Al despertar, inconscientemente, mi mano tocó mi cuello esperando no descubrir ninguna señal que pudiese indicar que aquella noche habíamos tenido alguna inesperada visita.

Tras asegurar estos y otros detalles, y asearnos, hicimos un plan del que sería el resto del día. En nuestra intención por conocer más detalles sobre el personaje real de Drácula esa noche decidiríamos descansar en un lugar conocido en la antigüedad como el Bosque de los Empalados, el mismo donde actualmente se alzaba una de las ciudades más bonitas de Transilvania, la ciudad de Sibiu, no sin antes descubrir los rincones más importantes del lugar en que todavía nos encontrábamos.

Así a eso de las 10 de la mañana nos dirigimos a explorar Sighisoara empezando por parar a desayunar en un lugar llamado Casa Martini. Un pit stop en el baño hacía nuevamente sorprenderse ante la autenticidad del lugar ya que, aunque convertida en restaurante y en pleno siglo XXI, era de estructura 100% medieval.

La Torre del Reloj

Y, tras un copioso desayuno que nos saciaría hasta pasada la tarde, nos dirigimos a recorrer la ciudad.

Junto a la Torre del Reloj paramos en un negocio souvenir para comprar algún que otro detalle del lugar que pudiese trasladarnos una vez en España de nuevo a aquella realidad vivida.

Y, tras ello observamos las diferentes opciones de visita que allí se encontraban.

Entre ellas estaba la de visitar el museo de la tortura por 5 lei a persona (poco más de un euro) o subir a la Torre del Reloj por 15. Sabiendo no nos sobraba el tiempo y teníamos más cosas que ver evitamos ambas.

Bordearíamos la reconocida torre para disfrutar de unas magníficas vistas de la ciudad y aquel espectáculo que formaban sus tejados en el mismo corazón de los Cárpatos transilvanos.

Tras ello decidimos volver a visitar la que fuera casa de Drácula y, por qué no, pagar los 5 lei que pedían para subir y conocer la que fuese habitación de nacimiento del conde.

En el primer piso del reconocido restaurante, tras subir unas pocas escaleras, un aposento completamente oscuro cubierta completamente por la bandera rumana mostraba un ataúd al centro en el que varios turistas parecían disfrutar haciendo selfies junto a un individuo que intentaba representar al mismo conde de novela. El espectáculo era más propio de las barracas de la casa del terror que de aquello que esperábamos encontrarnos.

Imagino que las gentes del lugar creen que este pueda ser un modo de atraer más turistas o hacer más auténtica la casa del príncipe rumano, pero espero un día cambie y prefieran mostrarla como realmente fue hace más de 500 años.

El resto de la mañana lo pasamos callejeando por el centro histórico hasta llegar a un lugar conocido como la escalera de los escolares, una escalinata medieval de 175 peldaños que, como su nombre indica, tenía como misión principal comunicar a los escolares con su escuela.

Vista de Sighisoara

Subiéndolas das de bruces con un gran colegio y una iglesia de época medieval.

Entre la abadía y el pueblo hay otra iglesia, la de la parroquia, alrededor de la cual hay un gran cementerio, todo lleno de tumbas de piedra. Según mi manera de ver, este es el lugar más bonito de Whitby, pues se extiende justamente sobre el pueblo… (Drácula de Bram Stocker)

Bordeando esta última encuentras un majestuoso cementerio más adecuado a la experiencia en que nos encontramos sumidos, el Cementerio Sajón de Sighisoara.

Escalera de los escolares en Sighisoara

Dentro del mismo, observando la gran cantidad de lápidas, su distribución, formas y el ambiente que nos rodeaba, bien podías trasladarte nuevamente a la novela, a esas tumbas sobre las que Lucy y Mina escuchaban historias de vampiros.

En el camposanto terminó nuestra visita y decidimos (eran ya más de las doce del mediodía) poner rumbo a nuestro siguiente destino, la ciudad de Sibiu, estudiando las opciones de parada durante el camino.

Si te ha gustado el post, tal vez pueda interesarte conocer de primera mano las leyendas y misterios que se esconden tras este enigmático país aquí Rumanía: Tras la sombra de Drácula.