Llegaba el día de realizar la más fabulosas de las excursiones posibles en la isla, acercarse al epicentro del volcán Nea Kameni, tocar con las manos el lugar desde el cual hace más de 3000 años tuvo lugar la erupción más potente y catastrófica de la historia de la humanidad…

Para llegar al punto de encuentro e inicio de la excursión, deberíamos bajar al puerto de Athinos con nuestro propio coche, habíamos decidido hacerlo así para ahorrarnos algún euro y tener también la posibilidad de movernos libremente cuando terminase la actividad.

La bajada fue menos temorosa de cuanto pensaba, teniendo en cuenta que nada más llegar, observar esas empinadas curvas con que nos daba la bienvenida la isla de Santorini me hacían presagiar un posible vuelo en coche; y unos 45 minutos antes del inicio de la excursión previsto a las 10 ya llegábamos al puerto.

Lo primero que hicimos al llegar al lugar fue buscar aparcamiento y, sabiendo que en Grecia el parking suele ser libre, observar distintos coches aparcados a lo largo de la costa del puerto nos hizo, inicialmente, pensar la misión iba a ser fácil…aparcamos allí en batería pero por fortuna, observar los inconfundibles colores de las papeletas de las multas en todos aquellos coches dispuestos en línea recta me haría saltar las alarmas…en este lugar se dedicaban a poner multas, y como no nos apetecía salir de allí con recetas, nos apresuramos a buscar un sitio donde aparcar sin problemas.

Vistas a la caldera desde la base del puerto de Athinos

Por fortuna teníamos tiempo y en el minúsculo parking gratuito del puerto de Athinos había 1 único espacio libre que rápidamente nos empeñamos en ocupar. Aún nos faltaba media hora para comenzar así que, como nos habían dicho en la oficina de excursiones, fuimos a buscar a Jason, el que sería nuestro barco.

Encontramos el Jason y aunque faltaban varios minutos al inicio de la actividad, decidimos probar suerte y preguntamos al capitán si podíamos esperar dentro ya que aquella mañana tiraba algo de viento, y como no podía ser de otra manera viniendo de esta humilde y agradable gente, poco después de solicitar el favor ya estábamos dentro…

Aquellos minutos antes de la excursión los aprovechamos para estudiar más en detalle los misterios de Santorini y su volcán, en concreto estudiamos datos y detalles de aquella erupción minoica que hace miles de años elimino de la faz de la tierra a una entera civilización. Una buena parte quedo sumergida en el mar al desprenderse las paredes del volcán, dejando el aspecto actual de la isla con unos acantilados de más de 300 metros de altura sobre el agua y 400 bajo la misma, el resto fue sepultada bajo decenas de metros de cenizas que aún pueden distinguirse en las diferentes capas de aquellos enormes peñascos.

Nuestro barco se situaba sobre la misma caldera de uno de los sistemas de volcanes activos más peligrosos del mundo y pronto sobre un pequeño barco surcaríamos las aguas, momento que aprovecharía para intentar meter miedo a Vicky contándole lo que pudieron sentir aquellos minoicos y esperando no pudiera repetirse en aquellos momentos. La ciencia y la historia dicen que un día se repetirá y es muy probable que aquello que tanto temíamos pudiera suceder en realidad, una cuestión de tiempo y mala suerte que esperábamos no tener…

La excursión bordeaba la caldera para en primer lugar acercarse a las hotsprings de Palea Kameni, aguas termales naturales fruto de la actividad volcánica de la zona.

Vista de Thirassia desde la caldera

Debido a la geografía del lugar, no era posible acercarse a más de 100 metros de las aguas no profundas, debiendo realizar una distancia de unos 150 metros a nado hasta llegar al lugar. Vicky y yo, habiendo leído que esas aguas no eran gran cosa y habiendo ya disfrutado en pasado de algo parecido al bañarnos en el cráter del volcán YeakLaom de Camboya, preferimos ver aquello desde el barco.

Antes de que los bañistas que lo quisieran se lanzasen al agua, el guía advirtió de que no se pueden bañar en ellas personas con problemas respiratorios, coronarias o que no estén en buena forma, y aunque cumplíamos los requisitos para saltar al agua, la distancia, el frío y el poco atractivo que para nosotros tenía nos hizo mantenernos firmes en los asientos…

Media hora después seguiría la navegación hasta el puerto de Nea Kameni, un pequeño y precioso enclave muy parecido a una estación pirata, en el que el resto de barcos de excursiones se disponían amarrados los unos de los otros, sobre aguas de un color verde claro que te hacía creer estabas en el caribe, aunque el color era más debido a la actividad volcánica y elementos como el azufre y el sulfuro que a aguas cristalinas o arenasblancas.

En breve estaríamos aquí, en el puerto del volcán Nea Kameni

El pequeño puerto se dividía en 2 y el nuestro era el número 2, un dato importante para la vuelta a la visita del volcán, pero antes de empezar, el guía se empeño en pedirnos un favor, que lo siguiéramos y no nos separásemos del grupo ya que había gente que se había podido perder y el terreno podía ser algo peligroso…

Y como no podía ser de otra manera, a los pocos pasos nos empeñamos en perdernos y saborear a solas aquel precioso montículo formado por rocas volcánicas y un pequeño cráter en el centro. El camino no era sencillo, y aquel calor asfixiante que provenía tanto del alto de los cielos como del centro de la tierra lo hacía más complicado, pero la distancia no era muy larga y, contrariamente a lo dicho por el guía, parecía no tener perdida. Se veían las alturas y eran más los turistas que allí había así que bastaba seguirlos para descubrir lo que aquel volcán escondía…

Recorriendo Nea Kameni

De esta manera fuimos bordeando el volcán siguiendo los caminos que indicaban las diferentes zonas mientras descubríamos extraños aparatos de medición o pequeñas fumarolas que expulsaban vapores en el centro del volcán. Aprovechamos para sacar fotos sin prisas hasta que volvimos a ver al guía y decidimos acercarnos a escuchar buena parte de la historia del lugar, una serie de hechos y misterios que hacían mágica a esta isla.

Y así descubriríamos algunas realidades ya conocidas gracias a documentales recientes que hablaban de la erupción minoica, la Atlántida y los ríos de lava que formaron el lugar, y otras más desconocidas pero también importantes, como que Santorini no eran una sino hasta 5 islas, las diferencias entre ellas, hasta cuál era el más bonito y peligroso volcán del lugar y hasta la existencia de autobuses turísticos…

Yo era todo oídos e intente quedarme con las cosas que más podrían impresionarme.

Así supimos que la isla principal, la única turística y en la que puedes disfrutar no solo la vida sino un sinfín de experiencias y atardeceres, era Thira, en referencia al nombre antiguo de la isla y su volcán, el Thera, una isla que miles de años atrás venía conocida como “La Redonda” por su forma circular. De allí veníamos y allí habíamos descubierto Akrotiri, Fira, Inmerovigli, Oia, Pyrgos, las vistas desde sus acantilados o las playa de colores…

El volcán inhabitado sobre el que nos encontrábamos era una de las otras 5 islas y su nombre se derivaba de Nea (nueva) Kameni (Caldera) ya que esta formación rocosa tiene una pequeña caldera y cráter en su interior.

Pegada a Nea Kameni estaba Palea Kameni, lo que traducido del griego venía a decir la vieja caldera, un islote que se formó antes del Nea Kameni y en el que según nuestro guía hay un único habitante, un griego que enloqueció de amor por una italiana hasta el punto de creer que será una futura erupción del volcán lo que pueda devolvérsela a sus brazos…desde Palea Kameni espera día y noche este acontecimiento mientras sobrevive dios sabe como.

El resto de islas lo formaban Aspronisi, un pequeño e innacesible montículo con grandes acantilados, y Thirassia, el otro islote habitado en su cumbre por un poblado de poco más de 300 familias, un lugar que según el guía no tenía nada que ofrecer…

Vistas de algunas de las islas

Aparte de estas lecciones geográficas e históricas el guía nos intento guiar en el resto de visita por Santorini indicando a todos cuantos estábamos allí que tuviesen cuidado con el resto de excursiones que podíamos encontrar ya que la mayoría eran un auténtico timo y no merecían la pena…entre ellas la del autobús privado al atardecer por nada menos que 30 euros era no solo la peor sino el mayor de los atracos ya que existían autobuses de línea en la isla que cada pocos minutos llegaban a las distintas ciudades y paradas por el módico precio de 1 euro y algunos céntimos…

Aparte de los timos nos indicó algo que Vicky yo habíamos observado, no existía un lugar mejor que otro para ver el atardecer ya que, aunque todo el mundo se empeñaba en ir a Oia, podía observarse desde casi cualquier punto de la isla e incluso apreciarlo en la soledad desde distintos acantilados podía ser mucho más mágico que pisar o ser pisado para obtener la mejor de las fotos desde el mítico castillo del pueblo de Oia. Un consejo que también tendríamos en cuenta para nuestro último atardecer, para el que ya quedaban unas pocas horas…

Terminaba la excursión y, como no podía ser de otra manera, estábamos encantados, y aprovecharíamos las relajantes y asombrosas vistas del resto del paseo en barco para seguir imaginando la cantidad de secretos que albergaba aquel lugar, muchos de ellos nos habían sido revelados y algunos otros un día serían descubiertos entre millones de toneladas de cenizas volcánicas.

 

Llegaba el momento de decir hasta la próxima a uno de los rincones más enigmáticos del mundo, un lugar maravilloso tanto por su forma como por su fondo, Santorini, mucho más que una bonita isla de postal…