Dejábamos atrás el conocido y reconocido Chiang Mai, con todo lo bueno y malo que ello conlleva, para dirigirnos hacia un lugar al que seguramente antes jamás hubiéramos imaginado llegar, la poco conocida ciudad de Lampang.

Debido al tiempo a disposición, al haber finalmente descartado Laos por falta de tiempo, y a que teníamos todavía 14 días hasta nuestro siguiente vuelo Bangkok – Hanoi, decidimos descubrir una buena parte de la auténtica Tailandia por nuestra cuenta.

Así estudiamos las provincias que separaban Chiang Mai de la capital y lo que cada una podía ofrecernos, descubriendo lugares como Lampang, Phitsanulok o Phimai y todo lo que nos ofrecían.

Sabíamos que en esta zona del país (el noreste), difícilmente encontrásemos la excesiva masificación turística y las facilidades que podíamos encontrar en otros lugares mucho más conocidos, y seguramente era esto lo que más nos atraía.

La ciudad antigua de Lampang

Al llegar a Lampang descubrimos que nuestro hotel estaba a más de 3 kilómetros del centro histórico y principal aliciente de la ciudad, un grave error ya que gastaríamos más de lo que nos costaba la noche en transporte. Debido a ello y con la intención de descubrir los más bonitos lugares aunque solo estaríamos dos días en este pequeño rincón del norte de Tailandia, alquilamos una moto por 250 baths al día.

Motorizados la primera tarde nos encaminamos al centro histórico de Lampang, descubriendo grandes templos, preciosas casas de madera de teca (que hace famoso a este lugar) del estilo lejano oeste, y varios puentes que cruzaban un bonito riachuelo.

Recorrimos algunos de los templos e investigamos buena parte del centro histórico, mientras disfrutábamos de lo auténtico del lugar. En Lampang no había prácticamente turismo occidental, por ello el lugar no había estado condicionado ni modificado y tanto sus gentes como sus casas, comercios o costumbres, eran las que siempre habían sido.

La street food de Lampang

La primera tarde paseamos por uno de los templos más imponentes y bonitos y que más llamaron nuestra atención, el llamado Wat Pongsanuk. Más tarde descubrimos diferentes mercados y disfrutamos de comida callejera antes de volver al hotel.

Habíamos hecho un primer estudio del lugar y nos había encantado, y por fortuna el día siguiente era sábado con lo que según habíamos leído se daría lugar el mercado callejero nocturno o Night Market, por las preciosas calles de la Old Town de Lampang.

Ese día despertamos y recargamos energías para intentar conocer por la mañana la mayor cantidad de templos posibles y así por la tarde poder pasear sin pensar en otras necesidades, por el night market y los más bonitos rincones de la ciudad.

Así descubrimos buena parte de los templos dándonos cuenta de que el lugar era bastante parecido a Chiang Mai, aunque a diferencia de este aquí no había turistas, con lo que podías disfrutar más si cabe de cada uno de sus tesoros.

Callejeando descubriríamos también como buena parte del centro histórico está repleto de bonitos murales, como existe un templo del que pudimos disfrutar en solitario que es una réplica del reconocido y multitudinario templo de Chiang Rai (aquí lo pudimos disfrutar en solitario), y como poco a poco se iban llenando las calles de la zona del Night Market conforme llegaba la noche.

Y discurriendo por allí, poco antes del atardecer, nos hicimos con unas cuantas piezas de sushi y un buen pad thai por unos 60 baths (menos de 2 euros) y nos acercamos a, seguramente el espectáculo más bonito y famoso del lugar, las vistas al atardecer desde los puentes de la ciudad.

Vistas del atardecer desde el puente de Lampang

Todo un espectáculo que ponía el broche final a nuestra primera parada por esta zona desconocida de Tailandia. Lampang nos había gustado mucho y estábamos contentos de haberlo elegido, dos días eran más que suficientes para descubrirlo así que, tras informarnos bien de que en tren por poco más de un euro a persona (48 baths) podríamos llegar a Phitsanulok, unos 200 kilómetros más al este, hacia allí nos dirigiríamos al día siguiente.

Esperábamos que esta ciudad de tan difícil nombre, pudiese hacernos disfrutar de esta Tailandia más salvaje y mucho más auténtica, que de momento, nos estaba encantando.