Esta mañana el plan estaba muy claro, nuestro primer destino sería Pisa.

Poco sabíamos de este lugar aparte de su torre, esa que al parecer y a simple vista está tan inclinada, que desafía a las leyes de la gravedad.

Me ilusionaba y no voy a mentir, hacer un poco de postureo intentando imitar esas graciosas fotos donde la gente intenta hacer posturas imposibles con sus cuerpos donde parecer escalar, coger, agarrar, abrazarse y hasta alzar la torre de todas las maneras habidas y por haber.

Así que siguiendo con la visita de hoy, han sido 45 minutos en coche desde Monticani terme, llegando a las 12:00 a uno de los parkings que hay cercanos al casco histórico.

Cuando nos íbamos acercando se podía divisar la torre, más torcida de lo que habíamos imaginado…

Lo primero que también te da la Bienvenida cuando te acercas es su muralla que recorre y esconde a toda la ciudad medieval.

Dentro de ella se encuentra un recinto de monumentos conocido como la Piazza dei Miracoli, unos cerca de otros, tan bonitos y cuidados que parece que estuvieran en un muestrario, todos ellos juntos en un mismo lugar.

Tras las murallas y sobre un campo de césped, se encuentra la torre de Pisa, tan inclinada que hace honor al nombre de la plaza (Miracoli son milagros en italiano), la Catedral de Pisa, el camposanto monumental de Pisa y el Baptisterio.

En todos los monumentos debes pagar entrada menos en la catedral donde con un pase gratis que te dan en las inmediaciones donde venden las entradas a todos los monumentos, puedes visitarla.

Nosotros hemos optado por ver todo desde fuera, hacer algunas fotos y seguir visitando Pisa por nuestra cuenta y a pie.

Pero la visita ha sido más corta de lo que esperábamos ya que, al contario de la mayoría de poblados y ciudades visitados, la ciudad de Pisa no parece tener mucho por ofrecer aparte de la fantastíca y preciosa Piazza dei Miracoli. Por ello, tras callejear y disfrutar de las bonitas y cuidades calles de la ciudad, hemos decidido acercarnos a otra de las joyas de esta zona de la Toscana, la ciudad de Lucca.

 

Una vez llegados hemos comido una melanzana permigiana y una pasta al ragú en una cafetería justo en la entrada al casco histórico.

La plaza del Anfiteatro

La comida estaba buenísima, el vino espectacular servido en unas grandes copas de cristal y el precio razonable por el lugar donde nos encontrábamos.

Después hemos recorrido su casco histórico adentrándonos por la “porta San Gervasio”,  y caminando por sus callejuelas encontramos la Basíllica de San Frediano, la Torre Guinigi, Torre delle Ore, y la iglesia de San Miguel en Foro.

También hemos descubierto una preciosa plaza conocida como Plaza del Anfiteatro que toma su nombre al lugar donde ha sido erigida ya que fue construida  sobre las ruinas del antiguo anfiteatro romano.

Después de estos nuevos descubrimientos nos hemos dirigido de nuevo hacia nuestra morada ya que tocaba descansar para madrugar y poner rumbo mañana, a unas de las zonas que más nos ilusiona conocer, un enigmático rincón del mundo llamado Cinque Terre.