Despertamos en Ayutthaya con algo pena por dejar ese increíble lugar, pero a la vez felices porque dábamos la bienvenida a Sukhothai. Otra ciudad espectacular, con mucha historia y ruinas esperando a que las descubriéramos perdiéndonos en ellas.
Llegamos de noche a la estación de buses, después de un recorrido de más de 200km dirección norte y más de 5 horas sentados. En la estación a la llegada te esperaban tuk-tukeros (Me he inventado el nombre, pero son los que conducen los tuk-tuks), con una lista de hoteles y el precio estipulado para el trayecto.
Nos costó 100 baths llegar a nuestro bungalow recorriendo la parte “moderna” de la ciudad. Esa misma noche salimos a dar una vuelta para ver si encontrábamos algo con que poder llenar nuestras barrigas sin hacernos mucho daño (seguíamos fatal).
Encontramos un chiringuito, yo seguí tirando de suero y Sergio optó por una sopa con arroz blanco. Menos mal que pudimos llenar de alguna manera ese vacío en nuestro estómago, pues necesitábamos más energías de lo normal para al día siguiente en que nos esperaba un día entero en bicicleta recorriendo cada km de la parte histórica.
Despertamos con el ruido de una música infernal (tipo cánticos religiosos), Sergio salió por la puerta con semblante serio (tipo hulk cuando se enfada) y el del bungalow asustado le indicó que en unos dos minutos ese ruído cesaría y podríamos volver a dormir (Eran las 6 am).Conseguimos dormir dos horitas más y nos fuimos a desayunar algo por los alrededores del bungalow. Como estábamos en la parte “moderna” y teníamos que llegar a la “antigua”, tuvimos que primero coger un bus que nos llevara hasta allí a unos 14km de distancia.
El trayecto duró unos 10 minutos, tiempo que aprovechamos para contemplar todo el paisaje, Sergio no paraba de decir que le sonaba a la parte costera de la India. Por el tipo de cabañas, la arena en el suelo y el verde constante y abundante que nos rodeaba.
Después del paseíto en un bus, que parecía más bien un camión-tuk-tuk (o algo parecido), nos fuimos a alquilar las bicis para tenerlas durante el día entero. Nos salieron por apenas unos 30 thb (menos de un €).
Ese día decidimos no forzarnos demasiado y recorrernos únicamente el parque principal, donde están casi todas las ruinas y dejar lo de los alrededores de la ciudad para otro día.
Lo que más me gustó del día, fue ver la cara de “estoy flipando” de Sergio, le encantó el sitio, las ruinas y el parque. Yo ya había estado en ese mismo lugar hacía más de un año pero para él era la primera vez, y ese primer contacto con esa ciudad es espectacular.
Empezamos parándonos en la primera que llamó nuestra atención, que es también una de los más grandes de todo el parque. Como la bici no podía pasar, la recorrimos a pie, pasando por todos los rincones y subiéndonos a todo aquello que podíamos. Hicimos un poco el “chino” hartándonos de sacar fotos y haciendo un poco de postureo (El lugar lo merecía).
Una vez nos cansamos de pedalear, visitar y fotografiar, volvimos a nuestro hotel. Necesitábamos descansar, llevando tantos días jodidos, sin nutrientes en nuestro cuerpo y sin fuerzas… poco íbamos a durar de pie.
En el bungalow mientras nos relajamos, decidimos añadir una noche más a esa ciudad, primero porque no estábamos como para seguir moviéndonos y hacer horas de trayecto, y por otra parte, porque habíamos dejado cosas sin ver, y nos apetecía mucho terminar de visitar la ciudad como se merecía.
Al día siguiente seguimos la misma regla que el día anterior, desayuno, bus y alquilar bici. La única diferencia esta vez era que ya no nos metíamos de lleno en el parque, sino que recorreríamos los alrededores y visitaríamos las ruinas esparcidas por las afueras.
Nos metíamos por todo donde veíamos un camino sin saber muy bien donde terminaríamos o qué nos saldría por allí (perros salvajes, elefantes gigantes o serpientes venenosas 😛 ).
Es bastante divertido perderse con Sergio (Siempre me dice que nos perdemos por mi culpa, cuando tengo el mejor gps natural del mundo 😛 ), siempre terminas en lugares diferentes y solitarios, de hecho terminamos en un lugar muy chulo, era como ir bordeando un arroyo en medio de un bosque.
Cuando volvimos a la carretera y reanudamos la marcha sobre el camino, visitamos las últimas ruinas que nos faltaban del día anterior. Después volvimos hacia el hotel, cena y a descansar, pues al día siguiente ya nos poníamos en marcha de nuevo, esta vez a Mae Sot (La frontera Tailandia-Birmania) nos esperaba.
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