Antes de llegar a Chiang Mai no sabía muy bien que esperarme de este lugar. Había escuchado era una de las ciudades más importantes del país, uno de sus centros culturales y de ocio, y también el destino preferido por los conocidos como “nómadas digitales”, y pronto me daría cuenta de que Chiang Mai era esto y mucho más…

Ya de noche, sobre las diez, nuestro avión Krabi – Chiang Mai llegaba a destino, y desde el aeropuerto un autobús urbano nos acercaba a la Old Town de la ciudad, un recinto cuadrado que albergaba los rincones más bonitos y antiguos de una de las ciudades más importantes de Tailandia.

Una buena imágen resumen de Chiang Mai, el pasado y la mezcla de su triste presente

Llegando podíamos observar el gran número de turistas (demasiado blanco para mi gusto) que poblaban las calles. Se podían apreciar McDonalds, Pizza hut o Burger Kings, bares estilo europeo e incluso la zona de fiesta, una especie de modernidad que ahora se unía a los preciosos rincones de la antigua ciudad.

Aún con tanto turismo, pronto comenzamos a apreciar la belleza de este lugar. La mayoría de casas no superaban los dos pisos de altura, las calles eran empedradas en su mayoría, y un gran número de locales, olores y colores inundaban sus esquinas y callejones. La arquitectura y carácter del lugar te trasladaba a Asia y, de no ser por la gran oferta turística orientada a occidentales y el gran número de ellos, allí podías sentirte.

Uno de los miles de templos de Chiang Mai

Uno de los puntos fuertes de este lugar, y a la vez uno de los débiles, era que podías encontrar de todo, una especie de Tailandia resumida donde podías conseguir la experiencia que buscases…

La actividad principal de Chiang Mai era recorrer sus calles y disfrutar de la belleza de sus más de 3000 templos, también podías acercarte al templo más reconocido llamado el Doi Suthep y disfrutar de su montaña y vistas o del parque nacional llamado Doi Inthanoi. Existía una buena oferta de trekkings entre los que el más importante era el tour de los elefantes, aunque también existían experiencias en kayak, tirolina o excursiones por la jungla. También se podían hacer excursiones a lugares cercanos como Pai o Chiang Rai o disfrutar de la fiesta, masajes tailandeses, combates de Muay thai o cualquier experiencia que tuviese que ver con este precioso país.

Masaje Tailándes en la Old Town de Chiang Mai

Así Vicky y yo un día disfrutamos de los templos para más tarde hacerlo de un buen masaje Tailandés con aceite que a los dos nos encantó de una hora por menos de 8 euros (250 baths), para al día siguiente seguir disfrutando de la cultura del lugar y terminar presenciando 6 combates de Muay Thai en el Loikroh Boxing Stadium.

Combate de Muay Thai en el Loikroh Stadium

Entradas para nuetro primer combate de Muay Thai

Alucinamos con los combates y la destreza de los participantes apreciando que, aunque pudieran parecer poca cosa, mejor no dejarse nunca llevar por las apariencias de nadie para no tener problemas. Tras el combate alucinamos con la cantidad de fiesta que en las cercanías de ese estadio se podía disfrutar, aunque más que fiesta parecía una especie de rincón dedicado a la tercera edad y las prostitutas o lady boys, un lugar algo sórdido y triste que también reflejaba ese lado oscuro de este país, en el que por desgracia podía apreciarse como buena parte de las chicas seguramente no tuviesen la mayoría de edad y al contrario, buena parte de los hombres occidentales y de pelo blanco todos ellos, seguramente superaban los 60 años de edad…

Otra “triste realidad” a la vuelta de la esquina del Lokroh Stadium

Dejando a un lado ese lado menos bonito de la ciudad, las últimas noches las disfrutamos en la calle de la comida o “Street food”, una especie de mercado nocturno donde podías comer de todo a muy buen precio.

Debíamos seguir nuestra ruta por Tailandia y buscando descubrir rincones desconocidos, elegimos el noreste de Tailandia para las próximas semanas. Chiang Mai tenía dos caras, una que nos encantaba ya que la oferta cultural y de ocio seguramente era una de las mejores de todo el país, y otra que no nos gustaba nada, demasiadas facilidades, una enorme cantidad de occidentales disfrutando de las mismas cosas que podían disfrutar en Europa o en América y demasiado viejo en busca de demasiado jóvenes, una triste realidad que seguramente tiraba por tierra mucha de la magia que este lugar podría seguir teniendo y muy pronto, de seguir así, habrá perdido para siempre.

Chiang Mai, una Tailandia en resumen, tanto por la cantidad de cosas bellas que tiene por ofrecer como por todas las que tanta oferta turística hace y puede seguir haciendo perder. Pronto dejaríamos esta bonita ciudad para poner rumbo a Lampang, una nueva y desconocida ciudad, seguramente también mucho más salvaje y auténtica.