5 de Julio de 2017

La noche anterior Vicky me ayudaría a definir el destino del día siguiente. Uno de nuestros objetivos era visitar el auténtico castillo de Drácula ubicado en la cima del conocido como monte Poenari pero no sabíamos bien cuándo ni cómo visitarlo. Sabíamos que la noche del 6 al 7 de Julio teníamos reserva en un hotel con vistas otro castillo, el de Bran, el más reconocido de los castillos del conde, así que a Poenari pensábamos ir antes o después de esta fecha.

Antes de empezar el viaje habíamos hecho los deberes, conociendo y reconociendo que era este, el de Poenari, el más auténtico Castillo de Drácula, más que el turístico fortín de Bran; más genuino porque fue en este castillo en el que el príncipe Vlad pasaría buena parte de su vida.

Castillo de Poenari

Tras investigarlo,

descubrí que el distrito que él me había mencionado se encontraba en el extremo oriental del país, justamente en la frontera de tres estados: Transilvania, Moldavia y Bucovina, en el centro de los montes Cárpatos; una de las partes más salvajes y menos conocidas de Europa. No pude descubrir ningún mapa ni obra que arrojara luz sobre la exacta localización del castillo de Drácula… (Drácula de Bram Stoker)

Según nuestras investigaciones no parecía muy sencillo llegar a este recóndito lugar pero indagando más a fondo Victoria descubriría que la carretera de Trasfagarasán, la más sinuosa y excitante de Rumanía y una de las más escarpadas y peligrosas del mundo, se encontraba justo al lado de esta fortaleza y que, existían pueblos cercanos como el de Arefu o Corbeni, donde podríamos alojarnos.

Poenari y la trasfagarasan

Ambas realidades no dejaban lugar a respuestas diferentes a un SÍ QUIERO en mayúsculas, así que trazamos el plan reservando una hermosa cabaña en el pueblo de Corbeni y dirigiéndonos hacia el corazón recóndito y escondido de los Cárpatos Transilvanos…

Nuestra humilde morada

Pronto observaríamos como el camino sería más sorprendente, sinuoso y boscoso que en días anteriores. Sibiu se encontraba a las faldas de una enorme cordillera, la de Cárpatos en la que ahora nos tocaba entrar…

Pocos minutos después de salir de Sibiu, el camino comenzó a hacerse cuesta arriba. Podíamos observar quebradas montañas con peladas rocas en sus alturas, no había tantos pueblos como en días anteriores pero el espectáculo de la naturaleza era impresionante.

Cada pocos kilómetros se observaban puestos a pie de carretera en los que vendían auténtico queso de ovejas cárpatas; unos cuantos “a la próxima paramos” después nos decidimos finalmente a parar, comprar y degustar uno de estos ejemplares.

No podíamos dejar pasar la oportunidad de comprar un queso…

Entre curvas y montañas se acercaba la hora de la comida y descubriendo también infinidad de preciosos restaurantes de madera y de montaña, decidimos acercarnos a uno de ellos con la suerte de dar en el blanco, como si de auténticos transilvanos se tratase, habíamos encontrado uno en el mismísimo parque natural de Cozia.

El restaurante, una preciosa posada de carretera de nombre Dada, distaba unos 60 kilómetros de nuestro destino final en Corbeni, y en este lugar degustaríamos algunos de los famosos platos Rumanos, mientras absorbíamos también mucha de la belleza con que la naturaleza nos obsequiaba.

Restaurante Dada

Con las tripas llenas y un café, seguimos nuestro camino. La idea era llegar a Curtea de Arges, la ciudad más poblada cercana a Corbeni, para comprar provisiones y preparar un picnic con buen vino tinto rumano en la que sería nuestra cabaña. Sobre las 16 llegamos al lugar y realizamos la compra para seguir la ruta a nuestro destino.

Google maps en mano, poco antes de las cinco entrábamos en Corbeni pero, ilusionados con descubrir la fortaleza de Drácula, decidiríamos seguir adelante y realizar los 7 kilómetros que nos separaban del castillo en el monte Poenari.

Poco antes de un kilómetro a destino, aún conduciendo, nuestros ojos se dirigían hacia lo alto de las altas y escarpadas montañas que iban apareciendo en busca de tan preciado fortín hasta que, a pocos centenares de metros, conseguimos vislumbrar su majestuosa silueta frente a nosotros…

Aquella visión, acompañada de cuanto habíamos obtenido ya de este país, del viaje y de las preciosas canciones rumanas que escuchábamos en la radio, hacían apreciar toda esa vida que parece resurgir en tu interior cuando conviertes en realidad alguno de tus sueños.

Y es que, muchos años atrás, en la oscuridad de la noche de aquel pasado y acompañado de la novela Drácula, me prometería seguir alguno de los pasos de Jonathan Harker para conocer y explorar de cerca el territorio Transilvano en busca de muchos de los misterios que podía reflejar aquel libro. Años después aquí estaba, a las puertas de la morada más auténtica del personaje que inspiró la leyenda, el rey de los vampiros…

Acercándonos a la puerta de ascensión a los más de 1400 escalones, cientos de metros por debajo de la cima del monte, observamos la existencia de un bonito y sencillo Camping de pequeños bungalows, con lo que lamentamos internamente haber reservado noche en Corbeni. Decidimos investigar más en profundidad ya que, aunque no fuese esta vez, sabíamos que en futuro volveríamos, y era bueno saber que por 50 lei (unos 10 euros) podías pasar la noche junto al Castillo de Poenari, en una zona boscosa y montañosa propia de las películas de vampiros, tierra de lobos y osos pardos…

Señalización cerca del campamento….

Una noche de luna llena como aquella, hubiera sido alucinante, pero ya teníamos pagada una cabaña seguramente más cómoda y grande (con baño y ducha, cuando las del camping Drácula no tenían) y sobre todo sabíamos que la noche del día siguiente la pasaríamos en una habitación con balcón y vistas directas al otro castillo, el más conocido y turístico, el Castillo de Bran.

Eran poco más de las 17 así que preguntamos en la entrada de ascensión al castillo si se podía entrar, a lo que nos contestaron que no. Sabíamos que pocas semanas antes habían cerrado el castillo debido a la presencia (en las mismas escaleras) de osos pardos, por lo que quise saber (esperando no fuese esta la causa) si este era el motivo. Afortunadamente el problema se debía al horario, así que lo dejamos para el día siguiente dirigiéndonos a la pensión Lazaroiu en Corbeni.

Una vez en nuestro bungalow en el mismo corazón de los Cárpatos, disfrutaríamos de alguna que otra botella de vino tinto y ese queso 100% transilvano, que habíamos encontrado por el camino.

Si te ha gustado el post, tal vez pueda interesarte conocer de primera mano las leyendas y misterios que se esconden tras este enigmático país aquí Rumanía: Tras la sombra de Drácula.