Buscando gestionar posibles problemas ante la llegada de Vicky, esperando tener atado todo lo posible y ayudar a Vicky a comenzar del modo más agradable posible su aventura, un día antes de su llegada yo ya estaba en Hyderabad.

Estudie el aeropuerto para evitar (aunque las hubo) preocupaciones y más tarde me dirigí al hotel que (aunque barato) parecía decente a la ver que estaba situado en la mejor de las ubicacioens posibles, el Charminar, monumento con el que se distinguía esta ciudad (jamás antes conocida) de la India.

Un “luxury bus” (en India estan bastante flipados y pronto espero hablar sobre ello) me dirigió a la zona, pronto alucinaría en colores…

La carretera y la decoración de esta al salir del aeropuerto me hacían sentir en Europa, no en India, hasta que pocos kilómetros más cuando ya nos acercabamos a mi destino, ante mis ojos todo comenzó a transformarse de un modo que dificilmente hubiera imaginado…

El caos y la desolación parecián acapararlo todo, el lugar se asemejaba a un derruido pueblo del Oeste americano (de esos de indios y vaqueros) pero entre sus habitantes una mayoría musulmana a la vez que un número exorbitado de burkas, lo ocupaban todo…

Tras los ultimos sucesos en Europa debo decir que algo de canguele me entró, no por mis prejuicios (que son pocos e intento cada vez sean menos), sino por reconocer que parecia ser el único blanco en una ciudad “demasiado” mayoritariamente musúlmana que parecía pertenecer más a países como Siria o Iraq que a aquello que yo conocía como la India.

No me gusta generalizar porque la vida me ha hecho entender que hacerlo es de imbéciles, pero si soy de los que piensan que entre tantas ovejas siempre puedes encontrar alguna negra, y, aquello que yo entendía como oveja negra musulmana podía ser algo peligroso (si tenía en cuanta la locura en que se había convertido el mundo en algunos aspectos).

Llegados al Charminar, caos absoluto. Era sábado y a pocos metros de este monumento se encontrba la segunda mezquita más grande del mundo. Imaginé que el sábado para los musulmanes podía tener un significado parecido al domingo para los cristianos ya que esa zona estaba a rebosar, con un porcentaje de 9 de cada 10 mujeres con Burka…

Me daba cuenta que, como primera imrpesión tras un largo viaje, algo así podía ser demasiado impactante. Aparte de esto sabía que Vicky necesitaría descansar así que esperaba que al menos el hotel se encontrase en una zona algo más tranquila y las condiciones del mismo fueran lo bastante agradables como para devolver algo de paz ante aquel caos excesivo pero…todo lo contrario.

Más caos, humedad y no siendo suficiente no tenía ventanas. En pocos segundos salí de allí con una idea en mente: buscar un lugar tranquilo y en condiciones, costase lo que costase…

Busque un tuk tuk y trate el precio hacía el destino elegido: el City Center. Pronto reiría conmkigo mismo culpa de mi ingenuidad, porqué…

Estaba en la India y el city center podía ser todo lo contrario a aquello de lo que cualquier ciudad Europea dispone, un centro histórico, un lugar donde pasear y disfrutar de la historia de la ciudad, en Hyderabad no, allí el City Center era otra cosa, era…un Centro Comercial 🙂

Sonriendo, cansado y descubriendo como se asomaba el agobio en mí al comprender faltaban pocas horas para el anochecer, intenté buscar un lugar donde dormir pero sería en vano. Dándome cuenta de ello busqué otra solución dirigiéndome a un internet point e intentado descubrir or mi solo aquello que podía dar de sí esta tan “al momento” extraña ciudad.

Estudié opciones a la vez que pregunté al propietario del lugar por zonas tranquilas donde poder disfrutar de las vistas y un agradable paseo.

Tras comprender que la comunicación 100% objetiva era algo bastante complicado en este país tanto por sus complicacioens en el idioma como por mis de3ficiencias, me acontenté con un good o un no, good significaba buena zona, no o bad significaba no vayas allí…

Encontré un hotel en el barrio de Jubilee Hills que tenía buena pinta y le pregunté or la zona obteniendo un very good, esta indicación junto con el nombre Colinas del Júbilo (o de los jubilados) me convencieron totalmetne, revervé y hacía allí me dirigí observándo en cuanto entre por la puerta de mi habitación, que no había podido elegir un lugar mejor, haríamos un salto en el camino para recargar las pilas ya que el tipo de aventura que tanto Vicky como yo queríamos disfrutar no llevaba consigo demasiados vicios y este lugar era algo diferente.

Habitación de hotel: aquí teniamos que llegar juntos

Habitación del Oyo rooms en Jubilee Hills

La primera visita con Vicky sería al Charminar, el estandarte de esta ciudad de más de 7 millones de habitantes, el lugar en el que inicialmente teníamos el hotel.

Tras una tarde-noche de descanso, al día siguiente nos dirijimos hacía allí. De camino le comenté que alucinaría con el tráfico y el modo de conducir de esta ciudad, no soy ningún experto en tierras indias pero si he visitado gran parte de ella y disfrutado de esta durante más de 3 meses y, desde mi experiencia jamás había observado nada parecido en cuanto a tráfico se refería como Hyderabad…

Carreteras de más de cien metros de ancho con infinitos carriles y el mismo número de sentidos rodeados por una constante nube de polución en la que convivían una inquietante cantidad de bocinazos, frenazos o chirridos de motores, más que el Charminar sería este a mi modo de ver el símbolo de esta ciudad, una característica que me hacía lamentar la suerte de los millones de habitantes de esta ciudad, en especial los conductores de rickshaw…

Tras una hora sumidos en ese caos, exaustos al haber inhalado varios paquetes de tabaco concentrados entre aquella polución, llegamos al Charminar. Tras disfrutar y fotografiar parte de las vistas hice notar a Vicky aquello que llamó tanto mi atención el primer día, el tráfico, los burkas, la gran cantidad de población musulmana del lugar, el ruido y, en medio de todo aquello nos dirigimos a los bazares.

Telas de infinitos colores nos rodeaban en medio de gran cantidad de sonrisas y buenos gestos, no costó mucho a Vicky valorar una de las grandes diferencias y virtudes de la India. el calor humano.

Ese calor humano era capaz de convertir cualquier cosa en una sonrisa así que, con o sin tráfico, con o sin ruido, envueltos en una sonrisa nos dirigimos a otro de los lugares de interés de la ciudad, el Lago y el cercano Templo hindú más importante de la ciudad el Birla Mandir.

Un tuk tuk nos dejó a pocos metros de este gran templo, para llegar debíamso sortear una especie de antiguo mercadillo hindú muy característico. Una calzada serpenteante con grandes adoquines dividía los laods del mercadillo hasta dar con la entrada del Birla Mandir.

El templo se encontraba a lo alto de una colina desde la que se divisaba uno de los grandes lagos de la ciudad. Enteramente recubierto de marmól blanco, disponía de diferentes habitaciones en las que podías encontrarte con diferentes dioses hindús, entre ellos lo más conocidos: Shiva, Ganesh (el elefante) y Hanuman (el mono). Sabiamos bien poco sobre estas deidades pero debíamos guardar las formas así que visitamos el templo en silencio disfrutando del lugar y sus vistas.

Tras eso nuestra visita en Hyderabad se centró en recuperar el equipaje de Vicky, comer y relajarnos lo más que pudimos.

Se hizo la hora de comer y nos aceracmoas a comer al Paradise, el lugar en el que según los hindús se hace e lmejor Biryani del mundo (un tipo de arroz del lugar, una de las especialidades hindús). Al llegar observamos un arco detector de metales en la puerta (no era el primero que sorteabamos en esta ciudad) y hombres de seguridad fuertemente armados (un misterio que aún a día de hoy nos queda por resolver). Accedimos al local y descubrimos ese falso lujo (muy común en la india) que te hace creer al interno de un palacio, cuando fuera (cortinas cerradas para no verlo) el caos, desorden y suciedad lo gobiernan todo…

Al ser un local bastante pijo, algo muy distinto al tipo de aventura que vamos buscando, nos tomamos la experiencia como una particularidad de las que disfrutar y recordar cuando nos encontremos exaustos con un puñado de arroz en mano. LLenamos los estómagos y nos dirigmos hacía el hotel

, parando antes a disfrutar de uno de los tantos chais (tés hindús) que nos ayudasen a coger fuerzas.

Llegados al hotel preguntamos por la maleta a lo que nos dijeron que seguramente llegaría el siguiente día por la mañana. Tranquilizados y pensando podríasmo dirigirnos (una vez recuperado el equipaje) a las oficinas de Vicente Ferrer en Anantapur, aprovechamos el resto del día para primero visitar el pequeño templo hindú que teníamos debajo del hotel y después descansar y recuperar energías.

Al día siguiente, con gran ayuda del personal del hotel, un lugar que recomiendo a cualqueir persona que llegue a esta caótica ciudad en busca de algo de calma, el Oyo Jubilee Hills, recuperamos la maleta de Vicky. Mientras tanto, evaluamos las opciones para llegar a Anantapur, muchas dependían del horario en que llegase la maleta y, la mejor opción era salir a las 14 en tren hacía allí para llegar antes de las 22.

Finalmente, la maleta habia llegado

Finalmente, la maleta habia llegado

Por fortuna, la maleta llegó a las 12:30. Teníamos hora y media para llegar al tren (nos separaba una hora), comer y pillar los billetes de tren, volvía la aventura y esta vez no estaba sólo…

Felicidad modo On

Aventura…¡con maleta!

Si te ha gustado el post, tal vez pueda interesarte conocer de primera mano el viaje que reflejé en mis diarios en Aventuras en el Sudeste Asiático y la India.