Puede que el paso del tiempo aleje ciertos recuerdos de la memoria, pero hay algunos sobre los que el tiempo no tiene tanto poder, seguramente aquellos que se nos quedaron marcados, que en cuanto surge la mínima sensación vuelven a nosotros como si fueran eternos. Revivir alguno de estos momentos sin esperarlo nos hace sentir inmensamente felices, aunque pueda parecer extraño, volver a montar en un autobús hindú causaba en mi esta sensación.

Dicen que una imágen vale más que mil palabras así que…meto un mini video resumen, aseguro que la realidad supera con creces lo que puedas ver en él.

Habían pasado ya varios años desde mi primera vez. Cuatro años y pocos días atrás me encontraba en Port Blair, la capital de las islas Andamán en la India, esperando un autobús que me llevase a la zona de Randagha, la playa más cercana. No viene a cuento pero  en aquella playa me llevé una buena sorpresa ya que al poco de disfrutar de sus aguas un guarda vino a indicarme que saliera de allí, el día anterior un cocodrilo merodeaba el lugar en que me encontraba…

Dejando a un lado aquel susto, el viaje en autobús que me llevaría hasta allí me haría inicialmente temer por mi vida para poco más tarde sonriendo como si de un indio más se tratase…

Aquel autobús TATA 100% indio en el que nada más subir todo el mundo me miraba como si fuese de color azul, se disponía a recorrer poco más de 40 km en medio de la jungla. Todo el mundo menos yo eran autóctonos y buena parte de ellps niños estudiantes de una escuela que quedaba de camino a la playa.

En cuanto arranco el motor, derrapes, frenazos, volantazos, música a todo volumen…mucho miedo para mí pero la gente… ¡reía!, disfrutaban del espectáculo., Podías ver a varios niños saltando de un lado a otro fruto de la velocidad y los frenazos, o ancianos aguantndo difícilmente la batalla, fuera como fuese nadie excepto el menda parecía preocuparse, algunos conversaban y reían, otros no hacían nada e incluso podías ver a personas durmiendo, …al poco tiempo sentí como yo también me contagiaba de aquello. Era sencilla la elección: ¿Preocuparse y temer o sonreír y disfrutar del trayecto? ¿Cambiaba algo que yo me preocupase o dejase de hacerlo si quería llegar a mi destino?

Me contagie de esa filosofía al comprender que allí era algo normal y que, tal vez fruto de su aparente poca preocupación por la muerte (debido en gran parte a su religión), preferían sonreír y disfrutar del trayecto que preocuparse y acabar vomitando o maldiciendo su suerte. Fue una idea inteligente y divertida y a partir de aquel día intenté disfrutar del mismo modo siempre que me montaba en un bus en la india, un autobús donde no se conduce, se va de rally.

4 años más tarde de aquel primer viaje, iba a revivir aquellas sensaciones que descubriría en aquel viaje por la jungla, no lo sabía aún, pero en pocos minutos me daría cuenta de ello.

Me encontraba en algún lugar perdido cerca de Vaikom, una pueblo indio en el que jamás en mi vida hubiera imaginado terminar, recuerdo que pensé: Si alguien te hubiera dicho que un día de tu vida te encontrarías sólo y perdido en un pueblo cerca de un lugar llamado Vaikom, ¿te lo creerías? Sabía que no, que seguramente jamás lo hubiera imaginado, esta sensación de estar viviendo aventuras tan fuera de la (para mi) vida normal, no hacía sino hacerme sentir orgulloso, estaba más que encantado.

Volviendo al presente, por precaución había decidido terminar antes mi visita a los backwaters ya que temía podría necesitar esas horas de más, horas más tardes me daría cuenta de ¡cuanta razón tenía!

Geaorge Taxi

El taxi de George i

Serían entorno a las 14 cuando descendí de la furgoneta de George que me llevase a los backwaters, al bajar comenté con un hombre del lugar (al que previamente se había dirigido George) cuál sería mi camino y me daría las siguientes indicaciones (o eso creí entender):

1 – Acercarse a la estación de autobuses de Vaikom

2 – Ir de Vaikom a Allepey

3 – Desde Allepey preguntar cómo llegar a Varkala

4 – Una vez en Varkala acercarse a Varkala Beach y conseguir hostal antes de que los hostaleros se metiesen a dormir.

Con esta información debía ser lo más ágil posible. El señor me comentó que para conseguir realizar el 1 punto de la lista podía esperar uno de los buses que pasaban por esa zona. El problema era el idioma, al ser autobuses rurales y 100% indios, el vocabulario era algo que mi cerebro no podía procesar en absoluto ya que se parecía más al árabe que al latín, por ello opté por preguntarle si estaba muy lejos ya que de no ser así el punto 1 lo haría en tuktuk, y así lo hice, fueron unos 5km y pagué 100 rupias.

Llegados a la estación de Vaikom me dirigí a la ventanilla de información. Una cosa que no debería sorprender demasiado a cualquier turista que se acerqué a desconocidos poblados hindús es que ellos (al igual que yo y muchos otros), no hablan inglés, lo intentan. Ya había observado esta pecurialidad en la ciudad de Allahabad años atrás cuando yo y mi compañero de viaje Elio nos dimos cuenta de llevar horas moviéndonos en circulo debido en gran parte a que los hogareños de aquel pueblo sabían solo decir left pero no right ( o del right se habían olvidado), y aquí en Vaikom volví a apreciar esta peculiaridad.

Estaciónd e autobuses de Vaikom

Estación de autobuses de Vaikom

La solución al problema del idioma era sencilla: no preguntes a uno, pregunta a 10, y si 8 o 9 te indican lo mismo es que estas en lo cierto. Hace días que tenía activado mi modo indio y así hice, pregunté hasta saberme seguro.

Bus Vaikom - Allepey

Bus Vaikom – Allepey

Cuando la mayoría me comentó que el autobús hacía Allepey (con el que conseguiría realizar el punto 2) era uno que se encontraba parado a pocos metros, hacía allí me dirigí y, en cuanto subí, todas esas sensaciónes de revivir algo fantástico volvieron a mi

El material de los míticos autobuses Tata, la disposición de los asientos en los que normalmente las mujeres viajan a un lado y los hombres al otro, el sonido del motor y, sobre todo el ser mirado y estudiado cómo si fueses una raza de animal exótico desconocido o fueses de color azul; descubrir que eres el único extranjero, que la gente te sonríe y todo son buenos modales; recordar que en breve encenderían los motores y volvería a sentir esa adrenalina que corre por tus venas al reconocer que sin quererlo estas de rally, y no en un coche cualquiera sino en un gran autobus.

Si sabes de que hablo o un día te acercas a disfrutar de este tipo de experiencia, apreciarás que el material del autobus, el sonido del motor o el rechinar de sus frenos, el modo en que dondolea de lado a lado mientas esta en movimiento e incluso el ambiente que se respira, se acerca más a la sensación de ir metido en un gran tanque que en un autobus “occidental” a los que estamos acostumbrados.

Revivir todo esto me puso los pelos de punta, sensaciones como esta te hacen disfrutar de la aventura como ninguna otra. Me encontraba dentro de una nueva realidad, pero dentro, ¡del todo! y faltaba sólo una cosa, disfrutar…Si a estas sensaciones unía el saber que iba a la carrera hacia una ciudad de la que nada sabía y en la que no tenía nada “atado” como podría ser la habitación del hostal en que me hospedaría me hizo sentir tan vivo como hacía tiempo no recordaba…esta era la aventura que había venido a revivir a la india y, por fortuna, me había topado con ella de bruces.

40 cm de Euro por 2 horas de viaje

¿40 cm de Euro por 2 horas de viaje?

El camino Vaikom Allepey me costaría 30 rupias, poco más de 40 cm de euro para un trayecto que duraría unas 2 horas…

Decidí sentarme delante, al lado del conductor, en modo de disfrutar del rally de copiloto…la sensación es parecida a jugar a un juego de rally en la consola pero disfrutando de la imagen a través de un video-proyector, al máximo…

De copiloto en un autobus hindú

De copiloto en un autobus hindú

Disfrutaría reviviendo y recordando cómo en la india aunque existan las líneas que delimitan los sentidos de circulación, en la cabeza de sus conductores estas no existen, la carretera forma un único canal en el que sortear las diferentes barreras como si de un videojuego se tratase. Es muy gracioso darse cuenta de cómo jamás esperan a adelantar, lo intentan siempre, sea cuál sea el espacio de que dispongan.

En la india, los elementos más importantes en los medios de transporte son dos: los frenos, y las bocinas, sobre esta última disponen de un sofisticado método de bocinazos que difícilmente un occidental podría comprender, pero ellos lo consiguen y de un modo sorprendente. Si te fijas, la palabra Horn (bocina) viene de serie con cualquier tuk tuk o autobus en la india.

Podríamos pensar que los indios están locos pero a mi modo de ver no tienen más opciones, disponen de carreteras bastante limitadas y de medios no mucho mejores, aparte de eso tienen una densidad de población altísima por lo que las carreteras siempre están a rebosar. Se ve que debido a estas cuestiones han evolucionado respecto a lo que conducción se refiere en un modo sorprendente, estoy seguro que mucho de estos conductores de autobús podrían ganar muchos campeonatos de rally.

También pienso que de imitarlos o probar a conducir en sus carreteras, nosotros occidentales tendríamos todas las de perder así que mejor disfrutar de las vistas para conducir ya habrá otros caminos.

Tras dos horas de locura constante llegamos a Allepey, donde debería realizar y seguir la misma técnica para conocer cuál sería el próximo autobús que me llevaría a Varkala, o eso creía…

Estación de autobuses de Allepey

Estación de autobuses de Allepey

Preguntando me di cuenta que no existía un bus directo a Varkala, debía coger dos, el primero dirección Trivandrum hasta parar en un pueblo del que más tarde preguntando otras muchas veces esta vez al ayudante del conductor, conseguí conocer el nombre, se llamaba Kollamballam.

Yo con los billetes del autobus

Yo con los billetes del autobus

El rally Allepey – Kollamballam me llevaría otras 3 horas y costaría 135 rupias, ya era de noche cuando llegué a esta ciudad donde tras las indicaciones del mi ya amigo ayudante del conductor (tanto como para dejarme un rato a cargo de los billetes del autobus) conseguí coger el autobús hacia Varkala casi a la carrera.

 

Bus Kottayam - Varkala

Bus Kollamballam- Varkala

Último rally de poco más de media hora para llegar a poco más de las 20:30 a Varkala, ya casi lo había conseguido, únicamente quedaba el punto 4, llegar a Varkala Beach…

Al descender en Varkala estudie el precio de un tuktuk a Varkala Beach, tratar el precio ya formaba parte de mi, más por una cuestión de principios que de necesidad. Cuando supe el precio real me acerqué a uno que me llevaría a la playa, concretamente a la zona turística llamada Varkala Cliffs (acantilados de Varkala) que se disponían sobre la playa de Varkala.

Se estaba haciendo tarde y sabía que debía darme prisa por lo que me dirigí a 2 guest houses a consultar precio y condiciones, no me convencieron por lo que seguí buscando, no tenía mucho tiempo y por fortuna, pocos metros más tarde cerca de la playa, conseguiría una habitación en un hostal que, aunque no me convenciese totalmente, lo hacía en esa parte que bastaba, pasaría una noche allí y vería, si no me convencía al día siguiente cambiaría.

Parada y masala chai

Parada y masala chai

Finalmente en la playa, tras cientos de kilómetros, más de 7 horas entre autobuses, paradas y tuktuks y poco más de 300 rupias (4 euros apróx) podía descansar reconociendo que la aventura…¡me encanta!

 

Para todo aquel que pueda leer esta entrada sería bueno comentar que este tipo de medios de transporte puede ser todo menos cómodo, también lo desaconsejo a hipocondríacos o personas demasiado cuadradas (se sale de los esquemas), para el resto, comentarle que una experiencia del estilo les aportará mucha vida mientras les hace darse cuenta de cómo muchas veces el idioma o el dinero no son una barrera para conseguir una meta, pocos gestos, alguna sonrisa y muy poco dinero, puede bastar para recorrer infinidad de kilómetros y disfrutar de las vistas y la experiencia como si te encontrases dentro de una película.

Eso si, una vez consigas tu propósito y vivas este tipo de experiencias, elige un lugar cómodo donde reposar y repostar toda la energía que tanta adrenalina te habrá hecho consumir…yo había elegido bien mi destino y allí en el relax me encontraba yo, en Varkala, una de las playas más bonitas de la india.

Tocaba relajarse y disfrutar unos días…

Si te ha gustado el post, tal vez pueda interesarte conocer de primera mano el viaje que reflejé en mis diarios en Aventuras en el Sudeste Asiático y la India.