únicos que difícilmente podría un día olvidar.

Aquella sensación con la que los enormes acantilados me dieron la bienvenida a la más fantástica de las islas que he visitado, unida a las vistas desde las alturas de Inmerovigli, fueron las dos realidades que más me sorprenderían en mi visita por la isla. Estas serían las bases de tanta maravilla que aún quedaba por descubrir…