Estoy buscando a alguien para compartir una aventura.” – El hobbit

La noche anterior pudimos detenernos antes de que anocheciera en un hueco visible en la carretera principal que atraviesa la ciudad de Kelty, esa con que nos topamos de camino a Edimburgo.

Tuvimos suerte de encontrar un lugar donde descansar, ya que la noche se nos venía encima y el tiempo para poder encontrar un sitio decente donde pasar la noche se agotaba.

A la mañana siguiente despertamos con la necesidad de tomar un buen café, de esos que te quitan el sueño de golpe.

Encontramos un bar/cafetería donde servían desayuno al estilo americano, y no solo eso, todo el local estaba decorado como si se tratase de uno de esos establecimientos que te encuentras recorriendo la ruta 66 o de los que suelen salir en las películas.

Cuando entrabas te invadía un olor que hacía que tu apetito se abriera sin que pudieras hacer nada para controlarlo. Observando detenidamente las mesas, podías encontrarte con platos contundentes que en su interior contenían hamburguesas, patatas, tostadas, huevos y todo tipo de comida basura que te puedas imaginar.

En esos momentos, tras comprobar los bajos precios en la carta, nos arrepentimos de haber desayunado. Así que nos dirigimos a la barra a pedir únicamente dos cafés.

Tras cargar ya las pilas y poner en marcha el GPS, nos dirigimos hacia Edimburgo en busca de algún centro donde pudiéramos darnos una ducha.

Busqué todas las “swimming pool” que ofrecía la ciudad, y la primera que me salió fue la elegida.

Al llegar al lugar, aparcamos la furgoneta justo a la entrada, ya que disponía de parking. Se llamaba Swimming pool royal commonweahlt, y las personas que trabajan en él nos atendieron sin problema.

Al entrar, nos despachó un señor donde tras preguntarle si era posible pagar solo para ducharnos, nos respondió con una sonrisa que sí (no seríamos ni los primeros ni los últimos que pasaban por allí preguntando lo mismo).

Después de cobrarnos 1,70 libras a cada uno, nos acompañó muy amablemente indicándonos en todo momento donde debíamos dirigirnos e incluso ofreciéndonos una inscripción gratuita para tener acceso durante el resto de la semana.

No lo dudamos y mientras tomábamos un café en esas mismas instalaciones tras habernos aseado, nos inscribimos en la oferta y poco más tarde ya éramos titulares de dos tarjetas naranjas con el nombre del gimnasio inscrito en ellas.

Tras la ducha, la inscripción y comer, nos dirigimos hacia la capilla de Rosslyn, aquel templo que cobra vida en la película del Código da Vinci guardando en su interior el santo grial.

Son muchas las leyendas que envuelven esta iglesia, ya que algunas personas sostienen que las esculturas que se encuentran en su interior son la base de un portal hacia otra dimensión.

En el interior…

Muchos habitantes de la región juran haber sido testigos de presencias de ovnis por los alrededores del pueblo.

Dejando de lado el misterio y las leyendas que acorralan este lugar, nos decidimos a pagar la entrada para descubrir lo que nos esperaba tras sus muros.

A mí me vieron con cara de estudiante y a Sergio de profesor, así que mi entrada salió por 7 libras y la suya por 9.

Si estás en posesión de algún carnet de estudiante, te aconsejo que lo lleves contigo de viaje, ya que te hacen descuento en la mayoría de monumentos y museos.

Una vez dentro, recorrimos todos los rincones de la capilla, incluyendo la cripta, la misma que sale en la película del Código da Vinci como una de las claves en la búsqueda del santo grial.

La capilla está llena de ideogramas, donde cada rincón de la piedra está ocupado por símbolos y relieves. Muchos de ellos saltan a la vista, otros apenas se distinguen, degradados por el paso del tiempo y ocultos por las manos expertas que los tallaron.

Muchas escenas bíblicas, como la crucifixión o la expulsión del Jardín del Edén, contrastan con las esculturas paganas, en especial el “Green Man”, un extraño rostro rodeado de vegetación que simboliza el ciclo de la vida y que está presente en más de cien ocasiones.

Tras observar detenidamente todos y cada uno de los símbolos complejos que adornan cada rincón, decidimos marchar del lugar hacia el centro de Edimburgo, debíamos buscar un lugar donde aparcar la furgoneta y donde poder dormir con tranquilidad.

Edimburgo es caro de por sí, pero si hablamos de aparcar y tener que pagar ticket, en el centro se sale de todo presupuesto. Estacionar un vehículo en el casco histórico o en proximidades nos puede salir por 3 libras la hora.

Finalmente aparcamos a pocos metros de la catedral, y fue donde empezamos a recorrer la ciudad, en busca de la zona histórica donde nuestro primer objetivo sería el cementerio de Greyfriars debido a la oscura leyenda que envuelve ese camposanto.

Se trata del mito del fantasma de George McKenzie, un abogado que a finales del siglo XVII envió a prisión a más de un millar de Covenanters (miembros de un movimiento religioso presbiteriano).

La mayoría de los prisioneros murieron torturados o debido a las malas condiciones en que vivían en la cárcel, lo que hizo que lo bautizaran como Bloody Mckenzie (El sanguinario).

Mckenzie como todo ser humano, murió, y fue en Greyfriars donde lo enterraron al interno de un mausoleo. Varios siglos después, en los años 90 un vagabundo trató de colarse en su tumba en busca de algún lugar donde poder dormir y cobijarse del frío, afirmando haber sufrido algún tipo de experiencia paranormal en aquel lugar.

A partir de este testimonio fueron muchos los que afirmaron haber “sentido” la presencia de Mackenzie, de hecho, algunos aseguraron haber salido de su tumba, conocida en aquel entonces como “Black Mausoleum” con magulladuras y cortes producidos sin saber qué les había causado tales heridas.

El cementerio también tiene mucho que ver con la autora de la saga de Harry Potter, J.K. Rowling, ya que hay unos cuantos personajes en las novelas de este joven mago que llevan apellidos de algunas de las personas enterradas en él.

El camposanto cuenta también con una lápida dedicada a un perro, el querido Bobby, un cachorro muy amado por los escoceses y símbolo de la ciudad.

Bobby era la mascota de un vigilante nocturno llamado John Gray, su perro fiel que lo acompañaba durante todas las rondas y sin separarse de su lado. Desgraciadamente John falleció a mediados del siglo XIX tras una larga enfermedad.

Tras su muerte, Bobby se quedó junto a la tumba hasta el día de su propia muerte (14 años después).

Cuentan que durante el tiempo que permaneció el perro fiel junto a la lápida de su amo, los ciudadanos de Edimburgo acudían a verle, llevarle comida y con los años incluso le construyeron un pequeño refugio para que pudiera resguardarse.

Nuestra visita al camposanto duró más de una hora, ya que nos recorrimos todos y cada uno de sus rincones. Pasamos un rato observando el mausoleo de Mckenzie en busca de esas “experiencias” paranormales, sin obtener respuesta alguna.

Tras hacer algunas fotos, perder el teléfono de Sergio por algunos segundos (creemos que fue Mckenzie quien se lo quedó un rato para ponerse al día de los últimos acontecimientos del siglo XXI), que me echaran una bronca porque “yo” había perdido el móvil y tras encontrarlo, decidimos proseguir la marcha por la ciudad.

Era hora de cenar, y debíamos buscar algún sitio donde poder descansar y reponer las fuerzas para continuar la marcha.

Pensamos en llenar nuestras barrigas en el famoso “Elephant Restaurant”, un chino donde dicen que la autora de Harry Potter escribió los primeros manuscritos. Pero había demasiada gente y una larga lista de espera para que te atendieran, decidimos seguir caminando un poco más, hasta que un cartel que ponía “Katmandú”, llamó nuestra atención.

Paramos en el Namaste Katmandú, un restaurante Nepalí donde pudimos degustar auténtica comida hindú. Nos recordó bastante al primer restaurante que fuimos en Enero cuando después de recorrer medio mundo, me reencontré con Sergio en Hyderabad donde empezamos una de las mejores aventuras que haya podido vivir.

Tras degustar unos “momos” y un curry “muy picante”, decidimos caminar un poco para bajar la comida, fue tal el paseo que terminamos sin saberlo en el callejón subterráneo de la ciudad, ese que yace bajo la tierra de la capital escocesa.

Mary King’s Close, el callejón enterrado en el olvido por aquellos que quisieron construir la ciudad por encima de él, sepultando bajo la tierra una ciudad donde los que se quedaban rezagados en el olvido serían los más pobres de toda Edimburgo.

Este callejón fue reabierto al público en el año 2003, con el objetivo de mostrar la miseria y la enfermedad que reinaba en ese inframundo entre los siglos XVI y XVII.

Allí resurgen las historias de las víctimas de las plagas, asesinos y asesinados, hoy en día, convertidos en fantasmas de leyenda.

Nosotros decidimos hacer un tour, ya que recorrer dicho callejón era uno de nuestros principales objetivos en esta ciudad.

Durante el recorrido, visitamos diferentes estancias en las que explicaban como se mantenían con vida a duras penas los ciudadanos más pobres de Edimburgo, mientras esperaban a que la peste terminara con su sufrimiento.

Asistimos a un escenario de un crimen, visitamos casas de algunos de los habitantes del pasadizo Mary King y hasta casi tuvimos el gusto de conocer a Annie, el espíritu de una pequeña niña que llora desconsolada porque perdió su muñeca hace cientos de años.

Durante el tour, no había personajes disfrazados de fantasmas ni gente dispuesta a asustarnos. Así que pudimos disfrutar de sentir auténticos escalofríos producidos por la misma humedad que inundaba el ambiente y las aterradoras historias sobre personas reales, que vivieron, trabajaron y murieron allí.

El precio son unas 15 libras, pero si presentas un carnet de estudiante te puede salir por poco menos de 12 £. Sea como sea, yo volvería a repetir el tour, es muy interesante conocer de primera mano cómo vivían, en qué condiciones y cuál fue el motivo por el que terminaron sepultados en el olvido.

Tras la visita al callejón, nos fuimos a cobijar del frío en nuestra furgoneta aparcada en pleno centro, donde nos despediríamos una noche más en aquel lugar repleto de historia.

Si te ha gustado el post, tal vez pueda interesarte conocer de primera mano nuestro viaje por este fantástico país de leyenda pinchando aquí ESCOCIA: Low Cost para tus sentidos.