Siete horas separaban el puerto de Rafina en las cercanías de Atenas, con el puerto de la isla de Santorini del que no tenía idea ni de cuál sería su nombre.

Desde hacía muchos años, sentía una atracción irresistible hacia esta isla, y sería por fin durante esta aventura sin fechas en el país Griego cuando aprovecharía para visitarla.

A decir verdad, poco o nada sabía sobre esa isla, aunque las fantásticas imágenes que había observado, algún que otro comentario o recuerdo y descubrir que, seguramente era la más reconocida de las islas griegas y una de las más maravillosas del mundo, parecían haberme atraído a sus costas desde que tuve conocimiento de ella.

No sabía que encontraría allí y, a decir verdad, imaginaba que su gran atractivo serían esos fantásticos pueblos de casas blancas con cúpulas azules en sus tejados, pegado a sus acantilados…no queriendo descubrir sus secretos en videos u otras imágenes, pensé que la mejor idea sería descubrir su belleza y misterios una vez llegados al lugar, y ya muy pronto comenzaría a alucinar…

El ferry que nos trasladaba desde Rafina por 240 euros ida y vuelta, dos personas y coche incluido, hacía escala en otras islas cícladas también muy conocidas. Las paradas en orden de llegada eran Tynos, Mykonos, Paros, Naxos, Ios y Santorini, y aunque daba ganas de parar en cada una de ellas, sabía que Santorini, también conocida como la isla Romántica, aún sin disponer de playas paradisíacas, contenía más belleza que todas las demás juntas , una verdad que aseguraría nada más llegar a su costa. A su puerto principal, el puerto de Athinios, un primer contacto que abriría mis ojos de par en par, para mantenerlos así durante el resto del viaje en la isla de Santa Irene…

Como decía no sabía que esperarme, con lo que al acercarnos a sus costas y descubrir los gigantescos acantilados que bordeaban su isla principal, nos ayudó a descubrir lo insignificantes que podemos llegar a ser frente a la naturaleza…

Pronto comprenderíamos que nos encontrábamos dentro de la más gigantesca caldera volcánica del planeta, y aquellos enormes acantilados con bonitas casas blancas en sus cimas, formaban una forma parecida a una gigantesca olla en la que el caldo era el mar sobre el que nos encontrábamos…Toda aquella inmensidad pareció trasladarme a otra dimensión desconocida, y no parecía ser el único, ya que al salir del barco la sonrisa y caras de incredulidad en los rostros de los distintos turistas que como yo acababan de ser sorprendidos por esta increíble isla, reflejaban que no éramos los únicos a los que esta bienvenida nos tenía sorprendidos.

Impresionantes y escarpados acantilados nos daban la bienvenida a Santorini

Quedaban pocos instantes para sortear la primera de las aventuras, ya que la parte interna de su isla principal era un conjunto de acantilados que terminaban en la caldera, y para llegar a la civilización, deberíamos superar y ascender distintas carreteras en forma de zigzag por la que descendían autobuses, camiones y otros coches a cientos de metros de altura…

La primera impresión que tuve de la forma de la isla y la poca historia que pude descubrir sobre sus volcanes y caldera en wikipedia, me hacían entender que de algún modo buena parte de la isla había sido tragada por el mar, dando lugar a aquellos gigantescos y empinados acantilados. Pronto conocería el más impresionante de sus misterios, el mito de la Atlántida…

Fabulosos atardeceres nos estaban esperando

Días más tarde también comprendería que Santorini no era una isla sino un conjunto de 5 islas, con distintos volcanes activos de los cuáles el más conocido era el Nea Kameni que se encontraba en el centro de la caldera, creando así uno de los 3 mayores supervolcanes del planea. También descubriría la leyenda de la Atlántida y una realidad que indicaba que alrededor del 1600 a.c una de las erupciones volcánicas más potentes de la historia de la humanidad no solo se tragó buena parte de la isla sino arrasó con la civilización Minoica, la más avanzada de la época, con conocimientos tan adelantados que pasarían miles de años para conocerse, una cultura que se cree fue la mítica Atlántida perdida de la que hablaba Platón…todo esto y mucho más me estaba esperando y ya en su bienvenida Santorini me hizo entender que esta isla era mucho más que una de las más bonitas y reconocidas islas de postal. 

De camino al cráter del volcán Nea Kameni