Semanas antes de lo previsto aterrizamos en Kuala Lumpur. El motivo, un cambio de planes a última hora debido a un pequeño error de cálculo con el visado Vietnamita…

Habiamos entrado en Vietnam hace casi un mes dejándolo para disfrutar de Camboya pensando sería posible volver a entrar sin problemas, pero las condiciones no eran estas ya que este país ofrece gratuitamente un visado de 15 días pero, una vez que sales de Vietnam debe pasar un mínimo de 30 días para volver a entrar, así que, tocaba joderse y aceptar que existía una muy buena escusa para volver a este país en futuro.

Estudiando todas las opciones a disposición y dándonos cuenta de que Malasia tenía mucho que ofrecernos, decidimos pasar nuestros últimos días en este país empezando por su capital Kuala Lumpur, lugar del que poco o nada sabía (únicamente que era el lugar de las famosas Torres Petronas) hasta que tocó investigar.

Poco antes de llegar estudiamos las opciones para más tarde (ya desde Kuala) seguir dibujando el resto de nuestro viaje como más nos ilusionaba. Sabíamos que a pocos kilómetros del lugar existían unas misteriosas cuevas conocidas como Batu Caves, que el barrio de Chinatown era uno de los lugares de interés en la ciudad, que las Torres Petronas era su lugar más emblemático y que nuestro hotel se encontraba en una de las zonas más auténticas del lugar, el barrio de Chowkit.

Seguramente la ciudad tuviese mucho más para ofrecernos pero, no teniendo bien definido cuál sería nuestro recorrido y observando el clima podría darnos algún que otro problema (muchas lluvias y más de 90% de húmedad) en nuestra planificación, decidimos tomarnos las cosas con calma.

Nada más llegar a la capital me llamó la atención la modernidad del lugar, nada que ver con el resto del viaje, aunque pronto descubriría que Malasia de salvaje tenía mucho. Aunque se ve que económicamente es un país en alza y nada tiene que envidiar a países europeos, el camino del aeropuerto a la capital me hizo ver que este país se encuentra rodeado de espesa jungla aún más basta y espesa de cuanto habíamos visto. No era para menos sabiendo (recientemente) que en Malasia se encuentra la jungla más antigua y incontaminada del mundo (el Taman Negara) y que una parte de Borneo es también malaya.

Nos llevó más tiempo de lo normal encontrar nuestro hotel (con la mala ostia que esto conlleva), el Zen Rooms Chowkit, un bonito hotel con unas vistas del skyline de la ciudad espectaculares, debido a que su nombre en la web no se concordaba con el nombre que tenían puesto… el cartel decía NeoHotel mientras la reserva decía Zen Rooms Chowkit, una tontería sino fuera que nos mantuvo más de media hora dando vueltas como tontos con las mochilas llenas a más de 30 grados centígrados y con una humedad que te hacía respirar agua.

Vistas del Skyline desde la azotea

Vistas del Skyline desde la azotea

skyline

Algo cansados por el viaje, habíamos despertado en Pnomh Penh a las 5 y media, decidimos tomarnos ese primer día con calma y visitar únicamente el barrio chino.

Aún siendo la raza china la tercera más numerosa en el país, la Chinatown de Kuala nos pareció minúscula en comparación por ejemplo con la de Bangkok. Se trataba de una calle de pocos cientos de metros con puestos y restaurantes (bastante caros a nuestro parecer) a ambos lados.

La -pequeña- ChinaToen de Kuala

La -pequeña- ChinaToen de Kuala

Entre una cosa y otra se había hecho algo tarde así que decidímos buscar un lugar para cenar descubriendo un local algo escondido pero con buenos precios para todo menos para la cerveza. Fue una cosa que llamó bastante mi atención y me recordó a la india, lugar en que la cerveza costaba casi cuanto una noche de hotel, el porqué, los impuestos que países con religiones musulmana (Malasia) o Hinduista (India) ponían a las bebidas alcohólicas. Con menos birras de cuanto nos hubiera gustado debido a las ganas de refrescarnos que la humedad asesina del lugar nos había creado, volvímos a descansar a nuestro hotel para preparanos para el día siguiente en que habíamos decidido realizar la visita principal, las cuevas de Batu.

El dios de la guerra Murugan

El dios de la guerra Murugan

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40 metros de estatua flanquean la entrada a las cuevas

40 metros de estatua flanquean la entrada a las cuevas

Las Batu son unas cuevas cercanas a Kuala de más de cien metros de alto y casi un kilómetro de largo, un lugar especialmente importante para los Hindús ya que según la creencia y varios hechos extraordinarios, estas cuevas dan tanto poder a aquellos que las veneran que les hacen capaces de soportar todo tipo de dolores…

Este lugar esta reconocido como uno de los más misteriosos del mundo debido al poder que el Dios Hindú de la guerra Muragan (hijo de la diosa Shiva), una inmensa estatua de más de 40 metros de largo, otorga a sus fieles seguidores haciéndoles capaces de soportar incisiones de todo tipo en el cuerpo sin derramar una sola gota de sangre…

Por desgracia no pudimos ver este espectáculo de faquires (sucede en los meses de enero y febrero) que enfilandose todo tipo de lanzas y anillos en el cuerpo ascienden los 272 escalones hasta la entrada de las inmensas cuevas.

La entrada a las Batu Caves

La entrada a las Batu Caves

Enormes estalactitas

Enormes estalactitas

inmensas...

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La decoración deajba bastante que desear...

La decoración deajba bastante que desear…

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272 escalones...

272 escalones…

Y muchos monos...

Y muchos monos…

Y muchos monos...

Y muchos monos…

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Llegamos al lugar utilizando un tren que nos dejó a pocos metros de la entrada. Las vistas que ayudaban a entrever una inmensa cueva en lo alto de un promontorio dominado por una inmensa estatua dorada, se presagiaba tormenta…

Antes de subir las escaleras pensé me iba a quedar sin aliento, nada más lejos de la realidad, subimos sin problemas y justo antes de terminar la ascensión observamos la gran cantidad de macacos que hacían sonreir a muchos de los turistas que allí se encontraban. Poco más tarde se encontraban aquellas inmensas cuevas de estalactitas de varias decenas de metros.

Las cuevas impresionantes, aunque el decorado excesivamente colorido y moderno de los dioses hindús lo fastidiaba un poco bastante quitándole a mi parecer muchísima parte del misterio. Justo al lado de las cuevas existían otras llamadas Dark Caves que como el nombre indica “cuevas oscuras” estaban en una penumbra total a las que se podía acceder sólo con antorchas y guías (previo pago). Animados por nuestro afán de descubrimiento decidimos entrar pero al informarnos sobre ello nos comentarón que tocaba esperar unos tres cuartos de hora, volviendo a pensarlo preferimos salir de las cuevas y dejarlo para otra (pronto esperábamos dormir en la jungla), sería una sabia elección ya que pocos minutos después comenzaría una tormenta acompañada de un chaparrón como hacía tiempo no habíamos visto…

Muy animados con la idea de refrescarnos, decidimos correr bajo la lluvia los cientos de metros que separaban las cuevas de la parada de tren, y aunque era poca la distancia, fue tanta la lluvia que llegamos empapados.

El resto del día lo pasaríamos paseando por la zona de las Torres Petronas para terminar subiendo a la azotea del hotel y disfrutar de una cerveza con unas vistas que dejaban sin aliento.

Apovrechamos la noche para dibujar una especie de mapa/boceto con el recorrido y las etapas de lo que quedaba de viaje. Nuestro siguienet destino sería GeorgeTown en la isla de Penang, la ciudad del arte en Malasia, patrimonio mundial de la Unesco debido a sus murales y su amplia oferta gastronómica.

Aprovechamos el que sería nuestro último día para descubrir los alrededores del barrio de Chowkit y más tarde acercarnos a KL Sentral (estación central) para comprar los billetes que nos acercasen a la ciudad de los grafittis.

A escasos 20 metros de nuestro hotel se encontraba el mercado local del barrio de Chowkit, un enorme conjunto de puestos donde podías encontrar cualquier tipo de alimento, un lugar pintoresco y muy auténtico. Aprovechamos para saborear y descubrir la fruta más bonita (y una de las más buenas) que a mi parecer existe, la conocida como fruta del dragón o Pitahaya.

Por la tarde disfrutaríamos de vistas inmejorables a la ciudad en una torre, la Gtower que Vicky había descubierto. El lugar era un bar/restaurante en un puente que unía dos enormes torres con vistas espectaculares a la ciudad y tras comer algo fuímos hacía allí para despedir momentaneamente, ya que volveríamos el último día para pillar el vuelo, esta gran ciudad.

De camino se encontraba la estación KL Sentral, lugar desde el que parecía que salían todas las opciones hacia Penang. Llegamos y preguntamos en la estación de trenes por las opciones a la ciudad de GeorgeTown y nos comentarón que el único tren disponible salía el día siguiente a la noche. Como no queríamos perder un día entero en Kuala decidimos seguir preguntando hasta descubrir que también existía una estación de autobuses (en la misma KL Sentral) con billetes hacia nuestro siguiente destino que salían a la mañana siguiente. Animados pagamos los billetes (unos 12 euros a persona por un trayecto de unas 6 horas) y nos dirigimos hacia nuestro aperitivo a cientos de metros de altura.

Con billetes en la mano nos acercamos al metro para dirigirnos hasta la parada de Ambang Park, a los pies de la GTower, un lujoso hotel muy conocido en la ciudad. En el último piso de este gran hotel se encontraba el Bridge Restaurant, local en el que poco más tarde disfrutaríamos de dos buenos cubatas con unas vistas impresionantes.

La estructura del lugar era muy parecida a la pasarela que une las torres Petronas (en este caso une las Gtower). Daba algo de vértigo y acojone reconocer que el sofá desde el que disfrutamos de nuestro aperitivo se encontraba suspendido en esta estructura a cientos de metros desde la que podíamos disfrutar de vistas impresionantes a las ciudad de Kuala Lumpur.

Aperitivo desde e lpuente suspendido de las GTower

Aperitivo desde e lpuente suspendido de las GTower

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Tras caer la noche decidimos volver hacia nuestra morada y, observando que la distancia a las torres Petronas no era mucha (las podíamos ver alzando la vista), pensamos realizar el camino a pie intentando descubrir un buen restaurante en el que repostar.

Ayudados de nuestra brújula (app MapsMe) pocos minutos después estábamos en KLCC, el barrio con el espectacular Skyline que caracteriza esta ciudad.

Sin dejar la brújula decidimos continuar a pie ya que estábamos a escasos 2 kilómetros del hotel. Pronto descubriríamos una enorme calle de restaurantes de marisco “seafood” locales con la mejor oferta culinaria de nuestros últimos tiempos…

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Paseo bajo las petronas

Paseo bajo las petronas

La calle se llamaba Jalan Raja Uda y a lo largo de toda ella (de más o menos un kilómetro) no sólo podías disfrutar de unas magníficas vistas al KLCC con el piruli y las torres petronas (no había lugar mejor) sino que también se encontraba abarrotado de restaurantes seafood.

Observé como a Vicky se le activaba esa especie de sentido arácnido que surge cuando asalta el hambre acompañado de apetitosos olores, y así sucedió también en este lugar. Parándose en seco, pocos milisegundos despúes (no me dió tiempo de pestañear) ya tenía el menú entre sus manos…

Como la carta estaba en Malayo) decidímos entrar y preguntar (los precios parecían estar bastante bien). El local estaba repleto y sobre las mesas se descubrían mariscadas compartidas sobre hojas de bambú así que muy animados decidimos probar la mariscada para dos. Por 38 ringitts, unos 8 euros y medio, pronto nos pondríamos hasta las botas de cangrejo, gambas, calamares y almejas…

Los lugareños no acostumbrados (extrañamente porqué Kuala Lumpur esta lleno de turistas) a visitas occidentales decidieron hacerse algunos selfies con nosotros, poco después tras algún agradecimiento y diferentes sonrisas,contentos gracias a ese gran descubrimiento caminamos los escasos cientos de metros en que se encontraba nuestro hotel.

Tocaba descansar y decir hasta pronto a esta gran ciudad, una de los lugares más modernas que jamás he visto, un lugar que contrasta mucho con lo que ha sido el resto de nuestro viaje pero, aún quedaba mucho por descubrir, el arte estaba a la vuelta de la esquina…

Pronto llegaríamos a Penang

Pronto llegaríamos a Penang

Si te ha gustado el post, tal vez pueda interesarte conocer de primera mano el viaje que reflejé en mis diarios en Aventuras en el Sudeste Asiático y la India.