El jueves 6 de septiembre despedíamos así una etapa más de esta aventura, ahora decíamos adiós a la isla de Salamina esperando algún día regresar y nos acercábamos a la isla de Cefalonia, el lugar que habíamos elegido para despedir Grecia.

Impresionantes vistas de la playa de Agamenon, en Salamina

Para ello salimos en dirección Kilini, allí nos alojaríamos durante dos días en Panorama Rooms”, unos apartamentos en un lugar muy tranquilo y solitario a unos 5 kilómetros del puerto.

El camino se hizo muy largo, fueron tres horas conduciendo sin parar, por carreteras que nos daban la impresión de estar entre las más peligrosas de toda Grecia, y es que hasta la fecha, tras 4 meses por el país, raramente habíamos recorrido carreteras por donde los coches inventaran dos carriles más de los que ya existían, “obligándote” por así decirlo a conducir por el arcén, y por aquí parecía ser una constante.

Llegamos al hotel justo a la hora de la comida, así que nos apresuramos a hacer el checkin, e ir en busca de algún restaurante próximo donde sucumbir los deseos de nuestros estómagos. Encontramos así una taberna no muy lejos del hotel, donde lo único de lo que disponían ese día era de musaka, así que nos decantamos por ella. Tras el festín, con las barrigas más que satisfechas y  una sonrisa en nuestra cara, decidimos que era hora de la aclamada “siesta” y volvimos a nuestros aposentos a descansar.

Tras descansar decidimos que deberíamos ir hasta el puerto desde donde partían los barcos hacia Kefalonia o Cefalonia (nuestro siguiente destino),  y asegurarnos de que era allí donde debíamos personarnos en dos días.

El resto del día lo pasamos en el apartamento trabajando en nuestros proyectos y descansando, tocaba adelantar cosas, ya que en Kefalonia seríamos unos turistas más que van en busca de lugares nuevos donde poder explorar y disfrutar.

El día siguiente lo dedicamos exclusivamente a seguir trabajando en nuestras cosas y preparando el que sería nuestro equipaje y nuestras indumentarias para la semana siguiente. Bañador, chanclas y poco más necesitaríamos en la isla, ya que íbamos en busca de playa, relax y disfrute, debíamos despedir la fabulosa Grecia como se merecía.