Tras una pequeña siesta comenzamos a activarnos para poder continuar con nuestras aventuras. Aquella que teníamos por delante nos ilusionaba en gran medida ya que conocer, descubrir e incluso cenar en la que fuese casa de nacimiento del personaje que inspiró a Drácula no podía ser una experiencia mejor.

Comenzaríamos por descubrir ese centro histórico declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco con una de las ciudadelas medievales mejor conservadas del mundo, para despúes visitar y conocer la casa de Drácula dónde degustar magníficos platos desconocidos, la visita no podía dejarnos indiferentes, y así sería…

Para sentirnos adecuados ante cualquier posible imprevisto en estas tierras de vampiros, nos vestimos cómodamente tras una buena y refrescante ducha, para más tarde dirigimos hacía el centro que google maps decía distar poco más de un kilómetro.

Pocos minutos después llegamos a una calzada delicadamente empedrada rodeado de preciosas y coloreadas casas tan auténticamente rumanas como sus tejados. Entrábamos de lleno en la Edad Media y, de no ser por la vestimenta de alguno los pocos turistas que parecían discurrir por la zona, difícilmente aceptaríamos encontrarnos en pleno siglo XXI…

La Torre del Reloj

La Torre del Reloj

El empedrado ascendía entre diferentes callejuelas dirección una gran torre llamada Torre del Reloj, el punto más alto de Sighisoara, nominado así por disponer de un gran reloj en el que a medianoche diferentes figuras realizaban algún tipo de danza local acompañado de música, advirtiéndo que la hora de los vampiros había llegado.

La parte inferior de esta torre contenía un precioso túnel arqueado que da entrada al centro histórico de la ciudadela. La característica calzada, los arcos, la torre o los edificios que se encontraban junto a la plaza en que desembocaba dicho tunel ya eran elementos suficientes para hacer merecedora aquella primera parada. Y la aventura no acababa más que de empezar…

Extrañamente, a cada paso, no sabría decir si fruto de la leyenda que envolvía esta región, del sentirme trasladado a otra época o de la poquísima gente que poblaba el lugar, me sentía observado, y esta era una sensación que tanto Vicky como yo compartíamos y nos acompañaría durante gran parte del viaje.

Casa de nacimiento de Vlad el empalador en Sighisoara

Casa de nacimiento de Vlad el empalador en Sighisoara

Pocos metros al interno de la ciudadela y pegado a la torre del reloj se disponía la que fuese morada y lugar de nacimiento del príncipe Vlad Draculea, una gran casa amarilla de carácter medieval y enormes muros en cuya misma puerta colgaba el legendario emblema del dragón, Dracul en rumano, escudo y estigma de la familia Drácula. En su fachada también se observaba una lápida donde decía que aquí nació y vivió Vlad Vlad Draculea entre los años 1431 y 1435.

Actualmente el lugar se ha convertido en un reconocido restaurante cuyo nombre no tiene mucho misterio, el Restaurante Vlad Dracul de Sighisoara. Tampoco era ningún enigma saber que sería allí donde disfrutaríamos de nuestra primera cena.

Animados por el creciente hambre que horas antes había comenzado a nacer ante lo seguro de la meta y las ganas de conocerlo, eran poco más de las siete de la tarde pero nos decidimos a entrar y,  para nuestra sorpresa, no había necesidad de reservar ni esperar con lo que entramos directamente.para cenar.

Mural en el interior de la casa de Drácula

Mural en el interior de la casa de Drácula

Nada más sobrepasar la puerta pudimos apreciar el recibidor con un gran mural y dibujo de drácula y algúna de sus distinguidas batallas que nos ayudaría a dejar de rascarnos los ojos. No era ningún espejismo,¡estábamos en la casa de Vlad el Empalador!

Tras disfrutar con aquello que veíamos pasamos al salón restaurante, un lugar muy parecido a un gran palacio de época con mesas y sillas de roble de terciopelo rojo burdeos.

Retrato de Vlad Tepes

Retrato de Vlad Tepes

El rojo burdeos o rojo sangre, era el color que más predominaba en el lugar, no habían podido elegir uno más adeucado para poblar tanto la casa de Vlad Tepes y sus dotes de empalador, como la leyenda de ese gran monstruo y rey de los vampiros creado por Bram Stoker.

Carta del restaurante Vlad Dracul

Carta del restaurante Vlad Dracul

Solo faltaba cenar para dar rienda suelta al último de los sentidos, el resto ya habían sido saciados completamente…

Menú en mano pudimos observar que el precio no era para nada alto ya que, aunque seguramente algo más alto que la mayoría de restaurantes del lugar, era bajísimo teniendo en cuenta la historia del lugar en el que nos encontrábamos. Por poco más de 30 euros cenaríamos dos personas, bebida y postres incluidos, en la mismísima casa del legendario príncipe Rumano.

No pudo faltar la carne o el vino tinto, y todo, incluido el postre, vendría acompañado de ese rojo sangre que lo inundaba todo.

Saciados y contentos terminamos la cena para dirigirnos hacia la que sería nuestra morada no sin antes apreciar la belleza del lugar en que nos encontrábamos unto el silencio y la oscuridad de la noche. Y es que, si había un lugar en el que creer en vampiros o espíritus saliendo de ultratumba el lugar parecía ser este…

Nada más salir del restaurante descubrimos un silencio jamás antes escuchado. Nos encontrábamos en medio de aquella ciudadela medieval alumbrados únicamente por alguna que otra casa, serían poco más de las diez de la noche y empezaba a notarse esa especie de bruma más propia de las madrugadas que de horarios como aquel.

Y, junto aquella nieble, la oscuridad y un silencio ensordecedor, sentíamos como algo o alguien parecía observarnos…

Puede que la causa estuviese en aquel mutismo, en lo desconocido del lugar o en los muchos y diferentes callejones que se sucedían tras las esquinas de aquellas casas; fuese como fuese era genial sentir algún que otro escalofrío mientras sorteábamos aquellas callejuelas medievales camino a nuestra morada.

Y, sería en uno de estos momentos cuando Victoria pego un salto acompañado de un grito tras observando una figura a mis espaldas…

Una téttrica figura parecía mirarle en el silencio mientras yo, comencé a reír…

A reír porque yo mismo me había asustado por lo que ella estaba ahora viendo, a reír porque comprendía a ella también le acompañaba aquella extraña sensación de respeto que este mágico lugar infundaba.

Solos en la oscuridad de Transilvania

Solos en la oscuridad de Transilvania

El objeto de su pánico era la figura que se observaba tras una ventana en una casa detrás de mí. Parecía un hombre que nos acechaba y le faltaban únicamente los colmillos pero, si mirabas más profundamente, te dabas cuenta que la disposición de diferentes elementos como un sombrero y una silla habían creado este extraño efecto visual.

Sea como fuere nos encontrábamos en Transilvania, el mismísimo corazón de una de las regiones más misteriosas y legendarias del planeta, acabábamos de entrar y conocer la mismísima casa de Drácula, por lo qué no solo era normal sino también necesario que esta y otras sensaciones de terror nos acompañasen por el camino…

Muy pocas luces y ningún transeúnte, pese a lo temprano de la hora, a la vez que alguna que otra luz roja de neón eran nuestros únicos compañeros, la atmósfera era perfecta.

Yo estaba maravillado pero a la espera de que en cualquier esquina encontrásemos un extraño caballero o una pomposa doncella que nos hiciese volver a creer que la magia, aquella en que tanto creíamos cuando éramos niños, seguía existiendo.

Para ello incluso decidimos tentar a la suerte y fue Vicky quien, tras observar un precioso mato de rosas blancas y rojas, decidió coger una ayudándose de la complicidad de la tupida noche pero, con mucho cuidado de no pincharse para no activar ese instinto depredador de esos espéctros propios de esta región Transilvana…

Vicky probando a pincharse el dedo...

Vicky probando a pincharse el dedo…

Pero no, lo más cercano a cualquier vampiro que pudimos encontrar sería el casero de nuestra pensión que, extrañamente y pese a que toda la ciudad se encontraba durmiendo, esperaba despierto nuestra llegada.

Tras saludarlo y entrar en nuestros aposentos, apreciamos la cercanía de su habitación a la vez que descubríamos como alguien había entrado en nuestro apartamento sin avisar para, entre otras cosas, dejar entreabierta la ventana de nuestro baño. Tras varios intentos para intentar cerrarla decidimos desistir e irnos a dormir no sin antes cerrar la puerta del baño no fuese que a algún extraño animal con forma de murciélago se le ocurriese entrar por ese hueco y sorprendernos durante la noche…

Si esto no era suficiente, pronto descubriríamos una falsa puerta en nuestro apartamento que comunicaba con otra puerta que seguramente llevase al interno de la casa. Como en el castillo de Drácula nos encontrábamos en un entorno desconocido y extraño y quien sabe si en la puerta contigua podía descansar nuestro casero que, extrañamente con la llegada de las tinieblas, parecía más activo que nunca. Ingredientes perfectos para, en aquella noche, abrazarnos como si no hubiera un mañana temiendo la llegada de la medianoche o la figura de un espectro en la oscuridad…

El recuerdo del día era maravilloso y la noche no me dejaría indiferente siendo varias las veces que desperté en sueños para recordar donde me encontraba y descubrir el aleteo de temibles vampiros, en la ventana de mi memoria…

La Luna brillaba esplendorosamente, y el suave efecto de la luz sobre el mar y el cielo, confundidos en un solo misterio grande y silencioso, era de una belleza indescriptible. Entre yo y la luz de la Luna aleteaba un gran murciélago, que iba y venía describiendo grandes círculos. En un par de ocasiones se acercó bastante, pero supongo que, asustándose al verme, voló de regreso, alejándose en dirección al puerto y a la abadía. Cuando regresé de la ventana, Lucy se había acostado de nuevo y dormía pacíficamente. No volvió a moverse en toda la noche. (Drácula de Bram Stoker)

Si te ha gustado el post, tal vez pueda interesarte conocer de primera mano las leyendas y misterios que se esconden tras este enigmático país aquí Rumanía: Tras la sombra de Drácula.