Dejamos Jacó atrás después de varios días de descanso y disfrute en la playa infinita y larga de arena…

 

Nuestra nueva parada era Quepos, una ciudad que no tiene nada de encanto pero que está muy cerca del parque nacional Manuel Antonio y desde dónde se puede conseguir alojamiento mucho más económico  que cerca del parque nacional.

Encontramos un apartamento por booking con todas las comodidades, una cocina totalmente equipada, un dormitorio con cama de matrimonio, un baño privado y un lugar alejado del ruido. (Apartamentos Tamar)

 

El transporte de Jacó a Quepos apenas duró unas dos horas y media y en un abrir y cerrar de ojos llegamos a la estación central de Quepos.  Desde allí y con la ayuda del gps nos dispusimos a caminar hacia lo que sería nuestro hogar durante cinco días.

Como era cerca de la hora de la comida, nos dispusimos a dejar las cosas en el apartamento y fuimos a buscar un lugar donde comer, yo en particular me moría del hambre…

 

Encontramos una Soda “china” (aquí lo llaman a los restaurantes económicos) (Soda La Feria) …Nos apetecía quedarnos ya no solo por comer algo diferente sino también por los precios que eran muy económicos. Solo había que elegir entre dos tamaños, mediano o grande. Nos debatimos entre este gran dilema, teníamos hambre pero quizás el tamaño grande era demasiado o el mediano nos dejaría poco satisfechos… al final le preguntamos a la chica que nos atendió y nos dijo que el mediano era un buen tamaño. Así que nos decantamos por esa talla y además por su sugerencia con el “arroz de la casa” (que llevaba de todo lo que puedas imaginar 🙂 ).

 

Después de la comilona y de pedir un tupper para llevar las sobras ya que un plato entero nos sobraba, nos fuimos a comprar al supermercado todo lo necesario para poder desayunar, comer  y cenar los siguientes días en el apartamento.

 

Lo que quedaba de día lo dedicamos a descansar y a dormirnos temprano ya que al día siguiente nos movíamos hacia Manuel Antonio. El parque Manuel Antonio es de pago, pero supimos que había una playa pública justo en la entrada del parque que no hacía falta pagar nada, así que el primer día decidimos que nuestro día se dedicaría entero a esa playa en particular.

El transporte desde Quepos a Manuel Antonio además de cómodo y fácil es súper rápido y a la vez económico. 

Pasa cada 10 minutos y su precio es de 640 colones (2 personas), es decir, por menos de un euro viajamos dos personas.

 

Una vez llegamos a Manuel Antonio nuestra primera parada no fue la playa sino el restaurante Marlin que nos habían hablado muy bien de ese restaurante en San José y además nuestro casero de este apartamento también nos había indicado lo mismo, reservamos mesa para ese mismo día. Le preguntamos al dueño qué sugerencia nos hacía para comer, a lo que nos respondió que podíamos ir a ver el pescado que acababa de llegar al restaurante desde el mar. Nos acercamos a un chico que estaba preparando el pescado y limpiándolo para poder cocinarlo y le pregunté qué me sugería para comer allí a lo que él me respondió el “Cartucho”, pescado horneado con hojas de plátano… No pude resistirme así que me pasé toda la mañana pensando en ese pescado y en la hora que iríamos a comer al restaurante… Allí también como especialidad tienen la langosta (que en breve probaré porque volveremos a Quepos después de Uvita 🙂 ).

 

Después de la visita al restaurante nos fuimos a la playa donde empezamos a caminar hacia el extremo izquierdo donde la desembocadura de un riachuelo conectaba con el mar. Le pedí a Sergio que me hiciera alguna foto a lo que él respondió con un “ ten cuidado no vaya a ser que haya cocodrilos aquí también”… Yo sonreí y me puse en pose para la foto y después nos marchamos a seguir caminando hasta que encontramos una base donde estaban los socorristas resguardándose del sol. Le dije a Sergio que les preguntara sobre la posible existencia de cocodrilos en estas playas y me hizo caso. Lo que nos respondieron nos dejó a cuadros y con la ansiedad disparada…

El socorrista no sorprendido por nuestra pregunta nos confirmó no solo que sí había cocodrilos en esa playa sino cuántos vivían en cada extremo de la misma. Donde me había hecho la foto hacía poco viven 3 cocodrilos y al otro extremo de la playa otros 2. Le preguntamos si había carteles que lo indicara y nos comentó que sí pero que no se veían mucho ya que estos estaban en la carretera o justo en la entrada pero al final de la playa por lo que si entras por la mitad de la playa como fue nuestro caso ni te enteras…

 

Nos tranquilizó afirmando que los cocodrilos no atacan en el mar y que podíamos estar tranquilos ya que si salían a nadar (pocas veces ocurría) los mismos socorristas sacaban a los bañistas del agua para ponerlos a salvo. A mí su explicación no me dejó más tranquila al contrario… me puso los pelos de punta. Por esa explicación me pasé los días de la playa en mi piscina natural segura, la orilla.

También añadió un episodio donde un turista fue mordido y medio mutilado (no muerto) por un cocodrilo al intentar atravesar el río (donde me había hecho yo la foto) hacia la otra orilla para evitar pagar la entrada al parque nacional… 

Tras estos datos nos dio otros más “tranquilizadores” y que nos hacía ilusión saber, como que en esa misma playa podíamos observar osos perezosos, monos, iguanas y quizás alguna serpiente.

Seguimos caminando después de la charla con el socorrista y llegamos hasta el otro extremo de la playa con la esperanza de no cruzarnos con ningún cocodrilo salvaje por el camino…

La playa es muy extensa y perfecta para caminar, hacer ejercicio y pasar un día completo. Nosotros estuvimos tomando el sol, bañándonos en sus aguas, descansando en una sombra de una palmera y después nos fuimos a comer al restaurante Marlín. 

La comida fue fabulosa y la foto le hace el aprecio que se merece. Los precios para tratarse de pescado literalmente traído del mar al plato.

Los siguientes días teníamos pensado visitar el parque (la parte que es de pago) para ver y disfrutar de las otras 4 playas paradisíacas. Pero el día que nos dispusimos a ir y llegamos a la entrada, nos prohibieron entrar comida con la excusa de no poner nerviosos a los animales pero te ofrecían comer en el restaurante del parque… además que el precio de la entrada es muy elevado 18$ por persona. Nos pareció un precio abusivo así que nos decantamos por seguir en la misma zona gratis y cómoda, además pensamos que si la playa gratis tenía la misma arena y el mismo mar que las de pago y además veíamos a casi todos los animales por igual, no nos perdíamos nada nuevo y podíamos ahorrarnos esos 36$.

Así que en resumidas cuentas nuestros días en Quepos podría resumirlo en ir todos los días de Quepos a Manuel Antonio a disfrutar de la playa. 

Si buscas alojamiento económico y cómodo te conviene buscarlo en Quepos y trasladarte todos los días a Manuel Antonio en autobús que como os he comentado en la entrada es económico y muy cómodo. Aquí os dejo el link del Apartamento Tamar (está en booking) pero el dueño estará encantado de cerrar un buen precio sin necesidad de hacer la reserva por booking y así os ahorraréis también dinero.

 

El restaurante Marlín está justo en la primera parada de la playa de Manuel Antonio y sus especialidades son el cartucho (pescado fresco hecho con hojas de plátano al horno y muy bien acompañado) y la langosta,