El Sábado 4 de agosto, pusimos rumbo a la que sería nuestra nueva casa durante un mes, concretamente la isla de Salamina.

No sabíamos absolutamente nada de ella, de hecho apareció en nuestros planes justo cuando buscábamos una casa donde poder hospedarnos durante un mes cerca de Atenas y que también tuviera costa. Su nombre apareció, y como buena isleña que soy, no dudé en utilizar mis dotes de convencimiento para que Sergio también diera su visto bueno y la reserváramos.

La ubicación era perfecta, ya que esta isla se encuentra a tan solo 40 minutos del aeropuerto, y como durante ese mes íbamos a recibir varias visitas de familiares, era idónea para alojarlos y así poder disfrutar de una estancia agradable.

El clima en Grecia en agosto es caluroso, las temperaturas suben como las nubes, dejando el termómetro entre los 30 y 40 grados. A sabiendas de ello, buscamos un lugar también próximo a playas o lugares donde pudiéramos refrescarnos para apaciguar tanto calor.

Playa de Kiriza

Salamina es una isla que se encuentra en el mar Egeo, muy próxima a la concurrida capital griega de Atenas, concretamente a tan solo dos kilómetros. También es la más grande de todas las que se encuentran en el golfo Sarónico.

Con lo poco que sabíamos de ella y la escasa información que podías encontrar por internet, hacia ella nos dirigimos desde Salónica, pasando por Kamena Vourla.

Para llegar a ella primero tuvimos que acercarnos al puerto de Perama para subirnos a un ferry, que suelen salir cada 15 minutos y su precio ronda los 8€.

Una vez tocamos tierras salaminas, pensamos que lo mejor sería buscar un centro donde poder comprar comida para llenar la nevera, de esta forma también teníamos excusa para ir investigando un poco la isla mientras hacíamos tiempo hasta que tuviéramos que entrar en la casa sobre las cuatro de la tarde, hora en que habíamos quedado con el casero para darnos las llaves y la bienvenida.

Nuestra casa en Salamina

Encontramos con la ayuda de gps, un supermercado donde nos abastecimos de todas las provisiones que podíamos necesitar y después regresamos a la casa, donde el dueño nos recibió con los brazos abiertos y algunos detalles, como unos bollos de chocolate, algún que otro licor y helados.

El primer día tras dejar las cosas, y colocar la compra, decidimos quedarnos para empezar a adaptarnos, al día siguiente empezaría la investigación por la isla.

Cala de Agios NIkolaus

Para resumir nuestra estancia en este islote, lo mejor es contar un poco los lugares de interés que podéis encontrar, sus mejores playas y las “atracciones” turísticas. También intentaremos hacer resumen con los mejores restaurantes donde pudimos degustar comida local, de calidad y a muy buen precio.

Salamina podríamos decir que es una isla “cama” y es que al parecer, es la segunda casa de los atenienses. La denominan como la casa de verano de Atenas, dado que en ella solo pueden observarse urbanizaciones por todas partes.

Al principio nos chocó bastante el hecho de que no hubiera ni un solo pueblo, plaza o ayuntamiento, donde poder ir a pasear por sus calles, o que tuviera simplemente algún interés arquitectónico pero más tarde observaríamos que toda la región de Attica era más o menos así.

Todo cuanto veíamos y encontrábamos eran casas, únicamente conjuntos de chalets o pisos de tres plantas ubicados en las cercanías de la costa. Solo pudimos observar algo diferente en el centro de la isla donde al parecer había bastante movimiento y vida.

Este poblado también cobra el nombre de Salamina el “pueblo” que se encuentra cerca del puerto donde llegan los ferrys desde Perama y El Pireo.

Llegando al puerto de Salamina

Aquí hay un paseo marítimo plagado de restaurantes para todos los gustos y bolsillos, por encima se podría decir que todos tienen precios razonables, la comida está muy buena y las cantidades son normales.

El paseo se alarga unos dos kilómetros y allí se disponen todo tipo de tiendas, bares, pubs o restaurantes.