Pueblo de Salamina

Aquí se concentran casi todos los restaurantes de la isla, las tiendas de ropa, electrónica, telefonía o supermercados. También hay un museo donde poder adentrarte en la historia de Salamina, la mayor batalla naval del mundo se libró aquí. Seguro que te sonará de la película de 300. Si os gusta ser conocedores de lo que ocurrió en el lugar donde pensáis pasar algún que otro día, sin duda visitar el museo os abrirá las puertas a poder viajar al pasado y conocer todo lo que pudo ocurrir allí.

Pueblo de Selinia

Aquí encontraréis un cine al abierto donde poder disfrutar de alguna película. Nosotros preguntamos la cartelera que tenían, y la película que daban esos días era “misión imposible” (las películas son algo antiguas).

Además de poder disfrutar del cine al aire libre también podéis pasear por su costa y degustar comida local.

Algo que nos llamó bastante la atención durante nuestra estancia allí, fue que los pueblos (por así llamarlos) eran bastante escasos o a decir verdad, no existían.

Salamina es como una urbanización gigante distribuida por diferentes zonas y cada una de ellas tiene un nombre, como si se tratara de un poblado. Al principio nos sorprendía que cuando poníamos en el mapa un nombre que al parecer se refería a una zona poblada donde pensábamos que encontraríamos una plaza, iglesia y bares alrededor donde poder tomar una cerveza, llegábamos a una zona donde solo habían casas distribuidas y sin ningún orden.

Tumba de la batalla de Salamina

Aquí se encuentra un monumento al recuerdo de la gran batalla naval que se disputó en aguas de Salamina donde se enfrentaron una alianza de ciudades-estado griegas con la flota el imperio persa en el 480 a. c. en el golfo Sarónico.

La isla de Salamina deja dos estrechos canales que dan acceso a la bahía de Eleusis, cerca de Atenas. Este enfrentamiento fue el punto álgido de la segunda guerra médica, el segundo intento persa por invadir Grecia que había comenzado en el 480 a.c

Para frenar el avance persa, los griegos bloquearon el paso de las termópilas con una pequeña fuerza mientras una armada aliada, formada esencialmente por atenienses, se efrentaba a la flota persa en los cercanos estrechos de artemisio. En la batalla de las termópilas fue aniquilada la retaguardia de la fuerza griega, mientras que en la batalla de artemisio los helenos sufrieron grandes pérdidas y se retiraron al tener noticia de la derrota de las termópilas, lo que permitió a los persas conquistar beocia y el ática. Los aliados prepararon la defensa del istmo de Corinto al tiempo que su flota se replegaba hasta la cercana isla de salamina.

Auqnue muy inferiores en número el ateniense Termístocles convenció a los aliados griegos para combatir de nuevo a la flota persa con la esperanza de que una victoria decisiva impidera las operaciones navales de los medos contra el Peloponeso.

El rey persa Jerjes I deseaba un combate definitivo, por lo que su fuerza naval se einternó en los estrechos de salamina y trató de bloquear ambos, pero la estrechez de los mismos resultó u obstáculo, pues dificultó sus maniobras y los desorganizó.

La flota helena aprovechó esa oportunidad, se formó en línea, atacó y logró una victoria decisiva gracias al hundimiento o captura de al menos 300 navíos persas.

Monasterio de Faneromeni

Este monasterio se encuentra de camino a uno de los puntos donde salen los ferrys para aproximarte a la costa Ateniense, en concreto a Megara.

Es un monasterio moderno y en su interior habitan monjas que se dedican en parte a dar misa, cuidar el lugar y a hacer productos para luego venderlos.

Cueva de Euripides

La cueva de Eurípides es una cueva de aproximadamente 47 metros de profundad con diez cámaras pequeñas que se encuentra en la zona de Peristeria. Su nombre deriva de su reputación desde la antigüedad como el lugar donde el dramaturgo Eurípides llegó a escribir sus tragedias.

Nosotros no pudimos verla ya que el camino que te lleva a ella estaba en obras, pero quizás tengas más suerte que nosotros. 

Monasterio de Agios Nicolaos;

Este monasterio se data del año 1000 d.c y lo habitan dos únicas monjas. Estas señoras reciben las visitas con los brazos abiertos, ofreciéndote un vaso de agua fresca como bienvenida y un dulce para reponer fuerzas. Tras este tentempié, una de ellas que habla perfectamente el inglés, te acompaña durante tu visita en el monasterio explicándote todo lo habido y por haber.

Tienen una pequeña tienda donde podréis encontrar además de recuerdos buen aceite casero que recomendamos. Nosotros les compramos algunas cosas, ya que nos explicaron toda la historia del lugar sin pedirnos nada a cambio, además de ofrecernos agua fresca para combatir el calor abrasador que azota Salamina durante el mes de agosto y una golosina. Más tarde supimos que de lo que venden es de lo viven o parte de ello, ya que el gobierno no les ayuda en nada. Pudimos comprobarlo durante el recorrido donde nos percatamos de que habían lugares medio derruidos. Pregunté sin ánimo de ofender si el gobierno les ayudaba para poderlo arreglar, a lo que la monja me contestó con tristeza y una risa un tanto irónica que nadie les ayudaba…

Faros

Al Sur-oeste de la isla hay dos faros, uno en la playa de Faros y otro en la de Kolones.

Nosotros quisimos ir a ver el primero de ellos, pero el camino que te lleva a él está sin asfaltar y debes hacerlo a pie. Con los más de 34 grados que teníamos a nuestras espaldas, decidimos que el mejor modo de observarlo, sería desde la cercana cala llamada “Faros”, en el agua y en remojo sería una opción ideal para además de disfrutar del paisaje de la naturaleza, contemplar el faro.

En la cercana cala de Kolones se encuentra otro de los faros, muy bonito y de más fácil acceso ya que se dispone en el mismo puerto a pocos metros de la playa.