Por la mañana despertamos temprano dirección la Spezia, la puerta de entrada a Cinque Terre, pero como había bastante camino decidimos parar primero en una ciudad reconocida por su mármol, Carrara.

Nuestra parada no se alargó mucho ya que la ciudad era bastante pequeña, con un centro precioso y muy bien cuidado, pero también muy reducido.

En él centro histórico encontramos una bonita y colorida plaza llamada Piazza Alberica, rodeada por cafeterías y edificios. En su centro se puede ver la estatua de Beatrice D’Este, y en lo alto a lo lejos, es posible apreciar la característica que hizo grande a esta ciudad, el marmol que tiñe de blanco las cumbres de los Alpes Apuanos como si de nieve se tratase.  

Tras atravesar su plaza, nos topamos con la Catedral de Carrara donde en su interior diferentes frescos e imágenes religiosas captaban nuestra atención. 

Estatua de Giordano Bruno, uno de los ciudadanos ilustres de Carrara

Siguiendo el recorrido de su calle peatonal, poco más encontramos que nos llamara la atención, así que decidimos nponer rumbo a su vecina Sarzana.

Una vez allí, encontramos un pequeño pueblo medieval fortificado, plagado de calles con mucho encanto, donde recorrimos su interior, terminando en la “Piazza Matteotti”. 

Ese día había mercado, y no pudimos apreciar en su totalidad la belleza de aquella placeta, pero incluso plagada de tenderetes, era preciosa.

Como llegamos a la hora de la comida, nos paramos a degustar algo típico en “Bar Torrefazione” donde Sergio se decantó por unos raviolis rellenos de carne y yo por un cerdo al horno con verduras.

Así que tras la comida y un buenísimo café para espabilarnos, pusimos rumbo hacia nuestro hotel-apartamento, el  “Casa vacanza Lillo”, una casa rural con muchísimo encanto.

Una vez llegamos y pudimos dejar todas nuestras pertenencias en la habitación, decidimos que para estar con energía al día siguiente y poder así visitar Cinque Terre en condiciones, la mejor opción sería descansar un poco.

Hicimos una pequeña siesta, y tras despertarnos pusimos rumbo a “Lerici”, una ciudad costera que da al golfo de La Spezia, también conocido como el Golfo de los poetas, y su postal hacía perfecto honor a ese nombre…

En Lerici dimos un pequeño rodeo por el paseo marítimo que tiene y por su centro histórico.

Para recorrerlo no es necesario invertir mucho tiempo, además que el parquímetro no es que digamos económico ya que una hora de parking equivale a 2,50€ de tu bolsillo, con todo esto en mente optamos por recorrer Lerici en una hora y disfrutar más en detalle al día siguiente de toda la magía de las Cinque Terre.

Tuvimos tiempo incluso de parar a comprar en un supermercado algunas cosas para cenar esa misma noche, así que si no tienes intención de quedarte a cenar como fue nuestro caso, con una hora es suficiente para recorrer el lugar.