Nosotros cenamos una noche en el restaurante Porto Leone, su especialidad son los pesados y el marisco. Dejamos que un camarero que hablaba Español nos guiara en la selección de platos, y a decir verdad, es lo mejor que pudimos hacer. Elegimos un Tzatziki de primero con pan para empezar a abrir apetito.

Tras el entrante, el camarero nos comentó que esa misma mañana había ido a buscar los mejillones y las conchas a la lonja que se encontraba a unos metros del restaurante. Hicimos caso a sus consejos y terminamos llenando la mesa de platos. El único “pero” que pondría a este restaurante, es que las raciones no eran abundantes.

A unos cinco minutos caminando desde el restaurante por el paseo, donde empiezan los bares donde se puede uno sentar a tomar algo, encontramos un lugar llamado “Extasis”, donde se puede pedir desde un cuba libre hasta una “cachimba”. Los precios están bien, pero aquí en Grecia no tienen mucha idea de preparar combinados. Así que este lugar lo aconsejamos a quienes les apetezca pararse a fumar narguile, ya que por lo demás no está muy allá.

Otro restaurante que encontramos durante nuestra búsqueda de playas por la isla, era  Akroteri café, que lo dirige un Albanés muy simpático y servicial.

Aquí paramos a comer el día que quisimos visitar la playa de “faros”. Cuando entramos y pedimos el menú, observamos que la variedad era muy escasa, ya que únicamente ofrecían sándwich, hamburguesa o perrito caliente. Nos decantamos por un perrito y acertamos acompañándolo con una Alfa bien fresca.

El perrito nos los sirvieron en una barra de pan condimentada con kétchup y mostaza, el precio por la cantidad que es, está muy bien. Dos perritos y una cerveza nos costó 8€.

El restaurante tiene una terraza con sombra desde donde puedes disfrutar de unas vistas increíbles a la playa y a esas aguas cristalinas tan seductoras mientras te deleitas con la cerveza fresca y la comida.

Bancos en las calas de Peristeria

Otro de los restaurantes donde fuimos que nos gustó muchísimo y que se encuentra literalmente en la playa, se llama “Tavern Meltemi”. Aquí los precios son económicos, la variedad abundante y la comida está espectacular.

Es un buen lugar donde comer si decides pasar el día en la playa de Kanakia, ya que es el único restaurante de la zona y el más próximo a ella se encuentra a una media hora.

Nosotros nos decantamos la primera vez que fuimos por un pulpo (que dejan secando al sol previamente para después pasarlo por la parrilla) y una ensalada griega, todo fresco y sabroso. La segunda vez que paramos a comer cuando llegó visita, pedimos una parrillada de marisco (fritanga de gambas, calamar, pulpo y pescaito) y esta viene acompañada de un plato con pulpo a la vinagreta, diferentes quesos y ensalada. Pensábamos al principio que nos quedaríamos con hambre, ya que habíamos pedido una mariscada para dos y éramos cuatro, así que añadimos un plato más, cerdo cocinado a fuego lento, tan lento que la carta indicaba que para cocinarlo se necesitan 4 horas…

Todo estaba increíblemente bueno, fresco y sabroso, el precio también captó nuestra atención, 50€ una parrilla de marisco para cuatro, un plato de carne donde podían comer tres personas, cervezas y cafés.

Y por último lugar, el último restaurante que descubrimos y que repetimos en nuestro último día en la isla, fue el “The Pyrofani”, donde sorprendentemente, aparte de disfrutar de exquisitos platos al mejor precio, sus propietarios hablaban perfecto español.

Aquí nos atendieron de la mejor manera, tanto que nos sentimos como en casa, conocimos a toda la familia que dirige el restaurante y comimos unos platos deliciosos a un precio inmejorable.

En el Pyrofani tienen una carta extensa, donde puedes elegir desde diferentes entrantes griegos como tzatziki, feta, ensaladas y demás, marisco y hasta carne. Nosotros nos decantamos por picar un poco de todo como siempre, y lo que más nos gustó fue el calamar.

Las gambas fritas, el pulpo, la ensalada griega, las ostras y los boquerones en vinagre que prepara la madre madrileña del dueño del local, son espectaculares.

Si tenemos que elegir un restaurante entre todos los que hemos podido estar durante el mes que hemos vivido en Salamina, The Pyrofani sería el primero de ellos, tanto por su amabilidad como por sus platos e incluso cercanía a una de las mejores zonas costeras de la isla, lugar donde se encuentra nuestro rincón preferido, la cala que bautizamos con el nombre de salvaje.

Vistas a las montañas de Salamina desde Cala escondida