Despertamos bastante emocionados y con mucha ilusión, empezaba una nuestra primera pequeña aventura por el Peloponeso.
Nuestro objetivo principal era visitar la Acrópolis de Corinto, las ruinas de Micenas, visitar el bonito pueblo costero de Nauplia, pasar la tarde y noche en Argos y al día siguiente antes de volver a casa, pasar por Epidauro y visitar su anfiteatro.

Todo estaba más o menos planeado, pero como siempre sabíamos que algunas cosas no saldrían como esperábamos (podían también salir mejor), sabiendo que era posible no terminar visitándolo todo.
Así que después de definir un plan “provisional”, preparamos el desayuno, nos aseamos y nos montamos en el coche con la mochila. A las diez ya estábamos saliendo de Thalero (donde estamos viviendo) en dirección “Ancient Corinth” o el antiguo Corinto, nuestra primera parada para poder visitar su acrópolis.
Una semana antes, nada más llegar a Thalero, aprovechamos a visitar la cercana Corinto para apreciar otra de sus maravillas, el impresionante Canal de Corinto, una vía artificial de agua que une el golfo de Corinto con el mar Egeo haciendo posible que los barcos que caben en su canal puedan atravesarlo y ahorrarse los más de 400 kilómetros de las costas del Peloponeso. Las vistas desde las alturas nos habían impresionado tanto como pronto lo haría disfrutar de su Acrópolis.

Canal de Corinto

La palabra acrópolis proviene del griego “akros” (extremo, cima) y polis (ciudad), haciendo referencia a la parte más alta de una ciudad, el lugar elegido por los antiguos griegos para disponer sus templos o palacios de poder, la cima desde la que dominar las distintas ciudades del imperio, de las cuáles Corinto sería la más importante en la antigüedad…
Y tan alta, pues el lugar se situaba en lo alto de una montaña, donde tuvimos que circular con sumo cuidado, ya que la subida hacia la cima está plagada de curvas vertiginosas con precipicios a los lados y unas vistas de infarto.
Tras diez minutos de subida intensa, llegamos arriba, donde pudimos aparcar el coche con facilidad en un pequeño parking que se encuentra justo a la entrada de la misma acrópolis. Así que empezamos a caminar para poder visitar cada rincón de ese fabuloso lugar.

Íbamos preparados, con calzado cómodo y una botella de agua, con el calor que hace y no habiendo ninguna sombra, lo mejor para hacer de esa visita un recuerdo inolvidable, es ir cómodo e hidratarse en todo momento.
Esta acrópolis es considerada una de las más grandes e importantes de Grecia, alcanzando una cota de 575 metros y poseyendo una triple línea de fortificaciones, convirtiéndola también en una de las fortalezas medievales más importantes.

Según la mitología griega, la acrópolis de corinto fue motivo de disputa entre dioses del Olimpo, en concreto, entre Helios (Dios del sol) y Poseidón (Dios del mar) por quedarse este increíble lugar. Según Pausanias (viajero, geógrafo e historiador Griego del siglo II), fue “Hecatónquiro Briareo” (un gigante de 100 brazos y 50 cabezas) quien arbitró esta disputa y cuyo veredicto fue que el istmode Corinto (la franja de tierra que une la península del Peloponeso con la Hélade, la parte de grecia continental, actualmente atravesado por el canal de corinto) pertenecería a Poseidón y la parte elevada por encima de la ciudad (Acrocorinto) a Helios.


Conociendo su historia y estos datos sobre la mitológia del lugar, disfrutamos todavía más descubriendo todos y cada uno de sus rincones, paseando entre sus ruinas y subiéndonos a los inmensos muros de sus murallas para contemplar las increíbles vistas.


Cuando terminamos el recorrido, regresamos al coche para poner rumbo a Micenas, donde nuestra intención era poder visitar las ruinas del que fue el reino del héroe Homérico Agamenón, el jefe de los aqueos durante la Guerra de Troya.
Pero nuestro objetivo principal se vio truncado por el elevado precio de la entrada, 12€. Si hubiéramos estado en Grecia un tiempo limitado, quizás lo pagábamos sin pensarlo, pero sabiendo que estaremos durante meses y hay tantos lugares por visita, preferimos dejarlo para otra ocasión o guardar ese dinero para futuras visitas o excursiones por el Peloponeso.