Y así empezaba una de las actividades más esperadas y deseadas antes incluso de comenzar el viaje; un trekking ni más ni menos que en la jungla más prehistórica del planeta, el Taman Negara.

Muchos me han preguntado después por el significado de “la jungla más prehistórica del planeta” y para explicarlo, me remito a las palabras que utilizaron nuestros guías. El Taman Negara es la selva tropical más antigua del planeta, más de 100 millones de años de antigüedad en los que ha permanecido inalterado y sin sufrir ningún tipo de catástrofe natural.

En esta jungla viven tigres, leopardos, elefantes, tapires, jabalíes, panteras, serpientes, escorpiones, milpies y hormigas gigantes y muchos otros animales y, aunque es difícil observar algunos de ellos, no es imposible, menos aún observar alguno de sus restos…

Nuestro grupo lo formaríamos nosotros acompañados de nuestros amigos veterinarios y Cri nuestro guía y, aquel paseo comenzaría en las conocidas como Canopy Walkings o puentes colgantes.

Tras rellenar el papeleo que hacía constar (por si desaparecíamos) que aquel había sido nuestro último lugar visitado, una canoa nos acercó a este primer destino. Cri, conocedor como era del lugar y sabiendo era innecesario subir aquel gran número de escalones que nos separaba de las Canopy, me dio el dinero que debíamos entregar al portero en la entrada y decidió esperarnos en el bote.

El grupo con el guía Cri a la cabeza

El grupo con el guía Cri a la cabeza

Tanto yo como el resto del grupo teníamos muchas ganas de observar aquellos puentes que según los blogs que habíamos investigado, se alzaban más de 40 metros sobre las copas de los árboles. Hacía allí nos dirigíamos cuando topamos y decidimos parar a observar más de cerca a las, hormigas más enormes que pudiera imaginar…

En pasado había observado (concretamente en Chichen Itza) a hormigas gigantes pero estas lo eran mucho más. Fácilmente podían multiplicar por 50 el tamaño de una hormiga normal y, aquella que nos llamó inicialmente la atención bien podía medir 3 o 4 centímetros; como pensar en un mordisco de algo parecido acojonaba bastante preferimos observarlas usando un palo…

Aproveche la ocasión para preguntar a lugareños que allí se encontraban el nombre de aquellas, indicándome que se trataba de las hormigas más grandes del planeta conocidas como Timber ants o Giant Timber Ants.

Las Carpenter Giant Ants o hormigas carpinteras gigantes

Las Carpenter Giant Ants o hormigas carpinteras gigantes

hormigagitgante

Tras alguna que otra expresión de incredulidad seguimos nuestra ascensión seguros como estábamos de que durante el trekking seguramente volveríamos a ver a estas hormigas.

Al final de la ascensión un puesto se encargaba de vender las entradas a las canopy y allí usaríamos el dinero que nuestro guía nos dio para comprar los billetes y así empezar ilusionados aquella primera parada. No sabía que en breve me sentiría bloqueado con el cuerpo hecho un flan añorando llegase el último de aquellos infinitos puentes…

Cámara al cuello y bastante ilusionado comencé a hacer fotos siguiendo a Vicky todavía no muy alejados del suelo. Pronto un aviso me haría darme cuenta del peligro que tenía pasear por allí sin cuidado alguno ya que el movimiento ondulante del puente unido a que mis manos se encontraban en la cámara y no en las agarraderas del puente hicieron que mi cuerpos se tambalease hacia un lateral hasta el punto de verme cerca de caer por la borda…

puentescolgantesvicky vickypuentako

En aquel momento, aún sorteábamos los primeros puentes, nos encontraríamos a entre cinco y diez metros de altura y de haber caído, difícilmente el golpe hubiera sido mortal, pero aquel susto me hizo entender debía moverme con cuidado.

Pronto nos encontraríamos a una altura tal que hacía complicado observar el suelo, era alucinante comprender que estábamos caminando sobre listones de madera no del todo seguros a más de 40 metros de altura y esto, junto con reconocer que por desgracia nací con vértigo a las alturas y recordar el susto que me había dado hacía pocos instantes, me hicieron entender que debía andarme con muchísimo cuidado.

Este fortuito temor provocó que se doblasen mis rodillas curvando mis piernas literalmente hacia dentro hasta hacerme empequeñecer y sentirme protegido, reconociendo que en esta posición más de un 50% de mi cuerpo se encontraba “entre las cuerdas”.

Pero los puentes no terminaban y mientras Vicky saltaba, corría y sonreía al observarme azul y contorsionado…

Llegó un momento en que comencé a sudar. Me sentía atrapado en las alturas, algo parecido a caminar por un altísimo precipicio al borde del abismo del que por desgracia no veías el final; y pensar que yo había llegado allí para divertirme…

Parches por el camino...

Parches por el camino…

vickypartiendosecanopu

No se veía el suelo...

No se veía el suelo…

Para superar aquel peligro seguí encorvándome más y más esperando aquel puente por el que caminaba fuese el último, pero aún no llegaba.

Para ganar en seguridad pregunté a alguno de los guardas que se encontraban en cada puente si alguien había caído de aquellas alturas en pasado esperando obtener un clamoroso “si” por respuesta pero, al contrario, un manifiesto “no” me hizo comprender que necesitaba calmarme…

Vicky seguía tronchándose así que, en cuanto notaba nuestros ojos se cruzaban yo intentaba enderezarme para demostrar mi hombría pero, aquellos sudores fríos delataban mis intenciones ya que estaba a punto de pedir que me viniesen a buscar y sacarme de allí aunque fuera en helicóptero. Por suerte, el final ya estaba cerca y mi Lara Croft particular me lo hizo notar entre carcajadas…

Sanos y salvos reconocía que aquella primera visita había alterado mis niveles de adrenalina en gran medida, lo suficiente para hacerme sentir más que satisfecho. Y pensar que todo esto no había hecho más que empezar…

Tras las Canopy nos quedaba la actividad más interesante, el trekking por la jungla. Para empezar nos adentraríamos al interior de la jungla con nuestros botes durante más de una hora alejándonos lo más posible de toda referencia humana.

vickycroftempiezaaventura

De camino a las canopy walkings / puentes colgantes

De camino a las canopy walkings / puentes colgantes

Llegados al lugar dejamos las canoas y ascendimos a un paraje con 3 cabañas en medio de la infinita selva para tomar un descanso.

Mientras esperábamos las mujeres aprovecharon para hacer sus necesidades y los hombres hicimos lo mismo sin darme cuenta de que, mear en la jungla puede ser mucho más peligroso de cuanto imaginas…

No me molestaría ninguna serpiente ni por fortuna descubriría ningún peligroso animal entre los matorrales pero, al volver al lugar de encuentro, noté como una especie de pegote se había aferrado a mi yugular…

No se despegaba y entendiendo que era algo raro le pregunté a Vicky esperando me dijese el material de aquel extraño emplasto.

Su cara reflejaba sorpresa ya que arqueó una de sus cejas mientras enfilaba sus manos junto a mi yugular para pocos segundos después mostrarme uno de los mayores incordios (en ocasiones acojonantes) de esta jungla, ¡una sanguijuela!

Me había ausentado pocos instantes para volver con una sanguijuela succionándome la yugular, esto me hacía asustarme de posibles premoniciones a la vez que sentirme agradecido porque haber sido salvado de aquel suplicio y posible problemón.

Problemón porque aunque las sanguijuelas puedan considerarse tranquilas, su succión y las sustancias que utilizan provocan que la sangre no coagule de un modo normal llevando a esta tarea más tiempo del debido y, no quería ni imaginar que podría haber pasado de haberse aferrado a mi yugular, una de las arterias más caudalosas del cuerpo humano.

Por fortuna pronto descubriría porque el problema no se había hecho más grande. Gracias a la velocidad con que Vicky había atacado la situación, esta no había empeorado. Las sanguijuelas inicialmente muerden desde un extremo para más tarde morder por el otro, una vez han mordido por los dos extremos su entero cuerpo se aferra a tu piel para succionar desde todos sus poros y únicamente puedes eliminarla utilizando fuego o (más tarde una compañera de trekking nos lo mostraría) sal; si intentas quitarla cuando está completamente aferrada únicamente con las manos solo conseguirás arrancarte la piel y, esto, dependiendo del lugar, puede ser una horrible solución.

Sanguijuelas en la jungla

Sanguijuelas en la jungla

Como decía, por suerte mi protectora consiguió quitarme aquel asqueroso bicho cuando únicamente se había enganchado por uno de sus extremos y aquello solo quedaría como una bonita anécdota.

Tras ello decidí observarme más en detalle no fuese que, en mis periplos entre las matas intentando descargar la vejiga alguno de esos bichos hubiese decidido engancharse a otros lugares de mi cuerpo aún más “especiales”. Por fortuna, ¡estaba “limpio”!

Seguimos esperando en el lugar la llegada de otro grupo ya que, más tarde observaríamos, el modus operandi de estas excursiones por la jungla era utilizar dos guías que salvaguardasen el grupo (uno por delante y otro por detrás) en el caso de encontronazo o ataque con alguna de las bestias que poblaban el lugar.

Y así llegaron cinco extranjeros más acompañados por otro guía, al que pronto debido a la rapidez de sus zancadas decidí poner el mote de Flash comentándoselo también a Cri.

Pronto Cri también utilizaría este nombre para definir a su amigo y de este modo Cri, Flash, Vicky, los veterinarios, un grupo de extranjeros y yo, nos adentraríamos en la espesura de la jungla con el primero de nuestros guías a la cabeza.

Todo el grupo de trekking

Todo el grupo de trekking

 

Si te ha gustado el post, tal vez pueda interesarte conocer de primera mano el viaje que reflejé en mis diarios en Aventuras en el Sudeste Asiático y la India.