Como en cualquier plan, también en el nuestro (el viaje) existían preparativos y alguno como el modo de entrar en Birmania era necesario estudiarlo de antemano.

Opciones había varias pero habiamos elegido entrar por tierra para aprovechar y disfrutar de buena parte del alma de Tailandia. El lugar de entrada se llamaba Mae Sot un poblado al oeste de Tailandia muy cercano a Sukhothai, una de las mecas del Budismo.

Entrábamos a Tailandia por Bangkok y Vicky, que ya había estado en esta país, planeó cuales serián los lugares que aparte de venir de camino, no podíamos perdernos: el mencionado Sukhothai era uno el otro, Ayutaya, la antigua capital del reino de Siam.

El trayecto nos quedó así: Bangkok – Ayutaya – Sukhothai – Mae Sot – Birmania, y fue así como partimos desde la estación de trenes de Bangkok por 40 centimos de euro (15 Baths a persona), rumbo Ayutaya.

Habíamos reservado por internet un bungalow en el Jidapa Resort, dentro de la zona “turística”, el Historic Park que pronto conocería. Algo cansados y aún con dolencias estomacales decidimos reposar aquella noche para disfrutar con más fuerzas del dia siguiente.

Al despertar Vicky aprovechó para desayunar (a mi no me entraba nada) y se me adelantó indicándome pocos minutos más tarde cuando yo llegue, que habia visto un dragón de cómodo debajo del muelle del resort donde desayunaba. La creí a medias ya que al ser algo “flipada” imaginé había confundido un común varano (vete a saber si una pequeña iguana) con el temible dragón de Cómodo que yo imagino vivirá solo en Cómodo (Indonesia) o en las cercanáis. Por desgracia no llevaba el móvil ni la cámara de fotos y de aquel posible dragón no quedó ni rastro…

Tras desayunar el plan era coger unas bicis y recorrernos el parque histórico de Ayutaya. Como yo era novato y me fiaba bastante de ser guiado, así hice sin rechistar y pocos minutos más tarde teníamos una bici reservada (en el mismo resort) durante un día por 50 baths (poco más de un euro). Animados empezaría nuestra ruta…

Mapa del centro histórico de Ayuthaya

Mapa del centro histórico de Ayuthaya

Mi guía me mostró en un mapa cuál debía ser nuestra ruta. La zona historica de Ayutaya, llena de ruinas, templos y enormes budas, la conformaba una especie de rectángulo bordeado por un rio. La idea era moverse y orientarse conforme nos acercabamos a los diferntes templos trazados en el mapa, ¡que bonito!

Empieza el tour

Empieza el tour

El sol, la brisa (fruto de la velocidad de las bicicletas y del cercano rio)y la tranquilidad del lugar casi sin tráfico ( viniendo de la india eso se nota) sólo hacían presagiar cosas buenas y, cuando pocos minutos más tarde Vicky me comentó que aparcasemos las bicis para acercarnos al primer conjunto de aquello que a primera vista me parecieron solo piedras, debí quedarme con la boca abierta…

Primeras vistas

Primeras vistas

vickbuda

Gran buda sentado

Gran buda sentado

Una enorme estupa de color rojizo flanqueada por la estatua del buda más enorme que jamás había visto me indicaba que aquello no acababa más que de empezar. A pocos metros, en una preciosa casa de ladrillo sin tejado nos encontramos con otro buda aún más grande, mis ojos se atiborraban de imágenes e ideas jamás antes procesadas, parecía entrar en otra dimensión, en otra época con gran cantidad de misterio y aún más cantidad de budas.

Vicky me explicó que Ayutayya había sido hace muchos años la capital de Tailandia (antes de Bangkok) hasta que e el ejercito Birmano (¡putas guerras!) se dedicase a joder todo aquello que encontrase por el camino. Si ya flipaba con todas aquellas estupas, pirámides, budhas, esculturas o construcciones que podías encontrar fuese cual fuese la dirección a que mirase, debía de ser realmente alucinante y agotador imaginar lo que pudo haber sido y fue siglos atrás…

muñes

Cabeza de buda en un árbol

Cabeza de buda en un árbol

budars

Enorme buda sentado

Enorme buda sentado

igorre

Por fortuna (imágino que mucho tuvieron que ver nuestras ganas) nuestros estómagos no nos dieron problemas por lo que pateamos sin parar toda la zona del parque histórico. Cuando paramos a comer hicimos recuento de cuanto nos faltaba por ver e indiqué a Vicky que un templo, el Wat Puthai Sawan aparte de encontrarse cercano a nuestro bungalow, había llamado mucho mi atención. Esta sería nuestra meta final y antes de caer la noche hacía allí nos dirigimos.

Para llegar al monumento debiamos cruzar el rio, ayudado por mi GPS observé como varias motos dirigiéndose a lo que se suponía debía ser la orilla, entendí que si ellos podían, también nosotros podríamos cruzar en bici. Junto con varias motos y sin bajarnos de la bici esperamos a una barca taxi que nos acercase a la otra orilla por pocos baths. Para llegar al templo únicamente deberíamos bordear el rio y observar hacia las alturas hasta ver un enorme templo blanco de estilo Camboyano (había oido explicar a una guía que entre las ruinas dos son los monumentos principales, las estupas y los templos camboyanos).

El buda moreno

El buda moreno

vibud

Más o menos un kilómetro después vislumbramos aquello que parecia un enorme templo. Lo bordeamos para acceder por la puerta principal al (a mi gusto) templo más bonito de todos.

En la mayoría de templos tocaba pagar 100 Baths a persona (unos 3 euros) pero en este último no, aparte de ser gratuito en la entrada te obsequiaban con toda el agua que necesitáras. Entendí que al estar apartado y algo alejado seguramente no eran muchos los turistas que por allí terminaban y, este hecho te lo recompensaban no sólo con la entrada gratuita sino con todo el agua que pudieras necesitar y lo más importante, los cientos de buda dorados, enormes templos flanqueados por esculturas de cobras y un buda gigante bastante bronceado.

Habiendo disfrutado enormemente de esta ciudad y entendiendo que un día tocaría volver y disfrutarla más con calma y en detalle, fuimos a descansar y disfrutar del atardecer con unas cervezas.

Ya de noche y con algo de hambre (también algo tocados) preguntamos en la Guest House por el night market nos acercamos hasta allí.

El lugar era una especie de gran mercado nocturno con luces de colores al estilo navideño (pero cutre) de ciudades europeas. Digo cutre porqué predominaba el rosa fucsia (como pensaba, uno de los colores preferidos por los tailandeses) y los adornos eran una especie de figuras de belen sin mucho sentido.

El mercado era enorme, estuvimos paseando una o dos horas sin parar y no terminamos de recorrerlo todo, había puestos de todo tipo desde comida hasta abalorios o ropa de cama y entre los puestos, casi al final de nuestro paseo observamos uno que vendía insectos “fritos” al peso, como si fueran gominolas… paramos a observarlo y ante nuestras caras de sorpresa (creo que para mi era la primera vez), nos ofreció degustar algún que otro gusano gratis. Decidimos hacerlo a medias ya que seguíamos bastante tocados del estómago, Vicky empezó y casi comió ¾ de aquel asqueroso gusano, cuando me tocó a mi…no pude hacerlo. Entre el asco que me dió ver las entrañas de aquella especie de oruga al ser mordida por Vicky y reconocer que todo aquello a mi estómago le sentaría fatal tuve que aceptar ser un poco gallina (espero volver y probarlo cuando volvamos a Tailandia de camino a Camboya y sin jodiendas de estómago).

Terminamos nuestro paseo por el night market con unos dulces de merengue que encantaban a Vicky que no sentaron del todo bien a mi estómago. Al día siguiente contentos pero no curados, viajaríamos hasta Sukhothai.

Nos despertamos pronto para llenar las tripas y pillar el primer autobús hacia nuestro destino, como no teniamos ni idea de donde cogerlo preguntamos en la guest house que debíamos hacer. La chica que gestionaba todo nos comentó que debíamos dirigirnos a la estación de autobuses (llamaría a un tuk tuk que nos acercaría por 150 baths) y coger el primero hacia Sukhothai, 5 o 6 horas después llegaríamos a destino.

A sabiendas que llegaríamos por la tarde noche y teniendo en cuanta nuestros estómagos, Vicky había reservado ya 2 noches en un bungalow, sabiendo que desde Sukothai partiríamos a la aventura hacia Birmania y estando algo tocados finalmente alargaríamos la reserva una noche más.

En esta ciudad las ruinas estaban divididas de un modo distinto al de Ayutaya. Mientras en Ayutaya una especie de rectángulo al interno de un rio contenía las ruinas y monumentos dispersos a lo largo de la ciudad. En Sukhotai, la mayoría de ruinas, budhas y monumentos se encontraban concentrados en una especie de recinto delimitado.

La Old City de Sukhothai

La Old City de Sukhothai

Sukhothai se dividia en la New City y la Old City, separadas por unos 14km. La mayoría de bungalows, entre los cuáles el nuestro, se encontraban en la New City, al contrario de la historia que como era de imaginar se encontraba en la parte Old: vieja. Para llegar de un punto a otro existía un autobús urbano que por 30 baths te trasladaba en el tiempo.

Al despertar del día dos el plan era sencillo, bus y bicicleta para meternos en el recinto principal y flipar con la también llamada “Budha’s Footprint” (huella del pie de budha), y es que realmente el budismo había dejado grabada allí gran parte de su historia.

Sukhotai

Sukhotai

sukotazo suko3

La huella de buda

La huella de buda

Tras disfrutar de ese pedazo de historia y convivir en otra época, tocó abrir los ojos y dirigirse a reposar a la ciudad nueva.

Calma, relax, historia y muchos y espectaculares monumentos budistas. El complejo de Sukhotai tal vez fuese más majestuoso aún que el de Ayutaya, pero si he de elegir una ciudad entre las dos me quedo con la primera.

En Ayutaya todo esta cerca, no hay separaciones entre lo viejo y lo nuevo, puedes caminar y darte de bruces con un buda tan enorme como una montaña, ver cabezas escondidas en un árbol o descubrir muchos y diferentes monumentos y palacios entre sus rincones. Tanto en una como en otra hay tal cantidad de historia en cuanto al budismo se refiere que te dejan sin aliento, me encantaba imaginar la de aventuras de que hubiese disfrutado e inventado de haber nacido y vivido (de niño) por allí.

Llegaba el día en que dirigirnos a Birmania, habíamos descansado lo mejor que sabíamos y tocaba poner a prueba nuestros cuerpos, aún no sabíamos que tres autobuses, una furgoneta, dos motos y una especie de pequeño camión frigorifico nos separaban de un destino que eligiríamos en movimiento: Todos estos transportes y 25 horas después, llegaríamos a Ngwe Saung Beach, una verdadera matada en busca de una meta y el reposo definitivo: una de las playas más salvajes de la salvajísima Birmania.

Si te ha gustado el post, tal vez pueda interesarte conocer de primera mano mi experiencia en solitario que reflejé en mis diarios en Tailandia en tu mochila;