Sería en la ciudad de los muertos de Varanasi donde por primera vez escucharía esa definición “a primera vista” tan sorprendente, llamativa e incluso épica: los Intocables.

Al escuchar este nombre, rápidamente asocié la palabra con poder, una especie de aura que hacía a estas personas acercarse a alguna divinidad, superhéroes hindús en un país donde la magia recorre cada uno de sus rincones, una definición que me recordaba a esos otros intocables más famosos, los de Eliot Ness

Pero nada más lejos de la realidad, pronto comprendería que el hecho de ser intocable en la india no tenía ningún beneficio, sino todo lo contrario. Parece ser que cualquier ser humano en la India dispone de una casta, siendo considerados por ello descendientes directos de alguna divinidad, menos los intocables o dalits que no solo no disponen de casta sino que, como bien indica su nombre, no deben ser tocados ya que según las creencias del lugar, corrompen todo lo que tocan…

Y de este modo, en pleno siglo XXI aún se puede observar como existen seres humanos que tratan a estas personas peor que a las alimañas.

Aunque Varanasi tal vez es el único rincón de la tierra donde a estas personas el hecho de ser intocables les otorga algún poder (son ellos los encargados de gestionar las incineraciones en los Ghats de Varanasi), tal vez sea en Calcuta donde se puede observar profundamente lo que significa ser intocable.

En la foto se ve un joven que descansa, seguramente abatido y desorientado, tirado en plena calle como si le faltase la vida, y muy probablemente es eso, la vida, lo que desde que han nacido “intocables” les ha fallado.

En el sistema de castas de la India, un paria, intocable o dalit, es una persona que, de acuerdo con las creencias hindúes tradicionales, se considera fuera de las cuatro varnas o castas. Varna se refiere a la creencia de que muchos humanos fueron creados a partir de diferentes partes del cuerpo de la divinidad “Púrusha”, y la parte de la que cada varna fue creada define el estatus social de una persona en relación con aspectos como con quién puede casarse y qué profesiones puede desempeñar.

El primer texto hinduista en hacer referencia a los varnas como las cuatro grandes clases es el himno Púrusha-sukta del Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.). Allí se dice que el Púrusha (‘varón’) es el ser supremo y el primer ser, y que mediante su primigenia inmolación se crearon todos los seres y cosas que existen, y de él salieron las cuatro grandes castas:

    • – Los brahmanes (sacerdotes, maestros) son la casta más alta, que —según ellos— salieron de la boca de Brahmá.
    • – Los chatrías (políticos), que salieron de los hombros de Brahmá.
    • – Los vaishias (comerciantes y artesanos),que provienen de los pies de Brahmá.
    • – Los shudrás (esclavos o siervos, obreros y campesinos), que se formaron de las caderas de Brahmá.

Los dalits (parias, mlechas) son los intocables, una clase tan baja que se considera fuera de los varnas. Los hinduistas consideran que los dalits son tan bajos como perros y para sobrevivir suelen trabajar en los espacios laborales permitidos por el sistema de castas, como el de recoger excrementos humanos con las propias manos. Adicionalmente los niños, ya desde muy pequeños, suelen limpiar los inodoros del colegio al que acuden
Al estar fuera de las varnas, a los parias, históricamente, solo se les ha permitido realizar trabajos marginales. Se incluyen los trabajadores del cuero (llamados chamar), los granjeros pobres y los jornaleros sin tierra, los artesanos callejeros, los artistas populares, los lavanderos de ropa y otros.

Los poceros (limpiadores de pozos negros, cloacas y lugares similares) son los más intocables entre los intocables, por la repugnancia que genera su dedicación: nadie les da ni les entrega nada en mano y viven en las afueras de las poblaciones. Son sobre todo mujeres las que, desde pequeñas, se dedican a retirar las heces ajenas, que recogen con un pequeño cuenco y cargan en baldes sobre la cabeza. Si en los baños encuentras un limpiador, algo muy raro en la India pero muy común en lugares donde intentan preservar las formas como hoteles de lujo o aeropuertos, ten por seguro que estás de frente a un intocable.

Tradicionalmente eran aislados en sus propias comunidades, hasta el punto de que las clases superiores evitaban el contacto de sus sombras. La discriminación contra los dalits existe aún en zonas rurales y en la esfera privada. No obstante, ha desaparecido en zonas urbanas y en la esfera de lo público, en lo relativo a libertad de movimiento y el acceso a la educación.

Por tristeza, según la ONG International quedan al menos 40.000 ‘intocables’ en India.

Los dalits son a menudo víctimas de la violencia, como frecuentes linchamientos, asesinatos y violaciones. En el estado de Rajastán, solo entre 1999 y 2003 hubo más de 143 parias violadas y 93 asesinados. Masacres que solían incluir la violación de mujeres y el asesinato de hombres y mujeres dalits se reportan en el siglo XX en Chundur, Neerukonda, Andhra Pradesh, Tamil Nadu, Panyab, Kherlanji, siendo las más recientes Majarastra (2006) y Rajastán(2008).

Este fenómeno, no obstante, no es exclusivo de la India, puesto que existen grupos similares en Bangladésh (denominados arzal), en Yemen (conocidos por al-akdham) y en Japón (donde reciben el nombre de burakumin).
La foto recogió una realidad desconocida en ese momento para mi pero que pronto descubriría, una triste verdad que aún hoy se sufre en este precioso país del millón de dioses.

Ojalá llegue pronto el día en que el joven de la foto pueda despertar y disfrutar de otra realidad en la que nadie es estigmatizado por sus orígenes o apellido, una verdad sin castas donde cada cual tiene un mundo ante si repleto de posibilidades, y está en cada uno hacer realidad esa mejor versión de si mismo que pueda convertirlo en una leyenda…

intocables india

Los intocables de la India

Tal vez el chico de la imágen no sea realmente un “intocable” pero sé que días después, tras conocer esta triste realidad y descubrir esta foto, esa fue mi primera asociación. Era una mañana de invierno en Calcuta y miles de transeúntes discurrían por una de las calles principales del New Market de Calcuta cuando, allí en medio tirado como si le faltase la vida, se encontraba este chico que, aunque podía apreciarse respiraba, poco o nada parecía buscar en esta vida, una triste realidad que tampoco parecía tener mucho que ofrecerle…

 

Si te ha gustado el post, tal vez pueda interesarte conocer de primera mano el viaje que reflejé en mis diarios en Aventuras en el Sudeste Asiático y la India.